martes, 19 de abril de 2011

Juan Pedro Domecq... el que más le dió al TORO BRAVO

Toreabilidad, bravura durante la lidia, el toro artista,el toro atleta y muchos más conceptos fueron el final de toda una vida dedicada a la crianza y selección de los bravos de su casa, al punto de diseñar un programa de cómputadora para valorar genéticamente la bravura de los toros y sus cruces .

Afinar no sólo un encaste, dominante al 60% de la cabaña brava del mundo, sino conseguir un toro paradigma de la bravura y que permitiera además el toreo que se exige hoy y se exigirá mañana. Aunque hayan fundamentalistas decimonónicos que buscan el jurásico que sólo ponga cardíacos, JP le dió arte a la fiesta, desde el único material para la obra de arte que ésta tiene. EL TORO. Aquí te dejo una entrevista publicada en el ABC y que pinta lo que fue genialidad y personalidad de este personaje tan valioso para la fiesta que ya nos dejó. Ojalá su hijo siga en la ruta.

- Entre toros, cerdos y caballos, ¿qué le da más alegrías?
-Los toros, mi pasión. Y después los caballos y los cerdos. Me gustan mucho los animales y en la finca, que linda con la sierra de Huelva, empecé a aplicar a los cerdos las técnicas de selección que había aprendido para las demás cosas, haciendo un cerdo artesanal, en pequeñas cantidades, de 2.500 a 3.000, todos nacidos en mi casa, salvajes, ibéricos y de bellota: el «vega sicilia» del jamón.

-Además de bichos toca otros palos, desde internet (el portal mundotoro.com es suyo) al sector inmobiliario, pasando por el turismo rural.
-He sido muy inquieto y empresario. Gracias a Dios he podido hacer todo en el toro porque trabajaba en otros sitios donde tenía la vida asegurada. Hoy mi pequeño grupo empresarial lo llevan mis hijos.

-Su experiencia en el Urquijo recuperando empresas en crisis le habrá venido de perilla.
-Tenía otra edad y eran otros tiempos. Esta es la tercera crisis que vivo. Tengo experiencia y aconsejo.

-Su empeño en crear el toro artista, que otros llaman «juanpedrada», le ha dado algunos disgustos.
-Tengo grandes defensores y grandes detractores. Pero me satisface que mis defensores sean los ganaderos, que me respetan y me consultan, y los toreros, que valoran el trabajo y la influencia que he tenido en la evolución del toro. Porque yo he toreado más que muchos toreros, 2.000 becerras, entre los 12 y los 60 años. Torear es dominar a un animal más fuerte que tú solo con los vuelos de un capote y una muleta.

-Su madre pidió que le quitaran la pasión de torear.
-Pero yo nunca la tuve, aunque sí mucha afición, como la de montar a caballo o el acoso y derribo, de lo que fui campeón de España.

-¿Qué es bravura?
-La definió mi padre, y es la capacidad de lucha del toro hasta la muerte, por tanto, no algo que se mida solo en un tercio de la lidia, en el caballo, sino de principio a fin. El toro más bravo es el que va a más. Mi padre, que era un tipo genial, lo entiende así y transforma los tentaderos y la forma de seleccionar. Su éxito lo demuestra el hecho de que el 60% de la cabaña brava del mundo proviene de la suya.

-Somete a sus toros a un entrenamiento atlético.
-Mi padre dio el encaste a Juan Pedro Domecq y yo he ayudado a afianzarlo, sobre todo a descubrir técnicas para la selección y manejo del toro. En mi libro aporto la investigación genética, bases de datos y programas informáticos. Cuando se pidió un toro más grande, que comía más, tuvo enfermedades nutritivas que se arreglaron con una alimentación que mezcla forraje y pienso, y hallé el modo ad libitum, cuanto y cuando quieran comer, salvo el domingo, donde apuran los comederos para limpiarlos. Ahí ya pensaba en lo de entrenarlos, porque se exigen faenas más largas y necesitan mejor forma. Así empecé con el tauródromo, de 1,5 km., donde corren tres veces por semana para su mejor recuperación en la lidia.

-¿Partidario de la clonación?
-No. Partidario de la inseminación, porque si te basas en un solo animal acaban saliendo defectos.

-¿Su toro soñado?
-El que emociona a un torero cuando torea, al público que ve la faena y a mí que lo contemplo.

-El respetable quiere ver mojada la pechera del torero por la rosa trágica del miedo, que decía Luján.
-Los toros en toda época han tenido problemas que luego se han solventado. Cuando yo empecé, en el 75, se caían, y se arregló. En el estudio genético que hice con la Complutense vimos que la fiereza, que también es casta y ese algo en la embestida que da la sensación de vigor o riesgo, era un carácter contrario a la toreabilidad (nobleza y temple); por eso el toro se fue haciendo más suave, pero eso también tenía arreglo.

-¿Entonces busca toros más fieros?
-Pero se tarda años, porque el toro que se lidia en la plaza es el resultado de la decisión que un ganadero tomó cinco años atrás. Las cosas no se logran en un momento y tampoco puedes tirar todas las otras cualidades por una sola: hay que añadírsela. Creo que lo he conseguido y va a ir saliendo de más en más.

-¿La política apuntillará la Fiesta?
-La fiesta de los toros no tiene ni partidos ni política, como el fútbol. Y si un político nos limita el derecho y la libertad de ir a los toros, en esas regiones donde se ama la Tauromaquia y hay mucha economía detrás, tenemos la obligación de no votarle.