Dia uno en Madrid. Llegué. Instalada a las 15 horas local. Descanso y ducha. Reencuentro con mi hija, con Madrid y con la dureza de la fiesta.
Directo a la plaza por una entrada a la corrida. Acompañando a mi amigo Aguirre en una contrabarrera de solysombra al costado de la puerta de cuadrillas.
Nuevo ángulo para ver el movimiento previo y el paseíllo. Una corrida flojita y descastadita de S. Domecq. Infame el viento.
Malo el lote de Uceda y fatal estuvo con la cruceta. Hizo lo que pudo con su lote. Silveti con el mejor lote no empujó la fortuna.
Fortes salió decidido desde la porta gayola primera y jugándosela a cada segundo aguantando firme en el sitio del triunfo o la cornada.
En su primero tras espadazo llegó la oreja. En el otro mismo guión y tras tres tandas llegó lo que se olía en el ambiente, la cornada.
Drama. La gente en mi zona lloraba. Y unos chinos no lo podían creer. Lo vimos llegar abajo nuestro, cargado, para entrarlo a enfermería, sus ojos muy abiertos como pidiendo ayuda al que le correspondía con la mirada, y la sensación de no poderlo ayudar, se cogía el cuello con la mano, apretando su vida en ello y la sangre. Mucha sangre.
Iba por otra oreja o por el hule. Lo comentábamos al iniciar la lidia del 6o. Y se nos vino otra vez a porta gayola. Lanceó bien y en muleta el toro pardcía ser el mejor de la tarde por su movilidad. Inició bien por bajo y no sé si por su ponsoñería, si por el viento, si porque está escrito en su destino... Certero navajazo o mejor dicho trapera puñalada a su ilusión y la mia de verlo salir a hombros de su valor y aguante.
¡Así se viene a Madrid! Dijo alguien por ahí. Sí señor. A matar o morir. Duro pero la fiesta es así. Madrid es así. Por eso da y quita. Por eso es MADRID.
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