La presentación en Lima del cantaor andaluz Juan Fariña ‘Roete’ el pasado jueves 22 de enero, en un neoconcepto de espectáculo con el baile de Cathy Del Sol marcan un punto de inflexión en la historia del flamenco en Lima.
Por @magalyzapata
Pellizco y hondura, son terminos cercanos a mi sentir por la taurinería pero fui capaz de sentirlos también con el cante y baile flamencos expresados anoche como parte del festival que viene realizando el Icpna. Y es que no son ajenos, es arte puro.
Porque la expresión ante el toro con una pañosa es similar a poner en ello un instrumento, sea tu voz o tu cuerpo, como medio de expresión de tus íntimos sentimientos movidos por una estructura musical que lleva también su carga emocional ante lo sentido por el autor y sus ejecutantes.
Entrando en faena, debo decir que esa presentación marcó un punto de inflexión en la historia del flamenco de nuestro país, de nuestra ciudad. Me explico.
Cathy Del Sol, bailaora peruana que produjo el espectáculo, viene cultivando su arte hace muchos años en Sevilla y tan importante como eso, es su insistencia en darnos cada tanto un nuevo aporte escénico al espectáculo en este género. Fue hace un tiempo, el incluir vestimenta moderna y masculina en pases con bastón y taconeo extremo; fue también en otro momento, enganchar pases, escenas, en un todo, contando una historia con un leit motiv que sostuviera su estrucutra. Esta vez ha sido mucho más, por la trascendencia que lo visto anoche aportará y que sustento en dos grandes razones.
La primera, porque constituye un hecho sin precedentes en nuestro país que nos llegue un cantaor ungido como el mejor exponente del ‘cante joven’ del flamenco español: Juan Fariña ‘Roete’, que es ya la revelación del nuevo siglo. Un cantaor en sazón de figura que Lima pudo disfrutar anoche, con sus pellizcos y sus honduras, con sus matices de agudos y sutilezas expresivas en un único color de voz, con una línea de canto cálida y homogenea, sin estridencias pero con brillantez. Cantado, dicho todo, con pasión y sentimiento.
La segunda razón radica en la propuesta que ambos, Cathy y Juan hicieron al espectáculo, tratándolo como un todo, un ensemble de baile y cante, cante y baile, en la misma línea escénica, al frente, juntos, dialogando gestual y musicalmente, dejando atrás la tradicional figura del bailaor/ora como protagonista con el cante sólo como marco musical. Fue un todo sin fisuras, con dinámica, con fluidez, con expresividad, con fuerza, con sentimiento.
Arte puro que pudimos disfrutar gracias a la, una vez más, ambición profesional de la bailaora Cathy Del Sol que convocó también al mejor guitarrista local, Ernesto Hermoza.