Por Pedro Abad-Schuster
8ª y última novillada: Plaza Monumental Nuevo Progreso de Guadalajara, Jalisco, la plaza con el toro más serio de México (equivalente a lo que es Bilbao en España). Domingo 3 de octubre 2010.
El video está en el link: http://www.mundotoromexico.com/2010/index.php?acc=galmultd&id=437
Las fotos de la novillada están en el link: http://www.mundotoromexico.com/2010/index.php?acc=galprod&id=1229
Extractos del artículo en el Diario El Informador. Hay que aprender a estoquear...Mejoró la entrada, y qué bueno... Unos tendidos más nutridos animan y entusiasman con un quinto de aforo en una tarde soleada, pero fresca, con un cielo despejado y azul en el cierre de la temporada novilleril tapatía. Novillos toros de Marco Garfias con presentación y romana con uno, el primero, un cárdeno bajito y paliabierto que pese a ser severamente castigado en varas, chorreándole la sangre hasta la pezuña, fue un astado de orejas, para consagración de triunfo grande. Claro, noble, con fijeza y son, mucho son, embestía franciscanamente, vamos, para bordarlo, que sí, debiendo de haber merecido arrastre lento, que tuvo un torero que aprovechándolo a medias, pero muy a medias, se fue completo al desolladero sin ningún honor. Hubo dos más que se prestaron para lucir, pero ni con poco al nivel del que abrió plaza. Fueron con cierta obligación a las puyas, terminando en el tercio último con poco lucimiento y escasa transmisión, condiciones mayormente acentuadas en los restantes del sexteto. Luego de notables actuaciones en el embudo capitalino, volvió Oliver Godoy (de Guadalajara). Se llevó el premio gordo, pero no lo supo cobrar, dejando ver en su actuación expresión estética, que sí, por sus elegantes formas y buenas maneras, pero también su limitada proyección de intensidad al no embraguetarse como lo merecía el noble garfieño, destacando series de toreo por abajo con ayudados y al natural por ambos lados, y con las dos manos que se le jalearon sin la enjundia que de habérselo pasado más reunido y cerca hubiese conseguido. Trasteo largo, pasándose en él para cerrar con bernadinas y fallando con el acero, pues ahí quedó...Se llevó el de la tierra el mejor lote toda vez que el cuarto valió; y mire Usted por dónde, amable lector, que Oliver se empleó a más con éste que no le llegaba para nada al primero, estando más centrado, dejándole la zarga en la cara para ligar, hilvanando ayudados con la diestra y al natural con la zurda ovacionados, para terminar otra labor prolongada con manoletinas que remató con tres pinchazos y entera, saliendo a saludar entre clara división.
Y contrastando...Contrastando, el de mayor tirón del cartel, Gerardo Adame (de Aguascalientes), promesa alentadora y triunfal de la temporada de Guadalajara, llevándose el hueso del encierro, demostró su alta capacidad torera para pensar en la cara de los bureles, echando mano a su disposición y entrega, aquí sí, ciñiéndose a los astados, reponiendo lo justo con una conjunción de voluntad, de tesón y de empeño que el público le agradeció a lo largo de su actuación, haciéndolo todo él, vamos, inventándose las faenas ante la poca colaboración de los de su lote. Dando una muy merecida vuelta al ruedo en el segundo tras de pinchazo y entera que bastó. Con el quinto en el mismo nivel que en su anterior. Con entrega y fundamento se dio en una faena larga, con algunos momentos lucidos que se le aplaudieron, pero sin filo sus espadas pinchó en tres viajes, cobrando al fin estocada tres cuartos no sin antes recibir dos avisos del palco, obligándolo el cotarro a saludar en el tercio. Se va, insisto y repito, como una muy halagüeña promesa de la torería joven, que tiene ante sí un futuro por demás prometedor.
Por cuanto a Carlos Rodríguez (de San Luis Potosí), un chaval de buena planta y finas maneras, dejó constancia de su buena voluntad, como de su claro verdor. Le costó encontrarle la distancia y el sitio a los garfieños, aunque en faenas un tanto cuanto intermitentes, con algunos momentos lucidos, pero sin conjunción. Lo que sí, pese a su elevada estatura y largueza de brazos, anda perdido con los estoques. Se va desde que se perfila sin quitar la mirada de la faz del astado, -- cuando es en el momento de la estocada el instante único en el que el torero DEBE de perderle la cara al enemigo, fijando su vista en lo alto del morrillo que es el sitio al que debe de dirigir la espada --, pinchando de más, cinco viajes en el tercero, escuchando un aviso y cuatro más en el sexto recibiendo dos trompetazos del palco. Tendrá tanto camino por recorrer, como condiciones y decisión para corregir errores que le permitan valorar sus capacidades para buscar el éxito en la tan difícil cuanto hermosa profesión. Se verá y... Y se dirá. Fuente: Diario El informador de Guadalajara-Francisco Baruqui.
Otras galerías de la semana: Ochoa en Pachuca:
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