Se dijo que en esta semana salían los carteles de Acho 2016, lo que aún no ha ocurrido, y me da tiempo de encajar alguna reflexión en alto.
Como nunca antes en la historia del Perú somos, o al menos nos sentimos protagonistas de la temporada taurina europea, especialmente española, con dos toreros de nivel superior. Uno, Roca Rey, lanzado con firmeza desde su triunfo madrileño de novillero y reafirmado en sus condiciones con aroma de figura indiscutible, por su temporada y revalidado triunfo en Madrid.
El otro, Joaquín Galdós, que le sigue el paso pero con el normal retraso fundamentado en un tardío inicio si se les compara, pero tambien con excelsas condiciones para estar en esto y llegar a lo más alto.
Es por ello que los dos, no uno más que el otro, deben tener igual de oportunidades en nuestra Feria del Señor de los Milagros.
No sólo porque no se acuse favoritismo de parentesco o de manejo de despacho, sino porque es imprescindible para el Perú, taurinamente hablando, incluso empresarialmente.
Me explico. Para el Perú taurino es importante, hasta diría que perentorio, gozar de un ídolo, mejor aún si son dos. Ellos, arrastrarían partidarios, fans y muchos curiosos, no sólo aficionados, a la plaza. Más aún, si llegan a compartir alguna tarde como cuando novilleros.
Los partidarios, fanatizados por tal o cual torero, siempre han sido beneficiosos para la fiesta porque además arrastran otros públicos, lo que antes decíamos "turistas". La historia está cundida de ejemplos. Baste citar los más legendarios por su implicancia en la historia del toreo, hablo de Joselito y Belmonte, que en su momento revolucionaron su espacio y tiempo histórico.
Los seguidores, llamados los de José y los de Juan, dieron vida con pasión y fervor a su afición, en las plazas y fuera de ellas, agitando con su palabra y, con ello, poniendo de moda el toreo, los toros, en su ciudad, en su país. Y eso es lo que necesitamos.
Uno tendrá el reinado, cierto es. El cetro de mandón solo lo puede llevar uno y hasta eso, se pelea, se torea, y se compite, se rivaliza en el ruedo con las mejores armas, capote, muleta y estoque.
Más aún cuando ambos, nuestros toreros más internacionales, son de estilos contrapuestos. Uno aguerrido y arrebatado en su ambición de llegar a lo más alto, y el otro, estilista, buscando la máxima depuración en su ejecución artística. Pero los dos muy finos en sus andares y maneras, que expresan toreramente en sus diversos conceptos de un mismo arte, el de Cúchares.
La actual empresa de Acho es la que tiene en su obligación avivar esta rivalidad en el ruedo, porque con ella saldrán ganando, balanceando costos, y en taquillas, y nosotros, los aficionados ganaremos en disfrute, en toreo, que no me quiero ni imaginar a los niveles que puede llegar. Pero por sobretodo saldrá ganando nuestra fiesta, porque los toros volverán a estar de moda en Lima y en el Perú. Aquí te lo firmo.
Entramos a una nueva época del toreo en el Perú. La que deberán protagonizar Andrés y Joaquín, rivalizando, compitiendo, motivando s otros jóvenes s vivir la misma experiencia, y sembrando la afición en los peruanos más jóvenes para que no sientan lejana una tradición que recibieron de sus padres y participen de ella con fruición.
Tenemos que llegar al momento que vivió Colombia con el maestro Rincón, multitudes en las calles lo seguían como un héroe o seleccionado de fútbol. O cómo fue Senna para Brasil, que hizo masivo un deporte tan elitista. Fueron rebulsivos en sus países que luego rindieron fruto.
Nosotros tenemos la posibilidad de contar con dos, para que la tradición taurina de nuestros pueblos, y sobre todo la de Lima, crezca y se ponga de moda y con ello la blindarla en las preferencias de todos los públicos.