Madrid, 28 de mayo de 2010. Cuatro toros de Palha y dos de El Torreón (5º y 6º), desiguales de presentación y juego. El mejor fue el 3º y se dejaron en la muleta los dos últimos. JESÚS MILLÁN: Silencio en ambos; FERNANDO ROBLEÑO: Silencio y oreja con algunas protestas; FRANCISCO JAVIER CORPAS: Pitos y silencio tras aviso. Entrada: Lleno. Saludaron en banderillas Carlos Casanova y Jesús Arruga.
APLAUSOS. Oreja para Robleño y un bravo toro de Palha...La tarde tuvo tres momentos de interés: la lidia del tercer toro, bravo y encastado, sin duda el mejor de los cuatro animales que se lidiaron con el hierro portugués de Palha (con el que Corpas no termno de acoplarse) la faena de Robleño al quinto de la tarde, un remiendo de El Torreón que se dejó en la muleta y terminó sacando su noble fondo ante la insistencia del torero; y el tercio de banderillas del cuarto toro, en el que Carlos Casanova, que sufrió una espeluznante voltereta, y Jesús Arruga, que terminó con la banda de la taleguilla rasgada, protagonizaron un tercio de enorme emoción y vergüenza torera. Robleño, si bien la concesión del trofeo provocó algunas protestas del público. El apéndice llegó en el quinto, un serio y muy armado toro de El Torreón, que en la primera parte de la faena embistió andarín, rebrincado y sin mucho recorrido, pero que conforme ésta fue avanzando sacó un importante fondo de nobleza que sirvió al torero para instrumentar varias series templadas con la mano derecha que le valieron, tras una estocada caída, la oreja que paseó. Con el segundo de la tarde, de Palha, un ejemplar sin clase y que nunca humilló, anduvo dispuesto pero sin lucimiento por las condiciones del toro. Mató, de nuevo, de una estocada baja.
BURLADERO> Los dos remiendos de El Torreón, muy serios, cuajados y rematados, fueron un golpe en los morros a lo que trajo Palha... A pesar del desbarajuste y el timo ganadero, hubo tres toros en la corrida. Dos cayeron en el lote de Francisco Javier Corpas, que debutaba en San Isidro y al que se le fueron los dos. El otro, el primero de El Torreón, cayó en manos de Robleño, que supo hacerse con un toro encastado, meterse con él, jugarse los muslos y cobrar pieza. De ley.