domingo, 10 de octubre de 2010

El peruano más ilustre y universal de nuestro tiempo, al quite del toreo.

Por Pedro Abad-Schuster

José Luis Benlloch (de la Revista Aplausos) ha escrito el siguiente artículo, “Un Nobel al quite del toreo. El premio a Vargas Llosa hace por la fiesta lo que los taurinos no consiguen”.

La concesión del premio Nobel a Vargas Llosa, aficionado declarado a los toros, a cuya defensa consagró múltiples debates y varias de sus piezas literarias, entre ellas la titulada 'Torear y otras maldades' recientemente galardonada con el premio periodístico 'Manuel Ramírez' que concede anualmente ABC de Sevilla, ha llegado para el propio toreo como auténtica agua de mayo, justo cuando más arrecia esa especie de zafarrancho taurino que cruza España de norte a sur sin que el propio toreo acierte a estructurar su defensa, posiblemente como reflejo directa de su propia y anárquica personalidad.

Desde ayer, si persona de cultura y civilización tan reconocida y refinada en el mundo como Mario Vargas Llosa es capaz no sólo de ponerse públicamente al lado del toreo -los hay que los hacen a escondidas- sino bregar en su favor, hay que pensar que el toreo tiene valores que van más allá de la barbarie que le adjudican los enemigos.

En el articulo premiado por ABC de Sevilla, Vargas Llosa relata una encendida discusión que mantuvo con una culta dama en el transcurso de una cena en Santo Domingo a la que recordó que «la delicada langosta de la que ella estaba dando cuenta en esos mismos momentos y con evidente fruición había sido víctima, antes de llegar a su plato y a sus papilas gustativas, de un tratamiento infinitamente más cruel que un toro de lidia en una plaza y sin tener la más mínima posibilidad de desquitarse clavándole un picotazo al perverso cocinero».

En el mismo artículo escribía «para quien goza con una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo. Que, para saber que esto era cierto, no era indispensable asistir a una corrida. Bastaba con leer los poemas y los textos que los toros y los toreros habían inspirado a grandes poetas, como Lorca y Alberti, y ver los cuadros en que pintores como Goya o Picasso habían inmortalizado el arte del toreo, para advertir que para muchas, muchísimas personas, la fiesta de los toros es algo más complejo y sutil que un deporte, un espectáculo que tiene algo de danza y de pintura, de teatro y poesía, en el que la valentía, la destreza, la intuición, la gracia, la elegancia y la cercanía de la muerte se combinan para representar la condición humana».

Y en cuanto a la prohibición de los toros en Cataluña que se vislumbraba aquellos días como próxima escribió: «Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras, negarse a ver a cara descubierta aquella verdad que es inseparable de la condición humana: que la muerte ronda a la vida y termina siempre por derrotarla. Que, en nuestra condición, ambas están siempre enfrascadas en una lucha permanente y que la crueldad -lo que los creyentes llaman el pecado o el mal- forma parte de ella, pero que, aun así, la vida es y puede ser hermosa, creativa, intensa y trascendente. Prohibir los toros no disminuirá en lo más mínimo esta verdad y, además de destruir una de las más audaces y vistosas manifestaciones de la creatividad humana, reorientará la violencia empozada en nuestra condición hacia formas más crudas y vulgares, y acaso nuestro prójimo».

El gusto por los toros de Vargas Llosa va más allá de sus escritos y así en su última visita a Sevilla para recibir el premio 'Manuel Ramírez' tuvo gusto en asistir a un tentadero en la finca El Parralejo, en plena sierra norte de Sevilla, donde pastan la vacada de Pepe Moya y en donde Finito de Córdoba hizo una exhibición del mejor arte de torear para su disfrute. Para quienes se hayan podido posicionar ideológicamente frente al Nobel peruano, recordar que otro Nobel, Gabriel García Marquez, también en el bando de enfrente, hizo reconocimiento público de su afición a los toros y acudió en muchas ocasiones a las plazas como aquella tarde en la que debutaba en público el joven Litri y apareció con el presidente de la Junta de Andalucía, José Rodríguez de la Borbolla, militante del PSOE por cierto. Como anécdota reseñar que Antonio Borrero Chamaco, que actuaba en el mismo festejo y con el que compartió tantas y tantas horas de charla, brindaría su actuación a su gran amigo Gabo. Por todo ello y por más en las ultimas horas desde la academia de Estocolmo se ha hecho por el toreo bastante más que han podido hacer sus más genuinos representantes. Fuente: las provincias.es – José Luis Benlloch