Tarde de las que hacen historia vivimos hoy en Acho. Un Finito de Córdoba que puso la tarde a revientacalderas en el primero, en el que rozó la gloria del arte en su más sublime expresión y mereció el doble trofeo que no fue concedido. Tarde en la que Acho repitió disfrute con un Miguel Angel Perera en estado puro, crujiendo y exprimiendo toros con sendas estocadas que de por sí valían la oreja de cada uno que se llevó en el esportón y que le abrieron la puerta grande por segunda vez en la feria y hasta del Escapulario. Tarde en la que José Tomás volvió y encandiló, conquistó definitivamente el corazón de la sensible afición de Lima y lamentablemente pinchó dos faenas de trofeos, siendo incontrastable la segunda de Escpulario, de feria. Tarde en la que, un año más, estuvo a la altura del compromiso el hierro peruano de don Roberto Puga, con una corrida importante y en tipo, con astados que se emplearon con clase algunos y otros sin poner fáciles las cosas teniendo mucho que torear.
La ovación a la terna, y especialmente al maestro José Tomás, fue de categoría. Tanto que todos reflejaron en su rostro el compromiso de estar en Acho y así se comportaron. Tanto llegó ese sentimiento en Finito de Córdoba que tras ver clara la calidad de su primero no dudó en lancear a la verónica y aunque salieron sueltas tuvo ganas de novillero yendo tras el huidizo astado. Había que sujetarlo y lo hizo, dando pausas, tiempos, alturas y distancias adecuadas para construir un toreo de orfebrería, de artista. Matizó las series por ambas manos, con atisbos paulistas en los naturales dando el pecho, y con hondura y sentimiento en los derechazos barriendo la arena rimense. Enorme artista fue Juan en su circunstancia. Y no menos importante fue el estoconazo que recetó. Lo digo una vez más. Qué hay que hacer en Acho para que el desorientado del palco suelte los dos pañuelos, no lo se. Con el otro, no hubo acople, ni entendimiento. Hizo el esfuerzo pero no fue suficiente. Muletazos de calidad aislados y faena porfiona y larga que no encontró eco en los tendidos.
Volvió José Tomás desde aquel mano a mano histórico con Paco Ojeda en Acho. Volvió y conquistó una vez más pero con argumentos mucho más sólidos que antaño. Me dijo que quería hacer disfrutar a la afición y a fe que lo consiguió maestro. Su entrega fue patente desde que se abrió de capa, lanceando a la verónica con la rodilla flexionada, el quite por ceñidas chicuelinas y su toreo de muleta a un toro que se dejó crudito y que llegó brusco y con galope a sus manos ante el que hubo de aguntar y mucho, muy quieto, impávido, para trazar con profundidad una obra en la que cuando hubo de traerlo de largo lo hizo y cuando hubo de darle ventajas y acortar distancias, lo hizo. Pinchó al menos una oreja pero llegaría el quinto, ante el que toreo encajado desde el capote, con prestancia, meciendo los brazos y cimbreando la cintura, ganó los medios, rematando con una larga cordobesa de cartel. Fue una pena que pinchara lo que estaba llamado a ser faena de Escapulario. Entregado, roto con su obra exponiendo, entre los pitones, cuajando con temple y aguante cada muletazo, por largo, por pulsear para conseguirlo cuando el toro era remiso a entregarse se entregó el torero y de qué manera. Todo hecho con profundidad y seriedad extremas en terrenos muy comprometidos. Dos pinchazos dejaron la cosa en una clamorosa vuelta al ruedo y palmas al toro en el arrastre.
Miguel Angel Perera volvió a salir a hombros del coso del Rímac. Dos estoconazos bien merecían los apéndices cortados aunque mejor y más nivel mostró en su primero (3º bis) al que lanceo por verónicas, lentas y candenciosas para luego hacer quite por tafalleras como sacadas de la chistera cuando cambiando el viaje de una chicuelina ponía el envés del capote para lancear. Con la muleta, exprimió al noble por ambos pitones en trazos largos y profundos, por abajo, especialmente logrados los naturales. También en distancia corta, hizo vibrar por su entrega. En el que cerró feria, que traía nobleza, tranco y clase, rápidamente lo encimó y entre pitones lo pasó una y otra vez, emotivo y entregada fue su labor y caló rápido en los tendidos que en pie lo ovacionaban. Otra oreja le valió la salida a hombros y todos los trofeos de la feria.
Finalmente a Taurolima la enhorabuena por haber abrochado con éxito una fuerte apuesta que ha marcado, por diversos motivos, un hito en la historia de la feria limeña. Y enhorabuena a la afición de Lima que ahora sí se volcó a su plaza y a su tradicional feria.
Plaza de Acho, ultima de feria. Domingo 6 de diciembre. Toros de Roberto Puga y uno de Montegrande (3º bis), que dieron una importante tarde con toros en tipo y de bonitas hechuras, nobles en líneas generales. 1º 4º y 5º aplaudidos en el arrastre. Finito de Córdoba, oreja y silencio; José Tomás, saludos y vuelta al ruedo; Miguel Angel Perera, oreja y oreja.