Diego Silveti ya es matador de toros. Esta tarde, en la plaza de toros de Gijón, y ante una expectación desbordante, el último representante de la dinastía Silveti ya ha pasado a formar parte de la lista de matadores de toros que iniciara su bisabuelo y continuaran su abuelo, su padre y su tío. Cinco matadores en cuatro generaciones, lo que supone un hecho histórico en la Tauromaquia.
Y la tarde de la ceremonia de Diego Silveti no pudo estar más llena de contenido y de emociones, aunque con el disgusto de no haber acertado con la espada, pues la dimensión y la fuerza de sus dos faenas le hubiesen valido un total de tres orejas.
Gran actitud, frescura, raza y mucho y buen toreo, esas han sido las columnas sobre las que este nuevo Silveti ha solventado una tarde de máxima responsabilidad y repercusión a todos los niveles, tanto desde el punto de vista de los profesionales, aficionados y medios de comunicación. Porque su padrino y testigo, José Tomás y Alejandro Talavante, han rayado a una grandísima altura, sin facilitarle nada las cosas al nuevo matador, que tuvo que tirar de amor propio y un gran concepto para mantenerse al nivel de sus dos alternantes.
Con lleno de "No hay billetes" desde hacía días, se han lidiado 6TOROS DE SALVADOR DOMECQ, el cuarto como sobrero. Bien presentados, de buenas hechuras y de juevo variado. Se dejaron con distintos matices 1º, 4º, 5º y 6º. El resultado de la terna fue el siguiente: JOSÉ TOMÁS (ovación y oreja con petición de la segunda), ALEJANDO TALAVANTE (ovación y dos orejas, salió en hombros) y DIEGO SILVETI (ovación y vuelta al ruedo).
MUNDOTORO. Soberbio Talavante, que salió en hombros después de una faena cumbre y grande José Tomás, que firmó su actuación más sólida y redonda desde su retorno a los ruedos. No se dejó atenazar por los nervios Silveti en su alternativa y toreó por momentos con una despaciosidad impropia de un torero recién alternativado. Todo, en una corrida de juego notable de Salvador Domecq que sirvió de juez para un espectáculo lleno de contenido.
La faena de la tarde ¿y de la feria? fue la de Talavante al quinto. Soberbia en todas las distancias. Se pasó primero al toro muy cerca con el capote a la espalda y después de los estatuarios de arranque hubo dos series extraordinarias con la zurda y otra con la mano derecha enorme. Todo muy roto y rotundo. En la distancia corta el arrimón fue de vértigo, dejándose olisquear la taleguilla. Como las bernadinas finales... Antes compuso y condujo con asiento las pocas embestidas que tuvo el tercero y lo mató de un estupendo volapié al segundo intento.