miércoles, 18 de junio de 2025
𝑨𝑪𝑯𝑶 𝟮𝟬𝟮𝟱 || 𝑪𝑨𝑹𝑻𝑬𝑳𝑬𝑺
martes, 19 de noviembre de 2024
ACHO 2024 LA FAENA DE LOS ESCAPULARIOS
ACHO 2024 NOS DEJÓ UNA SORPRESA... Manuel Caballero
ACHO 2024. LOS AFICIONADOS OPINAN…
lunes, 18 de noviembre de 2024
ACHO 2024. Castella se lleva su 4o Escapulario en una tarde con duende
Cerrojazo en Acho con Sebastián Castella y Roca Rey a hombros
Acho vivió una de sus más bonitas tardes de los últimos años, una tarde con duende, eso fue, de las que se sienten y se atesoran, en la retina y en el corazón, que tamiza y deja la esencia de un encanto inefable, qué difícil describir, y que empezó hace poco más de 3 meses, con esperanza en La Esperanza y no defraudó. La feria fue in crescendo, a más.
Y en este cierre se sentía en los patios de Sol y de Sombra algarabía por el presagio de algo grande; Lima sabe, Lima conoce, Lima tiene memoria taurina. Lima siente, Lima aquilata y se entrega. 3 toreros 3 conceptos: el de entrega y finura en los vuelos, el del artístico empaque torero y aquel otro poderosamente arrollador. Esencias del insuperable cartel del 17 de noviembre 2024 que cerró feria con Castella, Manzanares y Roca Rey.
Y por eso Lima llenó su histórico escenario, de vida, de entusiasmo y de ilusión, cuando los reaños del alma buscan motivos de redención para seguir existiendo, había que ir por el cambio y se hizo, unidos empujamos el carro con esperanza, con fe que el nazareno nos sostenía en su manto protector. Ese nazareno vistió el torero de Alicante, respeto y devoción, en el nombre del Padre. Impedir no puedo que borbotones de emoción lleguen a usted cuando es la verdad del toreo la que colma y calma. Calma la ansiedad y colma el alma. Nos jugábamos mucho y la verdad nos hizo libres para seguir encontrándonos en esta seña de identidad y tradición. Un himno desgarrador por la libertad, libres seremos siempre y tanto, que cuando retumba y remece los machones de mi Acho del Alma, es el preámbulo de una tarde donde la libertad en su más pura esencia dramática se expresa ante la muerte, trágico rito que aunque la música intenta ponerle alegría, existe y está. Es su esencia. Drama ante la muerte y drama en libertad.Y lo digo porque el cierre de Acho tuvo en las tres muletas esos matices de expresión: la algarabía del olé que ruge como ‘un aria de los 9 do’ levitando en la floritura, hasta el ole gutural que como quejío quiebra la voz, tan seco que parte el alma; o aquel envuelto en mística gregoriana cuando surge como oleada mediterránea, suave y a compás y te desgarra el sentimiento. Cuando Acho ruge, vibra, se entrega no hay parangón en el mundo, arquerías milenarias que cobijan como bella caja de resonancia las vibraciones del toreo caro que trasciende desde la arena hasta el cerro que columbra el arte, ondas sonoras que regresan, ¡ay! es la música callada del toreo que conmueve, que conmociona.
Y aunque los cánones mandan reseñar, prefiero contar. Contarte que lo de ayer fue mágico, que sentimos el toreo atemporal, que disfrutamos el poderío y la entrega, a veces del uy y el ay, que la tarde se nos ponía cuesta arriba. Llegamos al tercero y los figurones, Castella y Manzanares, aun cuando el francés había hecho lo posible con un toro agarrado al piso y el alicantino había sujetado con ritmo, temple y compás al claudicante, una espada tendida y un puntillero desacertado le quitaron trofeo. Turno del peruano, con la cuchilla entre los dientes, sujetó al suelto con su especial capacidad escénica y técnica, chicuelinas y tafalleras y Acho empezó a rugir. Miré para arriba y ¡Qué bonita luce mi plaza cuando el lleno es auténtico de bandera! Como antes, había gente hasta en las escaleras.Vuelvo al tercero, muleta en mano, ¡uy! arrojado inicio de rodillas de Roca Rey en los medios, derechazos y cambiado, los oles llegaban al mar; tras naturales atacando, llegan circulares y la explosión era una algarada popular. Estocada trasera y entera. Unánime petición de dos que el palco hubo de acatar y la vuelta fue apoteósica. Y los figurones tenían que remontar y no irse de vacío. Castella defendía trofeo 2023 y Manzanares mascando por dentro el suyo por derecho del 2016 que no se dio, y salió por cuarto “Novelero” número 242 con 484 kilos, bonitas hechuras del toro y poca furza, Dios que tuvo calidad al embestir por abajo, Castella lo recibió por verónicas pero el remate de larga cordobesa fue un aire recogido de “benlliure”, una escultura. Lo cuidó en varas, gaoneras del ay y se arroja el inoportuno espontáneo a perturbar la condición del toro ¡reclamos a su tierra! Alto impacto, como antes, se lo dejó venir de largo y luego inducir al gentío frenético de algarabía hacia su macizo pero suave toreo con las yemas de los dedos y el corazón en los vuelos de la muleta, conexión divina que templa y detiene el tiempo, todo en un palmo, girando, aguantando, sometiendo, expresando, y Acho vibrando ante el toreo menos estentóreo pero de esencias, el de Núñez tuvo calidad y tiró de raza para sostenerse y colaborar, circulares del delirio, algunos iban por un indulto justamente no concedido, estocada bien sujeta arriba y los pañuelos pusieron dos orejones de oro tras merecida vuelta al ruedo al toro.
Éxtasis total mezclado con angustia y el quinto no fue bueno, tampoco malo, esaborío le dicen, flojito, pero Manzanares fue su norte y su guía. En otra muleta no hubiera sido faena de fino mimbre, de alturas de escapulario, muleta a media altura para que no claudicara, arrebujándose en el embroque, templando con suavidad y despacito, que despacito torea Josemari, los de pecho en redondo eran sugerentes como “el beso de Rodin”, y vaya cambios de mano... trazos delicados en la arena como la espuma de las olas mediterráneas cuando suaves y sutiles acarician las orillas; así surgió su toreo, como acariciando el andar, que no embestir, del Núñez, y así salían los oles de las gargantas, a pellizcos del alma, que retumbaban en su catedralicio empaque torero, vaya faena, citó a recibir para matar y la espada defectuosa por contraria no tuvo premio pero ahí quedará que la sensible afición de Lima en el sumun de su afecto lo obligó a pasear el ruedo, se le espera y se le quiere al torero de Alicante. El sexto otro esaborío no permitió al nacional redondear su tarde pero esa puerta grande ya tenía dueño, Sebastián y Andrés a hombros, alborozo en los tendidos y despedida cariñosa al alicantino.
FICHA: Plaza de toros del Acho, domingo 17 de noviembre 2024, quinta de abono y ultima de feria. Se colgó el cartel de “localidades agotadas” de verdad. Toros españoles de Nuñez del Cuvillo, bien presentados, destacando el juego del 4º, tuvo clase y embistió por abajo, leve petición de indulto no atendida. También destacó el 2º y 3º. Nobles en líneas generales aunque justos de fuerza y casta. Algunos señalados en varas. Sebastián Castella, (corinto y oro) palmas y dos orejas. Jose Ma. Manzanares (nazareno y oro), silencio y vuelta al ruedo obligado por el público. Andrés Roca Rey (grana y oro), dos orejas y silencio. Homenaje y minuto de silencio en recuerdo del empresario taurino de dos siglos don Nazario Villafuerte. Castella fue premiado con el Escapulario de Oro Señor de los Milagros y el de Plata al toro Novelero de Nuñez del Cuvillo lidiado por él en 4º lugar y al que cortó las dos orejas.
miércoles, 6 de noviembre de 2024
ACHO EFEMERIDES DE FERIA. “No te puedo dar la mano porque acabo de limpiármelas y no quiero mancharme otra vez”
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Foto Revista Alamares |
Según relato del
propio Dominguin en el libro de Abella, “a
Rovira le tocó cerrar el tercio, yo había hecho antes uno con el capote a la
espalda que rematé arrodillado, acariciando al toro con la montera y siempre de
rodillas dándole la espalda. Rovira hizo
el mismo quite. Dio al menos diez
lances, diez gaoneras, y al ir buscando
el remate, también de rodillas, el toro lo tenía ya casi prendido, yo metí el capote y me lo
llevé, con protesta de Rovira y aplauso de la gente. Allí debió terminar la cosa. Sin embargo,
aunque el toro era mío reanudó el quite.
Otras dos o tres gaoneras y nuevamente, en el remate de rodillas, con el
toro otra vez casi encima de él, volví a meter el capote y llevármelo; Rovira
se alzó y se vino hacia mí –recuerda Dominguín- gesticulando y descompuesto, me empujó y yo le contuve, de repente tiró
el capote al suelo y me lanzó un golpe con la mano derecha, sin alcanzarme del
todo en la cara porque pude esquivarlo en parte”.
A ese punto de la tarde los ánimos ya venían caldeados porque en el toro anterior, cuarto de la
tarde, el de Rovira, hubo un verdadero
tercio de quites en el que los dos toreros pusieron de cabeza la plaza. Volviendo a la faena del quinto, Luis Miguel tuvo una magnífica actuación
recibiendo dos orejas y dando dos vueltas al ruedo entre aclamaciones. Al meterse al callejón Rovira fue a pedirle
disculpas y Luis Miguel recuerda bien sus palabras: “No te puedo dar la mano porque acabo de
limpiármelas y no quiero mancharme otra vez”.
Y la cosa no quedó en el ruedo, continuó en la oficina del
empresario Fernando Graña en la avenida Wilson, Graña y Rovira estaban
liquidando cuentas al parecer cuando llegó Dominguín y se avalanzó sobre él
golpeándolo y ambos fueron separados por el empresario.
La feria del 49 la organizó la Corporación Nacional de
Turismo en la plaza de Chacra Ríos y el inicio debió postergarse unos días por
un retraso del barco que traía toros españoles,
tres murieron en el trayecto, se lidiaron toros españoles de Antonio
Pérez de San Fernando, de Leopoldo Clairac, Salvador Guardiola, destacando el encierro de Fermín Bohórquez. De los
nacionales fueron Salamanca y La Viña. Ese año se llevó el trofeo de la feria Antonio
Bienvenida. Se dieron cuatro tardes de
abono del 6 al 20 de noviembre con una extraordinaria el 30 de octubre. Ese año hicieron el paseíllo además de los
referidos toreros, Pepe Luis Vásquez, Pepe Dominguín y Alejandro Montani.
lunes, 4 de noviembre de 2024
Acho 2024. Enrique Ponce dijo adiós y se fue triunfal en hombros de Roca Rey
UN ADIOS AL MAESTRO, CON CARIÑO
Enrique Ponce se despide triunfal de Acho |
domingo, 13 de octubre de 2024
ACHO. EFEMERIDES DE FERIA, Manolete cortó el primer rabo, Ponce el último
Desde el siglo pasado que no se corta un rabo en Acho. El último en hacerlo fue el maestro Enrique Ponce Martínez y el primero fue Manuel Rodríguez “Manolete”. Estos serán entonces los parámetros históricos que limitarán esta historia de feria nazarena de un día como hoy, Domingo 13 de octubre.
Y se trata de un apunte que empezó precisamente un domingo 13 de octubre de 1946, así es, un día como hoy, Domingo y 13, cuando el llamado “monstruo cordobés” Manolete cortó el primer rabo en la historia de la Feria del Señor de los Milagros.
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Foto de Manolete del libro autoría Juan Elias Miletich/Foto Ponce de Agustín Carbone |
Había llegado por segunda vez en la temporada del 1946 para ser protagonista importante del cartel inaugural de la primera feria nazarena y como ningún otro, quizás incluso a día de hoy, se había presentado, es decir a torear por primera vez en nuestra Plaza del Acho, en marzo de ese año en calidad de mandón del toreo, no sólo de primera figura, mandón implica mucho más que eso.
Y esa tarde, segunda del primer abono ferial, confirmó el
cartel que le precedía y que hizo que otra vez se viera la Plaza del Acho con
un segundo lleno de bandera consecutivo y gente en estado expectante por ver
que el mandón de la fiesta no sólo se
justifique sino que triunfe, porque en el triunfo del torero está el disfrute
del aficionado, y Manolete no
defraudó.
Esta vez vistió de morado y oro y no le correspondió ser
director de lidia, por delante iría el mexicano Manuel Espinoza “Armillita” que
dio vuelta al ruedo en cada uno de su lote y abrochaba terna el también
mexicano Luis Procuna que había ya inaugurado la víspera la puerta grande
ferial nazarena en el Acho.
Dicen los acuciosos investigadores que esta ha sido la mejor
faena de Manolete en Acho. El toro que
pasó a la historia gracias a la poderosa muleta de Manolete se llamó “Chavo No.
103” del hierro mexicano Matancillas y reseñan que fue bravo y noble,
condiciones que permitieron al Califa del Toreo expresarse en el ruedo como
artista poderoso.
No ha sido el cordobés de lo más graneado en el uso del capote sin embargo Lima en esa faena pudo verlo y disfrutar su toreo a la verónica, erguido y seco, y en especial disfrutar del aroma de aquella “solitaria rosa púrpura que posa en el aire, su media verónica corta y tajante”.
Zeñó Manué, que no era dado al halago fácil, sentenció también que Manolete era un artista colosal y lidiador de admirable vergüenza torera porque siempre hizo cuanto pudo para halagar al respetable y como ninguno toreó erguido y quieto, lenta y parsimoniosamente, al borde mismo de las astas…
El inicio fue con ayudados por alto sin quebrar la figura, los naturales fueron un portento, los derechazos ceñidísimos, imposible torear más cerca, molinetes valentísimos, un cierre con pase cambiado por la espalda y cuatro manoletinas estatuarias (observe usted la foto, mentón hunido en el pecho y la figura cual escultura marmórea) hicieron que el público aclamara delirante. Era imposible torear más cerca. Mató sin puntilla y llegó la apoteosis. Dos orejas y rabo que paseó trajeado de morado y oro como premio a una faena “en Acho cuyo clasicismo, cuyo temple y lentitud, cuya verdad, cuyo arte inimitable quedan allí en la arena limeña, la serenidad de su ritmo y el ritmo de su serenidad…”
De Manolete
e Enrique Ponce… 46 rabos transcurridos en la feria limeña
El dato de los 46 rabos cortados en la feria limeña nos lo dejó don Moisés Espinoza Zárate en una publicación realizada en la Revista Taurina Alamares, precisamente el concluir la temporada del año 2000. El decano de los corresponsales taurinos nacionales fue en vida un meticuloso registrador de los hitos y la historia de nuestra feria. Esta es una muestra algo que a día de hoy no ha perdido vigencia.
Ad portas del nuevo siglo que entraría el 1 de enero del
2001 y cuando discurríamos los
estertores del Siglo XX , fue el maestro
valenciano Enrique Ponce quien nos regaló una faena que sin duda se encuentra
en la colección antológica del buen aficionado, aquella de ensoñación, de la
sublimación de la maestría en el arte de lidiar toros que es el torear, de
poder sutil y majestuoso, de aromas a
jazmín que emanan de su difícil facilidad al ejecutar un toreo pleno de
plasticidad estética y no exento de
poderío, de ese toreo perfecto como lo
calificó Antonio Caballero en su libro Siete Pilares del Toreo.
Era la octava de feria, era
domingo, era 26 de noviembre del
año 2000. Ponce había estado ausente
tres ediciones, desde 1997. Se sentía entre los aficionados las ganas de verlo
otra vez en Acho. Pues Enrique Ponce llegó y navegó entre mar de gente del patio de Sol
enfundado en un hermoso traje grana y oro.
Dicen que es el color que usan los valientes y yo añadiría que también
los estetas. Porque el arte en Ponce, es
sin duda su valor esencial.
Aquella tarde alternó con Luguillano que hizo el paseíllo
desmonterado por ser nuevo en plaza (saludos y palmas) y Manuel Caballero (saludos y ovación). Y la
gran atracción, no sólo de esa tarde, era ver ganado español del prestigioso
hierro de Juan Pedro Domecq, 1º 2º y 3º y tres del otro hierro de la casa, el de
Parladé. Correspondió uno de cada
hierros a los coletas. Ponce en su
primero, el mansito de la corrida, fue silenciado. Pero salió el cuarto de la tarde, “Halcón No. 9” al
que le cortó orejas y rabo, el último hasta hoy que se ha cortado en el Acho en los 78
años de historia de su feria nazarena. Y, a confesión de parte referida en la revista taurina Alamares que editaba por
aquellos años, fue el día que más torero se sintió: “conseguí quitarme una
espinita clavada” me dijo.
Aquel año transitaba el décimo de alternativa. Y cuando parecía que la faena de Finito de
Córdoba al toro “Bodeguero” un sobrero de Roberto Puga al que le cortó las dos
iba a ser la faena premiada de la feria, saltó al ruedo “Halcón” y Ponce revolucionó aquello y se
llevó el codiciado trofeo Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, el
segundo de su historia en Acho.
La faena la inició doblándose con el repetidor sin afligirlo hasta los medios donde construyó su obra maestra, llena de plasticidad, de temple, de dominio, porque hubo de ayudarlo a centrarse en su muleta y con la altura y distancia adecuada, surgió el toreo despacioso y desmayado, al estilo Ponce, donde los naturales resultaron de ensueño, relajado, toreando para él y muy a gusto. Una estocada entera hizo que el parladeño rodara por la arena y la apoteosis en los tendidos ¡cómo se le quiere a Ponce en Acho!
Quedará en la historia también, la anécdota que oí contar al ganadero y a la sazón Empresario de Acho Roberto Puga, contó que el nombre que correspondía para ese toro era el de “sanguinario”, esto según la costumbre española de poner a los toros el nombre de la línea materna, pues era hijo de la vaca “sanguinaria”. Sin embargo, tras el sorteo, su apoderado don Victoriano Valencia se negó a que saliera con ese nombre en la tablilla por lo que revisando la reata con la gente de la ganadería decidieron llamarlo como su padre, Halcón. Nombre de buen bajío, habría pensado don Victoriano, pues sin duda recordaría que su poderdante había indultado un Halcón en Murcia el año 1997. Récord de indultos que alcanzan 51 en toda su trayectoria (datos al 2021).
Y como estamos a punto de despedirlo en Acho, conviene
recordar la jornada de su presentación, cuando llego nuevo al año de
alternativa. Ponce se presentó en Acho
en la Feria del Señor de los Milagros del año 1991, entró por sustitución del
mexicano David Silveti, a dos tardes, primera y última, pero solo compareció en
la de cierre ferial. La empresa de Julio
Vera y Mario Paredes no se destacó por el compromiso de cumplir los carteles
que frecuentemente eran cambiados a últimas.
El 1 de diciembre, sexta de abono, hizo su primer paseíllo y fue el toro
“Canuto” del hierro colombiano Capiro del Sonsón el que se fue desorejado. Con su toreo de plasticidad estética,
preciosista, siempre templado y de mucha cabeza, empezó a desgajar en Acho las
claves de su toreo, de su concepto, de su torería, que lo llevaría a ser un
engreído de nuestra afición y a ostentar la vitola, exclusiva de pocos, de ser
“Torero de Lima”, honor que recayó antes en los maestros Procuna, Antonio
Bienvenida, Antonio Ordoñez, Angel Teruel y José María Manzanares.
sábado, 12 de octubre de 2024
ACHO. EFEMERIDES DE FERIA, un día como hoy fue la corrida inaugural
Por ser el toreo tan hondamente tradicional, me ha hecho pensar la posibilidad de crear en Lima, en esta devota y castiza Ciudad de los Reyes,
las
corridas del Señor de los Milagros…
en fechas que coinciden con la Primavera limeña, de días templados y muchas veces soleados, en los que el último domingo de octubre y los siguientes de noviembre,podrían realizarse corridas de postín…
Y los diestros lucirían al presentarse
un traje morado y oro
Esencia. Identidad. Un traje morado y oro, una feria de
postín, las corridas del Señor de los Milagros.
Fue así como pensó, meditó y soñó
nuestra feria limeña el Zeñó Manué, así,
a su manera, y gracias a la ambición taurina mostrada por don Fernando Graña, a
la sazón empresario del Acho, es que el sueño se hizo realidad, un día como hoy hace 78 años, en el día de la
raza, o en el día de la Hispanidad. Fue un
sábado 12 de octubre del año 1946 que se
dio la corrida inaugural de la primera feria limeña, y aunque el cartel oficial
decía Feria de Octubre, la idea de su
creación fue en honor a la festividad del
Señor de los Milagros como homenaje a los cientos de miles de fieles devotos que van en místico peregrinar
de fervor popular como muestra de tradición limeña.
Esencia e identidad.
Identidad y esencia. Eso es lo que resumen nuestras tradiciones, por eso
caló la idea de unir las dos muestras de identidad popular más importantes de
nuestro país, la del Señor de los Milagros y la de los toros, la de ver toros en Lima en el
mes de la festivad del Nazareno, y porque
ésta ya era una costumbre de mucho antes
–y no sólo en Lima- permítaseme una digresión
oportuna, aun cuando el tema de estas
crónicas trate de las efemérides de nuestra feria limeña en tiempo que
discurrimos por el mes grande de nuestras
tradiciones, el morado mes de octubre.
Y es que nuestra Lima, Ciudad de los Reyes, vio toros
desde 1538-1540 a decir de los historiadores y tradicionistas, sea por
la celebración en torno a la consagración de los óleos por el obispo fray Vicente de Valverde, primer
colonizador evangélico, o sea que las
huestes pizarristas celebraban la derrota de los alamgristas, o sea que el
propio Francisco Pizarro alanceó un torete en alguna de esas fechas, y como era
en esos tiempos, tan magnas celebraciones se hacían en la Plaza Mayor de la
ciudad.
Nótese que al hablar de toros hablamos de Lima. De su Identidad, misma que nació y transcurrió los 300
años del Virreinato hasta nuestros días y que con la fuerza de la costumbre y del
arraigo popular devino en su esencia, en parte importante de su acervo cultural, su tradición.
Y nótese también que hablamos de marzo, porque es posible que ahí se entronque la tradición
de ver los toros en las épocas del
verano limeño, y de sus hitos: La fecha
inaugural de la plaza de toros del Acho un 30 de enero del 1766 y la de su reinauguración por la ampliación
de su capacidad, un 7 de enero de 1945, para
ponerla a tono con los tiempos “modernos” del toreo que exigían contar con
mayor capacidad para poder afrontar el caché de las figuras españolas. Y ese no era otro que Manolete. Y aunque el monstruo cordobés se presentara en la Plaza del Acho en marzo de 1946 volvió
para inaugurar la Feria del Señor de los Milagros en el mes de octubre.
Sonó el clarín a las 3.30 de la tarde, en punto, y
aparecieron por el patio de cuadrillas los toreros, el andaluz Manolete -vestido
de malva y oro con un capote de paseo nazareno-, el mexicano Luis Procuna -de
morado y oro- y el peruano Alejandro Montani -de morado y plata-, lidiaron
toros mexicanos de La Punta y desde
entonces observar se pudo el cartel anunciando hierro y ganadería en una parte
frontal de Sol y de Sombra.
El primer toro que salió de toriles en esa primera feria limeña fue un negro azabache que
se llamó “Buñuelero No. 116”, terciado como toda la corrida que se comportó sosa
y mansurrona.
Procuna inauguró la puerta grande de la historia de nuestra feria, fue el único que tocó pelo ese día (dos orejas y vuelta) porque en su faena de
triunfo formó un alboroto en las graderías por su valor y arrebato; el peruano Alejandro Montani (vuelta y palmas)
destacó en los naturales de su primero; y el esperado Manolete oyó palmas y
pitos en su primero, tuvo menos opciones
con su lote (división y ovación), a ese “Buñuelero”
lo sujetó en su huida con buenos derechazos y mató de dos pinchazos y descabello;
con el otro, casi pasó inédito, media estocada y descabello, declaró que tuvo
un lote muy soso, desesperante y que no se pudo acoplar ni torear a gusto.
En aquella primera feria limeña que se dio entre el 12 de
octubre y 3 de noviembre, cuenta la historia que se cortaron orejas, rabos (sí, en plural) y pata… muchos sucesos que merecen recordarse
porque hacen que nuestra Acho del alma siga viva en la memoria colectiva de los
buenos aficionados.
Pienso, medito y sueño y me emociona, como a usted, saber que voy a vivir ese primer domingo de
feria, volver a oír el bordón de una guitarra retumbar en los machones del Patio de Sol; pienso en su historia, leo, releo y me detengo en sus detalles, y sueño con
faenas de arte y valor; pienso, medito y
sueño y me ilusiona ver a los toreros en
sus oros
nazarenos como soñó don Manuel, y es que no existe
más sentido homenaje a nuestra tradición taurina y
especial respeto a la devoción de nuestra Lima y a su Cristo de
Pachacamilla.
Pienso, medito y sueño,
a mi manera, y a mi manera divago entre palabras de Zeñó Manué y Chabuca, me estremecen sus alegatos por la identidad de Lima, que aquella
cruz del cerro que en su alta soledad columbra la historia, alce su voz hasta el mar para que
vuelva cargada de verdad, la verdad del
toreo, que subsista el toro para que no se quiebre el drama, para que no se
hiera su esencia.