- Es que yo la espantá la he dado, como todo lo que hecho en el toreo, porque me ha salido del corazón y... por falta de piernas.
- Bueno, bueno...Cuando se dice falta de piernas, se entiende flojas condiciones físicas en el torero. Yo no he sido nunca un atleta. Por eso, cuando veía que no podía dominar al toro, daba la <
-¡Rafael!
- De lo más lógico. Vea usted: estaba delante del toro y veía que me iba a coger, porque usted ya sabe que cuando los toros van a coger, avisan.
-¡No! No lo sabía.
- Sí. Avisan. Pregunte usted a otros toreros y verá como le dicen lo mismo. Hay un presentimiento, una sensación, lo que le he dicho: un aviso. Y ahora, dígame usted, si sabe que el toro le va a coger, ¿se va a quedar delante de él?
-¡De ninguna manera!
- Por supuesto que no. Sería del género idiota. Y ahí tiene usted explicado el porqué de la <
-A medias. ¿En qué notaba usted que lo iba a enganchar?
- Eso lo ve sólo el que está con el toro. La gente de los tendidos no se lo explica, pero sus motivos hay. Desde arriba parece que el toro se está quieto; pero a medio metro de él, o a dos metros, según los casos, se oye su respiración, se observa su mirada, se ven sus gestos, y por todo esto y otros muchos detalles, se deducen sus intenciones.
- Resumiendo... Cuando no se puede con el toro, hay que dar la <
-Sin embargo, si el torero se queda quieto, es posible...
- Posible, no. Seguro. Le coge. Y, sabiendo esto, no se va a quedar uno a merced de la fiera. No es miedo, no. Si el toro era bueno y entraba, yo no tenía que dar la <