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Sevilla. 3ª de abono. Un tercio de entrada. 6 toros de Montalvo, muy desiguales de hechuras y de buen juego en general excepto primero y quinto.
Antonio Nazaré, silencio y ovación.
Juan del Álamo, ovación tras aviso y ovación.
Diego Silveti, silencio y ovación.
Burladero: Juan del Álamo, un salmantino con hambre. Tanta, que se dejó sin picar a un toro de casi seis años que tuvo bravura y carbón, y que en medio de embestidas fuertes pero profundas, enseñó los dientes en algún gañafón terrible. Pero a Juan, sin miedo, no pareció asustarle. Valiente y muy responsabilizado, sometió al de Montalvo con un toreo un poco en línea recta, pero mandón y poderoso, ligado y de mucha entrega. Muy serio, con sabor por momentos sobre todo al natural, y a la vez salpicado con ayudados torerísimos. Además Juan jamás se cansó de estar delante de un toro que, siendo muy importante, pesaba mucho por su agresividad y trapío. Así se presenta un chaval en Sevilla. Al quinto, feo y descastado, le sacó todo lo que tenía y algo más, y además lo mató bien, cosa que no sucedió en su primero. Lástima de oreja de ley perdida.
