domingo, 10 de septiembre de 2023

Arlés consagra a Lamelas que sale por la puerta grande




Domingo 10 de setiembre 2023 desde Francia 


Por Magaly Zapata 

Y la de hoy fue una torista. Y debo confesar que como tal, podría decir que es primera vez que  veo una que además es concurso que premia al mejor picador. Los toros eran dela familia Yonnet que llevan en la crianza desde el SXIX.  


Poca gente y mucho ambiente, del que gusta del torismo en todas sus letras. Y por qué no si es el rey de la fiesta.   Entro al patio de cuadrillas, ese túnel del anfiteatro Romano de los 90 d.c., y encuentro caras conocidas.  Tres diestros que en diferente momento han toreado en mi país, los saludo y recordamos.  Pues de los tres el que mayor fortuna tuvo en el sorteo de los lotes fue Alberto Lamelas que cuajo un gran toro de Yonnet con fundamentos y exposición y cortó de arranque dos que después fueron tres y salió a hombros bajo las antiguas piedras que soportan su historia.  Ver un torero pasar triunfal bajo sus arcos es algo singular, se siente uno feliz de verlos disfrutar tras jugársela más que otros si cabe, pues se trata de una torista francesa.  


Es menester apuntar que Álvaro de la Calle rozó trofeos, pinchó el triunfo, y que Rafaelillo ni opción tuvo por su lote.  


Un toro de 525 y un torero de 1000. Un tío el toro y un tío el torero. Hablo de Rafaelillo. Toro duro y de hule, que sólo busca al torero que le plantó cara por vergüenza torera. El peligro era evidente y siempre estuvo ahí buscando su lidia.  Si creía en el toro madrileño, aquí también hay tomate amigo. Y estoy en Arlés, no me la imaginaba torista pero tras vivirla, lo afirmo.  (Ya la de Jandilla de ayer algo puntuaba) Palmas al toro  al salir y al arrastrarse y silencio al torero.  


Conseguir una tanda de 3 a uno de estos es un milagro y Álvaro de la Calle  lo hizo posible obró el toreo con un decimonónico. Por izquierda y derecha. Jugándosela a cada minuto por lucimiento.  Y lo consiguió a base de entregar su carne.  Una pena la espada y los pinchazos que le hicieron perder trofeo.  Palmas al toro y ovación con saludos al torero.  Esos dos primeros fueron los de más alzada y fiereza de la tarde, grandes y bastos y con unas cabezas descomunales.  


El tercero bajó unas cuartas su alzada y Lamelas sorteó y nunca mejor dicho el Yonnet bueno. Mejores hechuras y mejor condición. No fue el tonto del barrio ni mucho menos pero embistió. Vaya faena de gusto y entrega, de torería y exposición desde el quite que se lo pasó en gaoneras marcadas por la barriga hasta los remates de serie apretados  aún cuando el bonancible no fuera el izquierdo. Chapó. Y dos orejas de peso en oro.  Además del cariño de la gente.  Clamorosa ovación recibió al dar la vuelta al ruedo.  


Rafaelillo pechó con un esaborio que no se definía entre malo o bueno. Iba agazapado sin entregarse y salía o casi no salía de sus telas con la mirada encima del palillo de la muleta.  Esfuerzo hizo por empujar la embestida con voz, zapatillas y mano. Agazapado, esperando para atacar, y gazapón, andando sin acometer francamente.  Esfuerzo sin recompensa de lucimiento.  Media estocada que fue suficiente.  


El quinto no sale de la tela. La suerte de varas y la labor del picador no fue del gusto del público. Cumplió órdenes de su diestro y no las reglas del juego.  Y aunque el toro no tenia malas hechuras por más bajo… no derrotó en burladeros, no se entregó y el torero que buscó torear, no lidiar, aburrió al personal con su insistencia, aunque peligro existía. Pincha y entera.  Palmas al toro y pitos al diestro.  


El sexto casi caza a Lamelas en el recibo de capote y debió irse a las tablas. Pero volvió y lanceando lo llevó  al otro lado del ruedo elíptico en su parte estrecha, echando la tela y andando hacia atrás enseñandolo a ir por bajo. En varas 3 veces tumbó caballo y picador el toro de Yonnet, entró a varas y si que le dieron. Pero salió como si nada.  El pitón izquierdo olía a hule pero Lamelas  insistió y consiguió meterlo en el canasto aunque sea de a uno y algunos fueron muletazos de categoría, exponiendo mucho, hasta tres veces quiso echarle mano.  Tanto le dio caña que el morlaco se rindió y terminó tragando por el derecho una serie ligada casi al final y muy jaleada.  Insistió aunque el toro ya no quería y tapandole bien la cara con la muleta para poder salir de los pitones al hacer la cruz, metió la mano, suprema suerte, espadazo arriba el toro dobló pronto y petición de dos, una dio el palco. 


La Francia taurina es de detalles muy taurinos. Durante la feria, tres festejos en dos días, estuve observando al alguacil. Un señor mayor que con parsimonia y sin disimulo ponía orden en el callejón y en el ruedo. Bastaba apenas un gesto de la mano para ordenar que entrara el tiro de arrastre; o quitarse el sombrero para indicar al palco que era menester cambiar el tercio de varas en caso el diestro no lo hubiera solicitado y así podría seguir. Pues hoy, ese señor se retiró después de 38 años.  Así lo hicieron saber los miembros de la Comisión Taurina de Arlés y fue homenajeado durante la premiacion al mejor picador de la corrida, que decidieron sea David Prados, de la cuadrilla de Lamelas. 


Y hablar aquí en Francia de mejor picador tiene su fondo, porque en una corrida como la de hoy, con toracos con arrobas, edad, trapío y sobretodo con esas arboladuras… y con un público aficionado que protesta apenas intenta el picador pasar la raya y acercarse a la otra donde debe  colocarse al toro, y que además no permite que se barrene ni se exceda el castigo en cada entrada sino que se luzca por encima de todo la bravura en el caballo, la de entrar, picarlo, quitarlo y que repita sabiendo a lo que va. Aplauden tanto que sale humo de las palmas.  


Si creía que había visto de las llamadas toristas por aquellos encastes minoritarios que he podido ver lidiar en Madrid, esto amigo mío, es lo más esencialmente puro. En algún momento, me fui con el pensamiento y me imaginé estar viendo un espectáculo de los  inicios cuando el protagonista era el de a caballo, razón por la cual viste la chaqueta de oro a día de hoy. 


Soy Magaly Zapata y tengo que dejar Arlés, con la sensación de ser una privilegiada por haber visto y vivido su Feria du Riz (arroz) y por todo lo que te cuento. Y si me quieres hacer caso y te apuntas a una torista, que sea en Francia, por sus formas y su fondo.  Si Paris bien vale una misa, Arlés, al menos hoy, una torista valió. 


Enviado desde mi iPhone