Por Pedro Abad-Schuster
La prensa y el público fueron unánimes. Los olés coreados en la Sevilla de América, la bicentenaria Plaza de Acho de Lima – Perú, fueron muy sentidos el domingo 8 de noviembre 2009. Y fueron para el salmantino Juan del Alamo, novillero español de 18 años de edad, para quien todos los críticos auguran un futuro inmejorable.
A Juan del Álamo no le intimidan las distancias cortas. Ser novillero, y además en Salamanca, obliga a madurar pronto. Es algo que se nota en su actitud en el ruedo. “Es por la concentración, desde que llego a la plaza y hago el paseíllo estoy totalmente metido en faena”. ¿Y fuera? “También soy bastante serio, y tímido también”. Como casi todos los toreros que están dando sus primeros pasos, Del Álamo es muy joven. Sin embargo, no lleva una vida similar a la de cualquier chico de su edad. “No lo echo de menos porque hago lo que me gusta y disfruto mucho con esta profesión”, explica en su primera temporada como novillero con picadores, y también ha podido conocer mundo.
Sin ir más lejos, el viaje a Perú era su primer viaje en avión. Allí Del Alamo fue para cumplir con el último compromiso de su temporada, su debut en América, en la bicentenaria plaza de Acho de Lima. “Hubo un ambiente sensacional el domingo en la novillada inaugural de la Feria del Señor de los Milagros, todo sol estaba lleno, la gente se entrega muy rápido a los toreros de sentimiento. Mi objetivo en Perú siempre fue salir con la misma predisposición que he mantenido todo el año y dejar un buen ambiente de cara al año que viene”.
Esta campaña, Del Álamo ha conocido las dos caras del toreo, la del triunfo y la de la cornada. “Uno siempre espera lo máximo, pero hay que ir poco a poco. Desde que debuté he querido ser el mejor a donde vaya”. Los momentos más bellos los vivió en Arles, Mont de Marsan, Albacete y Almería, pero sobre todo en Salamanca. El año dio para mucho, también para conocer el olor de los hospitales. La respuesta a las cornadas define a un torero, y la que sufrió en Albacete era una prueba. “Lo peor de aquello fue que después venía Salamanca. Desde que ocurrió sólo quería ponerme pronto delante y olvidar. Fue una experiencia positiva”.
¿Y el miedo? “Se tiene a lo que ocurra, a no dar al público lo que pide, eso lo sientes todos los días”. Todas son experiencias que ayudan a cambiar. “Poco a poco he ido dando pasos, hacia adelante todos. Me falta aún más rodaje, centrarme aún más y coger un puntito más que me falta para ir a las plazas más importantes y triunfar”. Generar expectativas está unido a sentir presión. “Y más que eso, responsabilidad”, afirma el salmantino. “Creo que tengo los pies en el suelo y ante todo soy una persona humilde”.
Su nombre apareció a final de temporada con los posibles cambios de apoderamiento. “Es una situación complicada porque estoy empezando y viene gente y te toca, y es muy fácil equivocarte. Pero he sabido elegir bien. Guillermo Marín y Jesús Benito han planteado la temporada fenomenal y las cosas han salido, entonces quiero seguir luchando y ganarme los triunfos”. Del Álamo se muestra agradecido. Entre los tres, existe una relación de complicidad. “Me saben aconsejar bien y hay unión. La comunicación entre ambas partes es clave para dar pasos adelante”. Por lo que, salvo que todo dé un giro inesperado, seguirá este invierno entrenando en la finca de Marín, El Villar de los Álamos. “Allí estoy fenomenal, cada día disfruto más y voy aprendiendo muchas cosas nuevas”. Siempre con el apoyo familiar, “que es muy importante, y en mi caso me apoyan muchísimo”.
La charla no pone nervioso a Juan. Prefiere observar, y sopesar con tranquilidad cada respuesta. Hay quien dirá que tiene la lección bien aprendida, pero no elude las cuestiones más comprometidas. De los consejos que ha recibido destaca uno de Francisco Ruiz Miguel. “Me dice que no me distraiga, que sea yo mismo y que en la plaza sea totalmente fiel a mi persona”. De los toreros de hoy, el joven novillero se queda con Miguel Ángel Perera, “que está marcando una época”. De los toreros de ayer lo tiene bastante claro. “Manzanares, un torero con un gusto extraordinario, y Paco Ojeda, que revolucionó la forma de concebir el toreo”.
“Sería un sueño llegar a ese nivel”, confiesa, aunque por delante aún le queda mucho camino por recorrer. Primero ha sido Perú, con una categórica oreja en su primero y gran ovación en su segundo; y después un invierno duro tras el que se esconde una temporada vital. “Tiene que ser el año de situarme en un lugar importante”. Del Álamo no esconde su objetivo. “Dentro de un año espero estar pensando en tomar la alternativa”.
Fuente: Tribuna net de Salamanca.