(publicado en Expreso hoy por R. Aramburú)
Debo dejar meridianamente clara mi intención: no pretendo bajo ningún concepto cuestionar decisiones, sólo turbios procedimientos detectados con evidencia suficiente en el accionar de la autoridad política de la feria. Leyton ha sufrido lo que la mayoría de los alcaldes del Rímac – todos absolutamente todos, ignorantes en toros – sufren al llegar al sillón municipal del distrito (Gloria Jaramillo y Luis Lobatón son dos ejemplos buenos): se sienten, de repente, que son los dictadores de Acho. Y les es difícil resistir la tentación de ejercer como tales porque les rinde réditos políticos (o económicos, que también los hay) Pero como no conocen el tema y tienen hambre de figuración son presa fácil e influenciables de taurinos interesados en manejar Acho como el año pasado.
Debo dejar meridianamente clara mi intención: no pretendo bajo ningún concepto cuestionar decisiones, sólo turbios procedimientos detectados con evidencia suficiente en el accionar de la autoridad política de la feria. Leyton ha sufrido lo que la mayoría de los alcaldes del Rímac – todos absolutamente todos, ignorantes en toros – sufren al llegar al sillón municipal del distrito (Gloria Jaramillo y Luis Lobatón son dos ejemplos buenos): se sienten, de repente, que son los dictadores de Acho. Y les es difícil resistir la tentación de ejercer como tales porque les rinde réditos políticos (o económicos, que también los hay) Pero como no conocen el tema y tienen hambre de figuración son presa fácil e influenciables de taurinos interesados en manejar Acho como el año pasado.
Desde Puiggrós hasta Rolando Tapia, pasando por toda una gama de resentidos, le hicieron cometer la más grande barbaridad en la historia de la feria: declarar desierto el premio con un jurado hecho a su medida cuyos miembros, por supuesto, nunca dieron la cara y lo dejaron quemarse solito. Pero no aprende. Por lo que le escuché en la conferencia del día que se otorgaron los premios de este año y a la luz de las informaciones que manejamos ha habido más de una acta definitoria, se ha cambiado de opinión según el interés del alcalde y al final se ha premiado de acuerdo a éste. Hartos de tanta inmundicia le renunció el único representante gremial que tenía, Víctor Pacheco, y él mismo defenestró al final – acusándolo de juez y parte – a su incondicional Maguiña, juez de plaza. Y sigue con la estúpida cantaleta que los estamentos profesionales del toro no pueden determinar los premios. Insisto, como si la opinión de los médicos de Acho, por ejemplo, o de los periodistas taurinos pudiera colisionar con intereses de los premiados. Toros o toreros. Absurdo. Así no es.
Estamos de acuerdo que debería haber un solo premio máximo pero el hecho que no lo haya es exclusiva culpa suya, por figuración o interés, o ambas (que es lo que me temo), no hay otra. Enmiende usted Leyton, llame a todos los que tiene que llamar y a los que quiera llamar pero dignifique su labor, porque tanta podredumbre da náuseas.
DIGO YO: Visto lo visto y actuado lo actuado por Leyton este año, sumado a lo hecho el anterior, el único trofeo válido es el que otorga el Consejo Taurino de Lima, porque mantiene la categoría y prestigio de la feria que es de todos, no del alcalde del Rímac. Y de seguir así, con fronterizos políticos que cada 4 años entran a regir los destinos de ese distrito... bien vale la pena que el Rímac abdique y que el Consejo Taurino de Lima quede instalado como está...