@magalyzapata
Los diarios confirman el ambientazo de figura instalada en el top-ten del peruano Roca Rey, tras su doble puerta grande en Pamplona por los toros en San Fermín 2016.
EL PAÍS. El arrojo de Roca Rey sobrecoge a Pamplona. El joven Roca Rey ha vuelto a Pamplona
dispuesto a convertirse en el rey de la fiesta y acaparar todos los premios que en Navarra han sido. Y a fe que lo logrará porque ha ofrecido una sorprendente lección de valor, arrojo, seguridad y desprecio del riesgo; emocionó a los tendidos y cortó las dos orejas de su primer toro tras dos volteretas de las que te dejan el cuerpo en guardia, y una actuación espectacular no tanto por su profundidad como por su seguridad, confianza y la búsqueda desesperada del triunfo.
Este torero acaba de comenzar su carrera y parece un veterano. Tiene mucho que limar en su técnica torera, pues tiende a ejecutar las suertes con escaso tino a las normas más clásicas, cita en línea recta y se le nota la influencia de las figuras modernas.
Pero, amigo, en lo que respecta al valor es una sorpresa continua, consigue poner el corazón de los espectadores en un puño y se gana, con todo merecimiento, el favor de la plaza.
ABC. El más difícil todavía de Roca Rey en San Fermín. Asusta al miedo, corta dos orejas y sale a hombros.
DIARIO DE NAVARRA. brutal Roca Rey en Pamplona: puerta grande tras una faena de calidad y valor. La sensación de la tarde, por el valor extremo, la puso Roca Rey. Fue prendido en dos ocasiones, expuso de una manera casi lunática, llevando el miedo a los tendidos. Se metió al público en los bolsillos y ciajó una faena completa. Las dos orejas cayeron de manera fulminante. No pudo rematar la tarde en el sexto, un toro también interesante, pero que en la muleta sacó un tremendo genió y embistió de manera violenta y atropellada.
EL MUNDO. Nuevo golpe de autoridad de Roca Rey. Lo de Roca Rey asusta al miedo. El gesto del
peruano no cambia ni en un campo de minas. Y eso es valor. Un valor de quilates como uno no recuerda en años. Las minas las traía un toro de Núñez del Cuvillo en una cabeza despampanante. Las minas antipersonal de la Guerra de Vietnam: las bolas metálicas salían también de la testa del cuvillo en todas las direcciones. Metralla a discreción. Y Roca Rey ni se inmutaba. Ni cuando el galope se venció contra su cuerpo en el quite por tafalleras, que no varió, ni cuando lo empaló en mitad de la faena. Impasibles la planta y el corazón. El suyo, claro. Porque el de la plaza se salía por la boca. Y las puntas por las espinillas una y otra vez. Queriendo hacer además el toreo por su camino. De pronto, una espaldina como un infarto, las manoletinas de rodillas como electroshocks. Y un espadazo hasta las cintas. Como un puñetazo en la mesa. En la puerta grande de Pamplona otra vez.
Al indiscutible triunfador de San Fermín 2016 -cinco orejas en dos tardes- le remató el lote otro toro que soltaba la cara como ganchos. Uffff. Al más sólido de los llamados valores emergentes no le tembló el pulso. Qué desagradable embestir. Demasiado sacar algo en limpio de aquel molinillo de derrotes. Difícil incluso para descabellar.
MUNDOTORO. Insultante. Ni el ruido, ni el vino, ni la algarabía de las peñas. La historia del penúltimo festejo de Pamplona fue la tarde implacable de tres toreros: Roca Rey, Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera. El joven torero peruano cortó dos orejas, disfrutó una nueva Puerta Grande y metió su trayectoria, su aureola y su seguridad en el terreno de lo insultante, con una faena a la que le cuadra perfectamente el término ‘impresionante’. Queda la de Miura, pero el suyo es ya, con cinco orejas en el esportón, el gran nombre de la Feria del Toro.