lunes, 17 de febrero de 2014

Arroyo suena...

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José Miguel Arroyo “Joselito” anunció su vuelta a los ruedos, por un día (por ahora). A la sazón, uno de los últimos –o pocos- toreros de culto que existen. Aquellos que un aficionado –o acaso fanático- es capaz de seguir por tierra, mar o aire. Al que se valora y más que eso, se admira, por su capacidad, su forma y su fondo, maneras y estilo, su esencia, su torería. Por lo que dice o deja de decir, dentro y fuera de los ruedos. Por lo que hace o deja de hacer, por cómo vive. Para bien o para mal. Esos que les envuelve un halo de misterio. Culto, esa ciega rendición o exageración de las cualidades ¿carisma? de un personaje.

Ya cuentan que un juez en Sevilla falló ante una denuncia que ‘el currismo es una religión’ y blasfemar está penado. El caso es que Joselito vuelve a torear. Se anunció en junio para la Feria de Istrés en Francia porque su amigo el empresario Marsella se lo ofreció y le hizo ilusión. Locaidad de Le Bouches-du-Rhône con 50 mil habitantes y un coso (Les Arènes d'Istres - Le Palio) de 3ª categoría con aforo de 2,600 personas. Qué más da si el rito será oficiado por una divinidad del olimpo taurino que dejó los ruedos en el 2004 porque había que irse en figura.

Hay quien dice que el ‘torero de culto’ es el que Madrid encumbra. Puede ser. De los que hemos sentido, no necesariamente vivido, en los últimos años, se antojan nombres como Antonio Bienvenida, Curro Romero, Antoñete, Esplá, Joselito Arroyo y José Tomás. Seguro que para usted otros debiera mencionar… ‘torero de culto’ he dicho, no de época, no leyenda del toreo, para mí no es lo mismo. Joselito reaparece, cómo quisiera estar ahí.