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jueves, 27 de abril de 2017

Tauropolis: Carteles de fuste en el país… ¿bueno o malo?

@magalyzapata
Han salido varios carteles de ferias en nuestro Perú taurino que anuncian la llegada de toreros variados, de arte y de los otros. Los nombres son una amplia baraja de los que pululan las principales ferias españolas como Fandiño, Finito, Urdiales, Luque, El Fandi, Curro Díaz, Rafaelillo, Uceda Leal entre otros, pero el que más atrae a los connacionales es sin duda Andrés Roca Rey, por peruano y por triunfador revolucionario de las ferias españolas desde el año pasado.

Es menester decir que extranjeros han venido a las provincias hace muchos años pero de otra categorización, menor obviamente, de los llamados segundo pelotón, incluso de aquellos que en España llaman “desahuciados”, de los que no tienen oportunidades en su tierra. Y ojo que de esos también vienen en estos años.

A raíz de los precios publicados de la Feria de Chota han surgido muchos comentarios en relación al incremento, en relación al año anterior (que ya habían subido), siendo como dicen esos comentarios, carteles que no lo valen. En ello discrepo. Pero no pretendo entrar en disquisiciones si un torero está sobre valorado o no, allá quienes pagan los caprichos. Pero sí me detengo en pensar que el problema con ello es que luego, no se puede dar marcha atrás.

Recuerdo que la adquisición de toreros con ‘caché de primera’ se inició con la presencia de Vicente Barrera en El Vizcaíno y que, de alguna manera, marcó el inicio de la escalada de nombres de primera fila en las plazas del Perú. Es decir que empezó la ‘ambición taurina’ en nuestros pueblos, porque además contaban con respaldo pecuniario para ello. Y desde el año pasado, la presencia de Roca Rey en un pueblo, lejos de sólo ponerse de moda, se ha convertido en santo y seña del poderío de cada comisión, comisionado o encargado. Hasta ahí todo bien. Ambición taurina.

El problema radica en que para que las ferias continúen en el futuro con el nivel que se autoimponen,
el costo será cada vez mayor, tanto en toreros como en toros, la simple ley de oferta y demanda. Y ese costo, o sobrecosto, se traslada al precio de la entrada. Ferias que no se dan empresarialmente, sino como han sido costumbre y tradición, vía una comisión que gestiona los contratos de toreros y toros, en base a un prepuesto austero o no, y a cargo de un comisionado o de donantes, a su capricho y deseo. Sin cargas impositivas estatales ni municipales como sucede con Acho.

Y, cuando esto se cruza con los intereses políticos, entramos en rumbo de colisión. Y esto sucede hoy y siempre en nuestros pueblos taurinos. Más, cuando se refleja en la prensa nacional e internacional, y se empieza hablar de los millones que ingresan en la economía local, ya se nos marea la perdiz, aún sin ofrecer -porque todo hay que decirlo- el mínimo de calidad-precio en cuanto a servicios para turistas.

Pero, lo realmente lamentable es que se pierde en ese horizonte la magra economía local, la de los pobladores oriundos que son los que siempre han sostenido sus ferias, sin los foráneos, ‘snobs taurinos’, esos que yo he visto más de una vez en cualquier pueblo, bajar de los cerros en la tolva de un camión para ver sus corridas. Es difícil pero también es justo y necesario, mantener ese equilibrio a costa de las figuras o con ellas.

El caso es que con el tiempo es posible que ese turista taurino que desplazó a los locales, no vuelva, porque dejó de ser novedad un torero o porque el nivel de la cartelería bajó, y sólo nos queda el riesgo de que cuando las aguas vuelvan a su nivel forzadamente, el público que se quitó por ellos, porque no tenían para pagar sus abonos, no vuelva más. Y los precios no bajarán. Y las plazas no se llenarán, lo que ha sido y es nuestro orgullo.

Hoy una entrada en provincias, de las más caras, cotiza 350 soles, quizás lo que vale una barrera Sombra de Madrid (la de Acho es cinco veces más cara y por Roca Rey, con esfuerzo roza el lleno alguna tarde), y sin embargo en Coracora no se cobra la entrada y no hay hueco ni en los cerros. Esa es nuestra realidad, paradójica y loca, enrevesada. Y lo será más si el ‘ser y estar’ pasa por tener al mandón del toreo nacional triunfando en Europa. Y porque, como pasó en Acho, no se consideran otros peruanos con capacidad para entrar en los carteles y no se deja espacio para los novilleros.

Las más cercanas de las ferias son Cutervo y Chota y amén de los carteles de toreros presentados sólo espero que los ganaderos estén a la altura que exigen los carteles, presentando toros con edad, peso y trapío, responsabilidad que comparten quienes los eligen.

Pero para criticar hay que esperar que salga el toro y que hable. Y en el particular caso de la ganadería Roberto Puga, tras lo sucedido en el 2016, confío en que ese voto de confianza ofrecido por los organizadores y la afición chotana no sea desperdiciado, anuncia los toros de Acho, que así sea. Y aunque ni Acho lo cumple oportunamente, sería interesante que estas ferias ofrecieran las fotos y números de los toros que se han reseñado. ¿Carteles con máximas figuras internacionales en ruedos del Perú taurino? Me parece que bueno por hoy y quizás malo en el futuro.