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La película que llevó a Andrés Roca Rey a la gran pantalla y además ha recibido premios en festivales de cine, entre ellos la Concha de Oro, máximo galardón en el Festival de Cine de San Sebastián España, se podrá ver en Lima, único día el 24 de octubre. Aquí te dejo los datos.
En la página de toros del diario La Razón de la pasada semana hice un comentario de lo que sentí al verla en mi reciente viaje a España. Aquí te dejo mi sentir, aunque te parezca un re spoiler...
Para unos inmisericorde, para otros una poesía en filmografía. Muda. No la había visto. Lo hice esa noche en casa de mi amiga Manuela. Impactante. Descarnada. Cruda. Muestra más que cuenta.
Experiencia inmersiva, detallada, explícita, porque expone, evidencia, revela, destapa situaciones, hechos reales antes, durante y después de un día de corrida, ese devenir entre la soledad del toro y del torero. Quien la ve reflexiona, concluye.
Pureza, emoción, sangre, violencia de la fiera ante la verdad del toreo: La muerte, sustancial momento de la existencia humana y animal. No se recrea en el arte de lidiar toros, Tauromaquia, no. Explora y expone una mirada intima, existencial y emocional de la corrida no como espectáculo sino como reflejo del alma y racionalidad humana ante la animalidad del toro.
El toro, fuerza bruta de la existencia; el torero la conciencia que intenta darle forma, arte y sentido. Coreografía trágica y bella sobre la condición humana, la fugacidad del arte en la busca de trascendencia en medio del vacío, la soledad de existir. Serra te hace parte del duelo con su cámara, sonido e imágenes. Te conmociona.
La violencia de cada embestida, la respiración en tus oídos, detalles mínimos, el tic en el ojo de Roca Rey en momentos de presión y tensión, algo que ni en el callejón se percibe. Apenas palabras, regurgito del sentir conmocionado ante la muerte. No deja indiferente a ninguno.