El drama de Rincón
Jorge Arturo Díaz Reyes,
Cali, Colombia
A media corrida y bajo
dura bronca César Rincón abandonó el callejón. Sus ocho toros inútiles para la
lidia fueron complementados por dos de Achury Viejo, premiados por el público.
Celebración de la feria
sesenta. Cielo azul. Sol de verano. Cartel potente. Plaza llena. Barrera con
guirnaldas, ruedo camino de flores. Cuadrillas y auxiliares a la goyesca. Toros
de Las Ventas del Espíritu Santo, el hierro de más cotización en Colombia.
Expectativas a tope.
Bonitos eran. Armónicos,
proporcionados, parejos en pequeño, en dije, tambié. Pero inservibles. Uno tras
otro, trastabillaron, hicieron cosas raras, se tambalearon y cayeron. Todos.
Ocho. ¿Qué pasó? No podían con su alma, y algunos no controlaban su cuerpo. Los
cambiaban y sus reemplazos igual. Daban pena, pero en lugar de ella causaron ira. Y es que de comienzo, en medio
de la euforia, se respiraba una cierta hipersensibilidad, una cierta baja
tolerancia, y una cierta predisposición a los cambios.
Quizá el fracaso reciente
de la divisa en Cali pesaba. El significado de la efeméride obligaba. La
dimensión histórica y la doble condición comentarista-ganadero del ilustre
criador prevenía (otra vez). El distinguido costo del encierro exigía. Mejor
dicho, todo se coaligaba y el drama explotó al cambiar el convulsivo cuarto.
César, foco de todas la
miradas y todos los enojos, pareció no poder resistir más y abandonó demudado
su pontificio palco radial y comenzó a recorrer el callejón deteniéndose para
cambiar opiniones gesticulantes, con los toreros, con Chopera, con Felipe
Rocha, con el empresario Juan Carlos Gómez. Llegó a la puerta de cuadrillas y
desapareció tas ella, mientras la bronca crecía. Un momento terrible para la
máxima gloria taurina nacional, para el máximo ídolo, para todos, para la
fiesta.
La corrida siguió. Saltó
“Medianoche” de Achury Viejo, cuarto bis, y… también se cayó, pero no importó.
No lo picaron, aplaudieron. Embistió sin clase, tampoco importó, y le dieron la
vuelta. “No es el por el toro, es contra César”, oí a uno de barrera.
El quinto, “Abólico”,
primer reserva que no pudieron sacar temprano a sustituir al primer devuelto
pues dañó la puerta del toril (hasta eso). Le tocó a Luis Bolívar, quien había
desperdiciado adrenalina y largas contra el mareado segundo, devuelto, y realizado
una faena de cuidados intensivos, sacrificando lucimiento a cambio de toreo
pa´rriba tratando de sostener en pie al postrado segundo bis. Esfuerzo que le
fue saludado. Pues lo mismo con este. Trapo alto, pausas, respiración
artificial, todo a favor el enfermito, y una estocada de gracia. Estuvo por
encima de su mísero lote. Qué más se le podía pedir.
Sebastián Castella, se
salió de casillas al cambiar el cuarto. Manoteó hacia el palco. Con los
inválidos primero y bis, ni chance. Pero frente al Achury sustituto aprovechó
su repetición áspera y el revanchismo del tendido para una brega vehemente y
desasosegada, que se coreó como una obra de arte. Pinchó, clavó el estoque
desprendido, sus fans lograron la oreja y chillaron por la segunda, pero el
palco los contuvo.
Alejandro Talavante,
trajo mucha gente, su perfomance de anoche en el festival fue la comidilla del
día. Se daba por seguro un acontecimiento. Con el tercero, labor de Cirineo,
ayudándole a cargar la cruz de su invalidez, y una eutanasia fallida de pincho,
media espada, y tres descabellos. El sexto era un toro con mucha plaza, estilo
del viejo Achury Viejo. Manes del Conde. Masa, poder, astas, acometida perdidas
en una brega poco entusiasta y comprometida del extremeño, que capaza con eso y
más, hizo pensar que el epílogo de una tarde tan triste no le valía mas que su
vida. Tramitó la cosa, sin convicción y escurrió el bulto sin reato en la
suerte suprema, pinchando tres veces, una de ellas a mitad del toro, un aviso y
dos golpes de cruceta, echaron telón. Habían pasado diez toros. Oscurecía.
Una tarde dramática. Y el
protagonista fue César Rincón. Verle abandonar el callejón como lo abandonó fue
duro. Es un hombre que ha vencido muchas adversidades en su vida. El filo de la
navaja no es nuevo para él.
FICHA. Sábado, enero 10 de 2015. Plaza Monumental.
6ª de feria. Sol y calor. Casi lleno. Ocho toros de Las Ventas del Espíritu
Santo (Domecq), los dos reservas como 1° bis y 2° bis. Todos bien presentados,
de bonitas láminas, pero inútiles para la lidia, tres incoordinados y todos flojos, descastados, pitados y
abroncados. Dos de Achury Viejo (Parladé), bien presentados y encastados, 4° bis, que
se le dio vuelta al ruedo, y 6° bis, aplaudido.
Sebastián Castella,
silencio y oreja.
Luis Boívar, saludo y
silencio.
Alejandro Talavante,
silencio y silencio tras aviso.