lunes, 2 de junio de 2014

Monumental Madrid

Monumental Madrid

Llegué por la madrugada del 29M a Madrid y por la tarde a Las Ventas a ver el cartelazo que anunciaba a Castella, Manzanares y Talavante con toros de El Pilar.

Plaza llena en tarde de relumbrón que dejó sentir su runrun desde que iba avanzando en el Metro del Norte al Centro y nada mas llegar a la estación Ventas, salimos por mares del vagón y a paso lento coronamos las escaleras que nos decubrieron la enorme monumentalidad arquitectónica del coso más importante del mundo taurino.

Gente agolpada en el patio de cuadrillas para ver llegar a los toreros y otras dejándose ver por el patio de arrastre, colegas apurados por ocupar sus puestos, los 'reventas' ofreciendo papel y yo con una contrabarrera de Sol a 53 euros algo así como un tercio del similar en Lima.

Crucé en el sentido inverso la puerta de la gloria torera que lleva a la castiza calle de Alcalá y el hervidero de gente era mayor, todos con ese streetstyle top que envuelve de glamour una tarde de toros en Madrid cuando se anuncian las figuras y cuando en los pasillos y bares bajo las gradas dejan ver al famoseo de prensa rosa, Isabel Preysler incluida.

Lamentablemente los de El Pilar no tuvieron nada ni contenido ni continente. Ni embestida y tampoco buena presencia. Tan disparejos que mediaba 100 kilos entre algunos con uno que casi alcanza los 700 de jurásico animal.

Un Castella volviendo a semana de su percance no se acomodó con el que más se desplazó porque al final pegaba cabezazos y le habria perjudicado su lesión en la cara. Un Manzanares que no pasó el examen y fue agria y contundentemente protestado por su colocación fuera de cacho -despegadisimo- y por su ejecución a punta de pico de muleta- vaciando afuera al toro. Unico pitado al abandonar el coso. Y un Talavante que pisó fuerte y desplegó una inesperada sensibilidad de yemas con el percal que meció lento con sabor y compás más dos naturales profundos y hondos ceñidos y hacia adentro que marcó la diferencia del que está arriba pero se lo curra. Le falló el puñetazo por lo que el acero no cortó oportuno.

Madrid es Madrid y cuando no te da para el toreo en tardes de monumentalidad taurina, tardes de mal ganado te permiten ver su otra cara, que bulle en protestas desde el famoso Tendido 7 que enarbola sus pañuelos verdes y grita al unísono un ¡boom PETARDO! O el que acertadamente pega el bocinazo ¡vaya mierda! Así es Madrid, directa y pura, exigente y celosa con su impositiva forma de querer y ver los toros.

Fue la primera vez que mi hija veía toros en Madrid y nada más salir el primero sentenció: ¡Esto sí es una corrida de toros mamá!

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