Fría que terminó en gélida tarde climatológicamente vivimos hoy en el coso El Vizcaíno de Chota que vió su segunda tarde de toros en feria que celebra sus 50 años. Y precisamente fue 'bodas de oro' el toro que cerró el festejo.
El Fandi cortó oreja a cada uno de su lote y salió a hombros. Rafaelillo cortó una en su primero y vuelta al ruedo en el otro, en tanto que el peruano Joaquín Galdós se fue de vacío a pesar que dejó los mejores trazos de la mejor faena de la tarde en la arena.
Fue en el tercero, un gran toro que tuvo calidad y nobleza, que fue a más. La divisa rosada de Santa Rosa de Lima echó astados con esas características pero que en algunos las fuerzas no acompañaban su acometividad y sus ganas de embestir y condicionaron las faenas y resultados, cómo fue el caso del cierra tarde.
Empezamos por el final con un Joaquín Galdós con ganas de tocar pelo pero que se estrelló con la flojedad que supo administrar, en alturas y distancias, aportando su sal, en sus formas, por su colocación, empaque y gusto para torear pero que finalmente no fue suficiente para tocar pelo. Tuvo entre manos un toro que quería embestir y no podía. El que si embistió y pudo hasta el final fue el tercero. Negro apretado de cornamenta que fue de menos a más en la lidia. Lo saludó por verónicas con sabor y gusto y quitó por chicuelinas con aromas manzanaristas. Ya con la muleta lo mimó de inicio porque dobló las manos. En ese tramo, un par de naturales al ralentí con desmayo dibujó que todavía saborea mi retina. Lo sacó a los medios y ahí cinceló una faena de empaque y gusto, de detalles, suavidad en el toque, hondura en el trazo, esa que da la muleta barriendo la arena con temple y compás. Y surgió el toreo caro, sea por zocata o por diestra, coreada con olés del alma. Sea arrebujado que despatarrado. Se entregó tras el acero que cayó un tanto tendido, demoró en doblar, marró el primer golpe de verduguilllo y el triunfo de doble trofeo se esfumó. Petición hubo que el palco desatendió. Pero ahí quedó eso.
Rafaelillo vino con ganas de conquistar un territorio y lo hizo. Su primero tuvo poca fuerza y lo pasó a media altura y fue acortando distancias, desplantes y alardes de valor hubo pero también temple y saber. Con el otro echó mano de habilidad, de poner en el tiesto los recursos que hubieran para conectar. La música que sirvió para disfrutar los muletazos robados ante el débil cuarto bis, pequeñajo que salió tras el cambio por protestas por uno invalidado tras un derrote seco que lo afectó. Su tarde se cerró con una vuelta al ruedo.
David Fandila 'El Fandi' fue el triunfador con puerta grande. Vino otro años más y volvió a enfandilar E Vizcaíno. En su primero las chicuelinas fueron de recibo al que siguió el delirio en banderillas. Sin apoyo de peonada hizo todo sólo. Un par al violín cerró el tercio. En muleta toreó interactuando, con temple siempre, jugando con las alturas para construir a más su labor. Estocada casi entera y petición de dos que quedó en un apéndice. Salió por más en el quinto, objetivo de puerta grande cumplido. Este toro de la divisa rosada fue a más porque fueron sus argumentos técnicos los que finalmente me hicieron disfrutar de la calidad que traía el burel al que terminó toreándolo a placer, por bajo y con los vuelos en una serie de naturales en los que se recreó. Antes, de capote, variedad hubo con las lopecinas. Después el alarde y el desplante para cerrar. Estocada arriba y otra oreja ante la presión del público que lo aupó en volandas.
Y cerramos la crónica de la gélida tarde como empezamos, por el final. Porque en ese toro llegó lo que será anécdota histórica.
Andrés Roca Rey entró mediada la corrida y se instaló cerca del patio de cuadrillas en Sol, tapadito. Pero se le ocurrió vestir de monosabio con cachucha en la suerte de varas del sexto. Varilla en mano, resguardaba su caballo de picar al que acompañó hasta fuera de la arena. Caprichos que se puede dar un figurón del toreo en su casa.