Por Pedro Abad-Schuster
La imponente Monumental de Tijuana a orillas del mar y a 100 metros de Estados Unidos rozó el lleno, en la primera encerrona como matador de toros de Alejandro Amaya. El diseño y pintura del cartel de la corrida estuvo a cargo de Humberto Parra, artista peruano afincado en Jerez de la Frontera. Tarde fresca, con clima agradable de bochorno y cielo nublado. Gran ambiente de los 18,000 aficionados convocados por la Fundación Por Ayudar para la noble causa de la Cruz Roja. La celebración del Bicentenario de la independencia mexicana y los 50 años de la plaza ha tenido un único espada en el cartel, un torero tijuanense espigado, de buena planta, que ha hecho un esfuerzo muy grande en España toreando importantes corridas y denota desarrollo y madurez. Los toros de diversas ganaderías han estado muy bien presentados, de poco juego, excepto los 3 últimos. Faenas muy entonadas con una gran actitud de Amaya esta tarde. Solitaria vuelta al ruedo en el último de la tarde, ha sido el balance numérico de su actuación. Alejandro Amaya, un torero con mucha solera, se ha descarado más esta tarde tratando de conectar con la gente.
Ha puesto banderillas en el 3º, un momento destacado de esta encerrona. En el 4º con el mejor toro de la corrida de Fernando de la Mora, Amaya ha sido empalado de manera espeluznante lesionándose el hombro derecho; se repone para pasaportar al animal, pasa a la enfermería y regresa luego de 10 minutos. Con el noble y de gran calidad 5º de Bernaldo de Quirós, armó la escandalera. Y en el 6º de Téofilo Gómez, consigue finalmente una vuelta al ruedo, perdiendo al menos una oreja por el estoque. La espada no le ha acompañado toda la tarde a Alejandro Amaya. Sin embargo, Tijuana con la plaza casi llena ha visto a un Amaya torero de las zapatillas a la montera, con una gran actitud y madurez.
Al inicio de la corrida más importante del año en Tijuana, se dio el reconocimiento a Antonio López Hurtado, propietario de la plaza, y hubo un homenaje de un minuto de silencio en memoria del fotógrafo tijuanense Gastelum. Amaya vestía un traje con bordado de cruceta como los años 40, de color negro y bordados en pasamanería blanca; el capote de paseo tenía impreso una imagen de la Cruz Roja. Como sobresalientes actuaron el torero de León Ismael Rodríguez y El Calesa, sobrino de José Antonio Ramírez El Capitán, hijo del maestro El Calesero.
La gesta de Alejandro Amaya inició con un toro de Marrón de 490 kilos, cárdeno oscuro alto, enmorrillado, fuerte. De movimientos descompasados no permitió lucimiento con el capote, sangró abundantemente en varas. El toro al sentirse podido regateaba la embestida, ha durado poco y no terminó de romper. Faena breve y sobria, clásicos muletazos de Amaya con aroma rondeño. Demora en la suerte suprema y es silenciado. El 2º de la encerrona fue un ejemplar de Espíritu Santo, con 467 kilos, cárdeno claro, girón, corto de cuello, caribello, con poca fuerza y conducta reservona. Amaya con los pies clavados en la arena se ha gustado en toreo ligado, pero el toro no tenía recorrido. Entra a matar y al pinchar sufre un golpe en el hombro, descabella y es aplaudido. El 3º de Pepe Garfias (De Santiago), de 495 kilos, negro entrepelado, rabicorto, amplio de pecho. Amaya lo recibe con larga cambiada, buenos lances a la verónica y mandiles a pies juntos. Muy quieto y firme Amaya, el toro galopaba más alegre y franco que los dos anteriores. Alejandro Amaya, que no banderillea, pidió los palos, algo inusual poniéndole chispa a la tarde, ha estado fácil en banderillas llegando sin prisa a la reunión, desahogado y con gracia muy pinturera en 3 pares que emocionaron. El toro reservón, de embestida complicada y peligro sordo miraba al torero que se la ha jugado. Muletazos con arrojo y entrega, aguantando a pie firme sin miramientos y cruzándose a pitón contrario. Demora en la suerte suprema y es aplaudido.
El 4º de Fernando de la Mora, el mejor de la corrida, de 495 kilos, un toro con recorrido, berrendo en cárdeno, capirote, botinero, alunarado, muy alto y hondo el toro. Puyazo medido de Adalberto Juárez. En quites, chicuelinas muy toreras con la mano baja del sobresaliente El Calesa que recordaron el arte que caracteriza a la dinastía de los Caleseros. Amaya instrumentó suaves lances de capote antes de brindar la faena. El toro tenía mucho son y ritmo en la embestida. Apenas iniciando la faena de muleta con un péndulo, ha sufrido Amaya un volteretón tremendo de órdago, el golpe del pitón ha sido en el hombro derecho, queda casi inconsciente, y ya sin la casaquilla saca la casta Amaya, corre la mano en 4 muletazos formidables al toro embistiendo con ritmo y gran calidad por el derecho, extraordinarias condiciones de bravura toreable, noble y obediente el animal. Pases de todas las marcas, pero estaba resentido del hombro, apenas sostenía la muleta. Entra a matar, deja casi media estocada y descabello. Ovacionado el mexicano y pasa a la enfermería para regresar luego de ser revisado. El 5º de Bernaldo de Quirós de 495 kilos, un toro muy bien presentado como toda la corrida, cárdeno oscuro, entrepelado, bragado, alto, con caja. Castigo medido en varas de Gabriel Meléndez. No estaba sobrado de bravura, pero era repetidor y metía la cara con calidad y nobleza. Toreo lento, de suavidad y pulso, pasándoselo por la faja, faena medida con temple y calidad, destellos artísticos y pases de excelente factura de Alejandro Amaya. Pinchazo hondo y trasero. Ovacionado el torero. El 6º y último de la tarde, “Bicentenario” de Teófilo Gómez, con 485 kilos, corto de caja, enmorrillado, sin estilo definido. Brindis a su apoderado de México Pablo Labastida. Sin humillar, ni sobrado de casta, punteaba el engaño de Amaya. Estocada bien ejecutada pero con travesía. Vuelta al ruedo. La tarde entera ha sido un esfuerzo titánico del torero con buenos momentos con el capote y muleta. (Fuente: diario Frontera)
Fotos: http://www.frontera.info/EdicionDigital/Ediciones/20101004/PDFS/Deportes_12.pdf