Madrid, 21 de mayo 2015. Hoy vi los toros de manera diferente, no sé si mejor, pero diferente. Era la décimo segunda más una. En Sol y viendo al frente
al emérito y su hija, como llaman ahora al Rey Juan Carlos y la infanta Elena. Es complicado, diría que
duro, verla desde allí, con el sol en la cara que refracta colores e
imágenes. Es así hasta el 5º.
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Un día que empezó buscando al maestro Teruel sin éxito y luego bajar al Metro en Arguelles para llegar a Sol y buscar la casa de mi amiga Muriel en Calle de la Cruz, pleno centro madrileño que su saboriso tiene, donde pasé un momento sensacional. Deambulando por ahí veo la grabación de un programa de reportajes que suelo ver la tele A3. Que sensación luego, entrar en estos edificos antiguos del céntrico Madrid. Las maderas del piso, color y vida añeja. El ascensor en medio, con sus rejas y su aire señorial. Dentro los dueños de casa, cálidos y encantadores. Y para comer, un exquisito cordero al horno de la mano de su marido Pedro y excelente charla taurina, historia, historias y entresijos del toreo. Entrañable momento.
Con ella fui a Ventas para ver una de esas que llaman “corrida de expectación” con un hierro de los de las figuras, que apuestan por el cuvillizmo, osea la de Nuñez del Cuvillo, y nos llevó al traste la ilusión de ver triunfo total.
Terna de amigas, con las chicas Padín Barca, vivimos una tarde de toros y nada menos en lo alto del Tendido 7. Sí, sí sí. Así como lo lees. En lo alto del Tendido 7. El de los intolerantes, el de los
fundamentalistas, el de los pesados, exigentes, etc etc. Me mordía la lengua por no pelear… y más con el pesado Paco que nos tocó atrás que no paraba de hablar, mejor decir, criticar todo.
Aunque creo que razón no les faltaba con el ganado, justa presentación para Madrid y peor la blandenguería y escasa buena condición para la lidia y el triunfo. De los lotes el francés se llevó el mejor, por el buen 4º noble y bravo al que toreó algunos trazos con pico de muleta y echándolo para afuera. Centrado mejor mediada faena. Mató fatal, en los blandos, y Madrid –no lo podía creer- pedía trofeo y trofeo paseó. ¿había palco? Mmmm en todos lados se cuecen habas…
Urdiales también tuvo uno potable en su lote, el 5º. Encajado, con gusto, con empaque, con torería de la suya, de añejo cuño dibujó sin duda los mejores muletazos de la tarde pero la espada desafortunada no acompañó.
Brindó al gran Curro
Romero, seguidor declarado del riojano.
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enarbolar la manta, no pañuelo, verde. De traca. La curiosidad, que era una manta de un hospital de Madrid… sí me dijo el tío, operé y me traje una para la plaza. Así estamos.
Antes, en los previos, esperando por el patio de arrastre para entrar
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