Por Magaly Zapata desde Arles
Después de 10 años vuelvo a visitar esta hermosa e icónica ciudad del Sur de la Francia taurina y una vez más me encandila. Si antes fue ella per sé y Van Gogh pues vine tras sus pasos, esta vez fue además de reconocerla vivirla en su Feria del Arroz y sentir como vibran sus gentes en la ya famosa Goyesca arlesiana que este año rindió homenaje al insigne Pablo Picasso en los 100 años de su nacimiento. De ahí que burladeros y ruedo tuvieran sus trazos. Tarde mágica sin duda, disfrutando del hermoso marco desde un burladero de callejón gentilmente cedido por el empresario y diestro Juan Bautista Jalabert. Detalle que agradezco.
En cuanto a la corrida conocido es el gusto de los franceses por la suerte de varas y aquel que no luzca los toros mal le irá, pero lo que no termino de entender es que se priorice aquella suerte en el juzgamiento en conjunto de los toros lidiados. A mi me pareció la de Jandilla una corrida de las duras y complicadas y alejadas de lo que solían ser, sin embargo todos los toros fueron aplaudidos en el arrastre y, aquí lo firmó, si hubo cuatro orejas cortadas bien pudieron ser tres más, hubo mas muleta y poderío que toro boyante, de no fallar estrepitosamente Talavante con el acero, amigo faena como la construida merecía rúbrica que no llegó, era de dos, y Manzanares no pudo redondear su tarde en su segundo por lo mismo. Daniel Luque que reapareció de su operación tras el percance, anduvo como en casa (Francia lo cobijó cuando navegaba las dudas), así lo sienten y así lo arropan. Pues Luque cortó dos de su primero y una con fuerte petición del respetable al cierra tarde y salió a hombros tras abandonar a pie sus alternantes luego de oír todos con suma devoción la Salve Rociera que abrochó el festejo de gala aralesiano. Altamente recomendable vivir la experiencia pero vamos al toro a toro.
Recibiendo fue el final del descorche del primer vino que nos sirvió Manzanares en Les Arènes d'Arles mágica. Un toro que no salía de las telas y al que en su poderosa muleta sobre un lienzo picassiano este otro artista nos dibujó con excelsitud una pintura a trazos suaves lentos y mecidos jugando con los vuelos de un sueño, el mío de verlo en un coso tan especial volver de sus demonios (operaciones) y disfrutar con un toro que nada regalo le costó hurgar en su fondo de casta pulsear y conducirlo largo y atrás, quieto y enroscabdoselo por la cintura. Aunque haya sido a regañadientes. Palmas al toro y una oreja por aquello de la espada trasera y algo contraría.
Un cabron es el toro dijo alguien y en otros términos 'de toma y daca' te doy, me das tu carne. Soltaba la cara se orientaba y se vencía feo por los dos lados y Talavante aguantando y mandando quieto como una vela. Empezó doblándose para poderle hasta los medios. Si una virtud tuvo una vez domeñado su peligro fue seguir con cierta fijeza la tela, y ponerse más en ello que acordarse lo que dejaba atrás. Media estocada atrás. Descabello. Este vino, en cuanto al toro fue uno picado, al que un buen testeador intentó vender como bueno. Ahi quedan sus ganas y tres naturales, muleta siempre atrás. Palmas del sol en arrastre no entiendo la razón si fue malo. Silencio al torero.
Ovación a Luque por reaparecer de su cornada y agradece en los medios. ¡Mira toro no te pares! le dijo Luque. Le dejó claro quien mandaba ahí desde el inicio, doblándose hasta los medios recetó tres naturales suaves por bajo. Sometió con sutileza. Siguió con la zocata pero el toro sin sabor, embiste a oleadas sin ritmo. Explota el olé en un molinete de cierre. Y otras dos series de mucho mando y entender que teclas tocarle al toro fue cinceló una obra rotunda, de ponerse en el sitio con verdad. Protesta unánime por más trofeos tras la estocada arriba y le dan dos. Palmas al toro que si valió fue por la muleta que tuvo delante. Y suena Paquito el chocolatero… algarabia y vuelta al ruedo aclamada a la francesa. Un vin rouge añoso por el toro, peleón en boca.
Veo caminar a Luque hacia la enfermería y en tabla anuncian uno de 550 para Manzanares, uno de pelo melocotón que lucia tremendo morrillo. Por presentación impecable, y por arboladura también, pero hechos casi todos para arriba. Fue el cuarto el único que se dejó lancear de recibo. Iba muy distraído. En dos velocidades se arrancaba pero Manzanares supo encontrarle el sitio y dejarle la muleta puesta para que repita. Hubo uno de pecho que alcanzó a ser un DO. Pinchazos que diluyen posible premio. Faena maciza de saber y sabor toreros poco comprendida por un toro que parecía más de lo que era. Espetó el torero al doblar el toro: vaya manso perdio. Así fue que yo lo oí. Aviso. Y palmas al toro y al torero.
Tres afarolados 3 en pie. Sin soltar el capote pasando los brazos sobre la testa. Inusual inicio de faena hogaño. Mas no hubo porque fue remiso tomar los lances. Enorme con el quinto estuvo Talavante. Su magia la trenzó con la valentía del arrimón para no irse de vacío Y fue desde el minuto uno. Hincado de rodillas empezó y aguantó parones y miradas del toro y las astas por el pecho y después en los muslos. Embarcó y ligó bien toreado por derechazos. Puesto en pie la obra continuó en cercanías a obligarlo a pasar. La saeta de Serrat fue el marco musical y con el que puso paso de procesión a su andar y torear, suave, despacio. Lento mover las telas. Sobrecogedor. Aunque el toro ayudara poco a tan magno sentir del torero que se rompió con el. Lamentablemente pinchó dos veces. Vuelta al ruedo.
Salió de la enfermería Luque, el empresario me comentó que entró a ponerse mucho hielo por su reciente operación al gemelo. No se entrega en el capote. En muleta iba agazapado y se puso firme y contundente a robarle muletazos y estructurar faena de peso y poder. De a uno los muletazos con seriedad y estoicismo de los que calan. Estoconazo. Y otra oreja y el cariño de su gente de Francia.