Nada más despertar de la espeluznante cornada que sufrió el viernes en Las Ventas , el matador Julio Aparicio se dio cuenta de que no podía hablar. Por gestos, pidió papel y boli para preguntar cómo había salido su segundo toro, ese que no pudo ni ver salir por el chiquero mientras le operaban en la enfermería.
Dos días después del percance, Máximo García Padrós, cirujano de la plaza de toros de Las Ventas, celebra que la cornada no afectase tiroides ni grandes vasos. "El cuerno entró por la base de la mandíbula, justo por encima de las cuerdas vocal... las previsiones son mejores de lo que parecía a primera vista. Se ha hecho toda la reconstrucción del paladar y el maxilar".
Julio Aparicio Martínez, padre del torero herido y figura en los años cincuenta y sesenta, no ha visto todavía a su hijo. A sus 78 años y con siete puertas grandes de Las Ventas en su palmarés, no se siente con fuerzas. "Sólo sé lo que me dicen, que va mejor, pero no entro a verlo, no me veo capaz de ver así a mi hijo", declara con un hilo de voz.
Fuente: EL PAIS