Una vez más Acho podría estar en camino de ruina, o de espantá, como la de Citotusa, que debió dejar Acho por las tremendas pérdidas asumidas que estuvieron enraizadas en una desmesurada oferta económica hecha a la Beneficencia de Lima en el año 2014 cuando pujó en subasta por el coso más antiguo de América.
Era el momento que los postores, o quienes pretenden serlo, echaran mano de los cánones taurómacos, para templar sus ansias y obligar a la propietaria de Acho que, ante la ausencia de candidatos, dé por desierto el proceso, retroceda posiciones y reestructure unas bases que sólo están sustentadas en la parte económica y no de méritos, para llevarse la mayor parte de una torta que por dentro se pudre.
En cambio, en el escenario actual, si los dos adquirientes de bases, no pasaran la evaluación de sus condiciones –que de eso se rumorea y mucho-, esto es que no tengan requisitorias económicas, administrativas ni penales para ser postores hábiles y poder presentarse al concurso de precios por Acho (que no de méritos taurinos, que de ello no se exige ni se pide nada en las bases), habremos perdido un tiempo de oro, dos meses, para que la Beneficencia del presidente Bustamante se dé cuenta que no debe seguir exponiendo Acho a caer en insolventes situaciones.
Máxime cuando esta vez, lo que antes no fue, las bases se hicieron públicas y para hacer números no había necesidad de adquirirlas con lo cual, no se tenía que dar el pistoletazo de salida a una carrera que acaso no conduzca a nada.
Por la reflexión espetada arriba, espero y confío en Dios, que los dos adquirientes sepan de sus debilidades más de como entiendo que confían en sus cualidades, y sobre todo en su bolsillo para fondear esa quimera o locura empresarial, que como pasó con Citotusa, podría suponer un lluvia de millones de dólares en pérdidas, con la consiguiente espantá que perjudicaría –otra vez- Acho.
El 4 de abril, día de calificación de los adquirientes, lo sabremos. Espero que no sea demasiado tarde y Acho tenga que salir a concurso por segunda vez, que ya sería la tercera o cuarta en este periodo hasta el 2020 iniciado en el 2014, y una vez más su Feria del Señor de los Milagros tenga que ser gestionada a contrarreloj, con lo que eso supone de complicaciones, especialmente para comprar ganado, promocionar y publicitar la feria y, lo peor, para el bolsillo de los siempre sufridos abonados, que deberán pagar las entradas más caras –y por largo- del mundo del toro.
Tarararará… ¡sufre peruano sufre!