Como nunca sucede en el coso pamplonica, su valor y entrega detuvo la algarabía, puso atentos y de acuerdo a todos
El peruano Andrés Roca Rey se presentó como matador de toros en Pamplona y avasalló con su empaque, valor y torería. Paralizó la alegría de las peñas en Sol y las enfocó en su quehacer en el ruedo, especialmente en el sexto de la tarde al que volvió de ser atendido en la enfermería del coso pamplonica de una cornada en el escroto que requirió 8 puntos de sutura y la recolocación de su mandíbula.Todo eso se lo propinó el tercero de la tarde, un toro malo de Fuente Ymbro, que se vencía y buscaba por el derecho y ante el que no dudó en hincarse de rodillas, en apuesta fuerte por lograr el triunfo. El toro pegó el derrote en su cuerpo y lo prendió de los testículos, aventándolo al aire y al parecer es ahí cuando le pega un golpe con la pala del pitón y cae a la arena. Lo socorren pero quita a todos, incluido su hermano, el matador Fernando Roca Rey, y vuelve a la cara del toro para concluir, entregado, en terrenos comprometidos, y templando por abajo. El estoconazo fue fulminante y entregado a matar o morir. Oreja.
Volvió al ruedo de la enfermería y el sexto era flojito, con poca fuerza pero noble y Roca Rey lo ayudó con temple, con mimo y lo condujo por abajo por las dos manos. Logrados los naturales, lentos y largos, cadenciosos, templados. En el colmo del abuso, insultante, se pone otra vez de rodillas al cierre y lo torea muy embarcado y hasta atrás en un palmo de terreno. Detuvo la juerga en los tendidos de Sol que atentos y sorprendidos veían al peruano desplegar valientemente su tauromaquia. El gentío enloqueció. Dos orejas y petición de rabo. Vuelta al toro de FY.
Ficha del festejo: Miguel Abellán, silencio y silencio. Paco Ureña, ovación y ovación tras aviso. Roca Rey, oreja y dos orejas