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miércoles, 21 de mayo de 2014

Dinásticos

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Son los que llevan sangre, adn y apellido entroncado en afición y profesionalización taurina. Son los que han bebido de las fuentes toreras de sus ancestros con el único fin de perpetuar y perpetuarse en la vocación. En su afición. Porque así lo decidieron, por el llamado de la sangre y porque su destino lo quiso.

En el toro dinastías y dinásticos han existido, y muchos. Desde la saga de los Gallo y los Ordóñez hasta la de los Armillita o Silveti por citar algunos. Sin embargo al día de hoy hay dos casi incipientes, en segunda generación, que nos tocan a los aficionados peruanos y limeños de cerca. Dos apellidos toreros que están viendo su continuación en los hijos de aquellos que Acho hizo suyos en décadas del siglo XX. Teruel y Galán.

Toreros de Lima por afición y por corazón que estos primeros días de feria madrileña han vuelto a ser y estar en boca del taurinismo. Teruel chico con su padre en el callejón reviviendo sus días de gloria, sosteniendo y empujando. Galán, a quien no le alcanzó la vida debió hacerlo desde su barrera del cielo.
Orgullo torero en las dos casas porque -a maduración tardía- su expresión ha cogido sabor y cuerpo en buena madera. En el toreo no sólo hay que saber torear, importa y mucho expresar, decir, con autenticidad, con naturalidad, allí está la diferencia.

Angel Luis y David han llegado a ese pozo y lo han demostrado en la primera plaza del orbe taurino con apenas corridas en el cuerpo. La fiesta necesita variedad, los necesita. Se dejaron ver. Piden sitio.