Por Pedro Abad-Schuster
El diario La Jornada de Oriente de Puebla, México ha publicado un interesante artìculo por Alcalino, el cual nos pinta cómo piensa el Príncipe de Galapagar, el cual se transcribe a continuación.
El filósofo austroinglés Ludwig Wittgenstein dejó escrito en su Tractatus logico–philosophicus que “sobre lo que no se pueda decir nada es mejor callar” (1921). José Tomás, torero de época, lleva todo el siglo XXI sin conceder entrevistas ni hacer declaraciones, salvo aquella tan sonada charla en un noticiario de televisión en vísperas de su reaparición en México (04.11.07), que consideró necesaria para remover en algo el aletargado talante y la flaca memoria de la en otro tiempo exuberante afición del país donde se hizo torero. Pero en España, apenas unas breves palabras para tve, luego de cerrar con un indulto en Barcelona su temporada de 2008. En síntesis, un ejercicio de silencio casi perfecto. La pausa veraniega, sin embargo, me ha permitido repasar morosamente algo de mi archivo taurino, revistas y diarios antiguos y, entre aquéllas, los ejemplares de 6 Toros 6 correspondientes a las temporadas clave para el encumbramiento del madrileño, que apuntaba ya para torero excepcional desde su primer año de matador (1996) y no perdonó puerta grande de Las Ventas en ninguno de los tres años subsecuentes, con la isidrada del 99 como su consagración como gran figura del toreo. Después de torear la corrida de Beneficencia de aquel año, en el mencionado seminario se publicó una entrevista en la que JT se explaya, respondiendo las preguntas del redactor José Luis Ramón con un estilo tan directo y agudo como su toreo. Reproduzco lo esencial de la plática mencionada.
Contexto. En la primavera de aquel penúltimo año del siglo XX JT compareció por primera vez en la feria de Sevilla. Y sin ganado propicio gustó mucho, sobre todo con el capote. Pero era en Madrid donde se jugaba realmente su temporada, contratado con la máxima categoría para actuar tres veces en San Isidro, y de manera altruista en la corrida de Beneficencia del 17 de junio. La supremacía la ostentaba entonces Enrique Ponce, que sin embargo se negó a alternar con él en Madrid, luego de cerrarle las puertas de las Fallas de Valencia, plaza regenteada por su apoderado. Había, pues, un pique sordo en la intriga previa de la isidrada, a la que no concurriría El Juli, recién alternativado (15.09.98) pero convertido ya en la sensación del momento. Con él sí accedió a aliarse Ponce, en un largo y triunfal recorrido por provincias. Pero en Madrid no hubo caso. JT redondeó una feria avasalladora, con puerta grande el primer día (el de su faena imposible a un marrajo de El Sierro), dos faenones malogrados con la espada en el segundo –inolvidable el de “Tosquito”, 5o del Puerto de San Lorenzo que al principio lo era y terminó hecho una seda, transformado por la muleta mágica del de Galapagar–, un arrimón sin resultados a la astifina corrida del Conde la Corte, y como remate tres orejas más en la Beneficencia, tarde absolutamente consagratoria y una de las últimas en que este incomparable artista se dejó televisar. Lógicamente, la entrevista versa sobre esa actualidad ineludible, pero deja escritos también ramalazos intemporales, reveladores de la personalidad y los conceptos básicos de tan singular y extraordinario torero.
Veamos.
Entrega. José Luis Ramón se declara impresionado la decisión de su entrevistado de estar siempre bien, sin tomar en cuenta la condición del toro, “un reto muy alto...(que) tiene que dar mucho miedo”. Respuesta de JT: Si vas pensando en pegarle pases si embiste, y en quitártelo de en medio si no embiste, entonces pasas menos miedo... (pero) la gente no es tonta, lo nota y reacciona... La plaza de Madrid está conmigo porque todas las veces que he hecho el paseíllo en Las Ventas me he mostrado igual... yo siempre me he entregado plenamente.
Actitud. En relación con su debut en San isidro, el hombre de 6t6 le recuerda que “esa primera corrida se rompe en el quite por gaoneras que hiciste al primero del lote de Rivera Ordóñez... con viento y ante un toro nada fácil... que en la segunda gaonera te dio una voltereta”. JT: Ese gesto sirvió para que la gente viera que salía dispuesto a todo... La actitud es muy importante, claro que sí, pero debe tratarse de una actitud constante y repetida a lo largo de cada tarde. Ese toro me cogió porque... en la primera gaonera el viento me movió el capote, y en la otra ya no me dio tiempo de sacarlo a tiempo. Los toros dan volteretas y los toreros tienen que estar dispuestos a que se las peguen. Por cierto que JT volvió al toro y consumó el quite trunco entre clamores de admiración. Y eso fue nada comparado con lo del sexto: me fui al toro sabiendo que era muy malo, que pegaba muchos cabezazos, y le corté la oreja a base de exponer.
Izquierdista. En una época en que casi no se ven naturales, José Tomás se distingue por tu apego al toreo izquierdista. Y lo explica con esta sencillez: Lo que persigo en el toreo es la naturalidad... y la muleta con la mano izquierda cae más natural... y uno también siente más la muleta... la notas en la yema de los dedos, y la muñeca tiene más libertad de movimientos que con la mano derecha, que debido a la espada va más rígida. Eso sí, cuando el periodista le recuerda la solución de Joselito, que solía tirar el estoque para dar derechazos con la muleta libre, la respuesta es escueta: La verdad es que no me veo (haciéndolo así). Quizá algún día, no lo sé. Ese día llegó, y el 5º toro de su encerrona reciente en Barcelona estuvo a punto de herirlo en una fea colada al estarlo toreando con la muleta libre por el pitón derecho, la espada clásicamente atrás, sujetada con la zurda.
Congruencia. Al echar un vistazo al escalafón, el entrevistador nota que JT lleva apenas 14 corridas toreadas (al 25.06.99) por 50 de El Juli. Respuesta del entrevistado: Para mí... lo realmente significativo es el sentimiento y la rotundidad con que haga las cosas... y que cuando salga de la plaza, la gente hable de mí. Si estoy siempre bien, si consigo superarme día a día, voy a sentirme realizado... Claro, cada tarde hacen el paseíllo conmigo dos compañeros, que te obligan a pelearte con ellos. En cualquier caso, la pelea fundamental la tengo entablada conmigo mismo.