CELENDIN vibró, Caro y Del Álamo se repartieron 8 apéndices, indulto incluido
Por Magaly Zapata
Es impresionante sentir vibrar los maderos y más aún diez mil almas que al unísono pedían trofeos y también indulto. La de hoy fue una tarde triunfal en la que el novillero Joaquín Caro -2 y 2 más rabo simbólicos- y el diestro español Juan del Álamo - 2 y 1- salieron a hombros acompañados de niños y adultos.
La clave de la tarde más allá del buen toreo y capacidad para aprovechar o estar por encima de las condiciones de sus lotes, fue refrendar con la espada lo bien hecho con la muleta. 3 de 3 estocadas que hicieron rodar astados porque el último fue el indultado del hierro Campo Bravo que fue bueno; al primero le dieron la vuelta al ruedo y fue de San Simón como el segundo; el tercero correspondió a Monte Carmelo.
Juan del Álamo tuvo en su primero un buen astado de San Simón que le permitió recrearse en algunos muletazos y nos dejó paladear el buen toreo. Temple y cadencia, bien reunido, suavidad y firmeza. Tras rematar en una serie con el de pecho perdió la cara del toro al mirar al público, el toro lo siguió y lo levantó por los aires cayendo de mala manera, con golpe en la frente y semi noqueado fue levantado por sus compañeros pero pronto volvió a la faena. Despachó a la primera y con rotundidad le pidieron doble apéndice. En su segundo, un Monte Carmelo que no se terminó de entregar a su muleta, que iba gazapón le ganó la iniciativa cruzándose y templándolo a su paso. Fue la espada la que hizo que le concedieran una oreja más a su cuenta personal.
Joaquín Caro venía imantado con el último desde que lo vio en chiqueros y me lo comentó en la jornada matinal con los niños. Pues le tocó buen novillo de Campo Bravo que a la postre tuvo mayoritaria petición de indulto y que le valió la concesión de dos orejas y rabo que no pudo pasear porque los toros arrastrados ya no estaban. Con ese lanceó a gusto con el capote por verónicas y también por chicuelinas y se le vio además a gusto
en las banderillas poniendo el tercer par por los adentros y al quiebro. El público encendido en aplausos. Con la muleta no se guardó nada. Desde un torero inicio hacia los tercios, firmó un trincherazo de cartel, templando con suavidad por abajo, hasta cuando hábilmente le dio pausas y cambiándose de terreno lo hizo ir a los medios por muletazos templados con ambas manos, me quedaron tres naturales largos y profundos que junto con el trincherazo inicial van mostrándonos que empieza a poner la técnica al servicio de su expresión torera y eso es lo que trasciende. Acortó un poco distancias pero el novillo seguía desplazándose, sus virtudes fueron la nobleza y fijeza, no así la boyantia de irse rebosando hasta atrás de la cadera, más bien fue acortando sus embestidas. Fue cuando hizo cambiados por la espalda y circulares invertidos. El público estaba encantado con sus embestidas y con el bien torear del peruano que cuando se perfiló a matar al unísono gritaban que no. Demoró el juez en dilucidar y el novillero seguía toreando y el novillo empleándose noble con alegría. Finalmente se indultó. En su primero aún cuando cortó orejas, el novillo parecía algo reparado de la vista porque se iba sin ver capotes y directo al caballo. De ahí que la faena la hiciera más en cercanías donde veía y se empleaba sin molestar. Un espadazo entusiasmó al graderío y pidieron con fuerza la segunda.
Con un total de 8 apéndices, 7 orejas y rabo concedidas, de las cuales se pasearon 5, y los dos toreros a hombros y sobretodo con el público feliz, muchos en el ruedo acompañándolos en su salida y otros sin abandonar los maderos fue que concluyó la tercera tarde en Celendin, de manera triunfal. Merecido.
Para mañana repite Juan del Álamo y se estrenará Joao Silva 'Juanito' de Portugal.