Buscando resumir la tarde de ayer en Acho encontré dos palabras dos: Cátedra y valor. Una por la lección magistral de técnica para meter en muleta –o en grupa- a toros que transistaban la mansurronería aviesa. Valor, para intentar resolver con él las complicaciones con sordo peligro que trajo alguno. De un lado, los maestros Pablo Hermoso de Mendoza y Enrique Ponce; del otro el valiente Fandiño que no terminó de entender y acoplarse a los arreones de su lote. Se pudieron cortar hasta cuatro pero fue sólo una peluda que cayó en manos del rejoneador navarro. Y así entre fallos a espadas se nos fue una feria que tendrá triste recordación por el deficiente juego del ganado lidiado y la escasa o indigna presentación de la mayoría de ellos.
Enrique Ponce volvió a estremecer Acho. Verónicas sin perder pasos, ajustadas pero mecidas y mandonas en su primero al que supo conjurar su condicion de casi parado, aprovechando los pocos muletazos que trajo por derechazos templados y suaves, tirando de él con poder sutil. Con el otro dictó una cátedra de su genialidad y computarizada cabeza para entender los toros. Iba lancearlo y se le vino arrollando con peligro, se libró de una cogida. Sin amilanarse tras varas le echó el percal al hocico de ida y vuelta y como el cante, a media altura lo tasó. Desplazamiento y movilidad sin agobiarlo. Y así fue la tónica de su faena de muleta, a su aire, acompañándolo, sin atacarlo ni en las alturas ni en las distancias, fue capaz –y cómo- de construir un faenón por derecha, firme y sutil, suave y largo el trazo, con cadencia y rítmo y con esa estética y plástica que sólo Ponce sabe imprimir al toreo eterno, quintaesenciado. Los naturales no dieron esa dimensión resultaron aislados aunque templados. Pinchazo y una entera desprendida diluyeron la posibilidad de premio pero creo que para un figurón como él, que transita el olimpo divino, guardará más y mejor la rendición de un público que puesto en pie ovacionó al maestro.
Iván Fandiño no tuvo su tarde en Acho. Esa que viene buscando sin desmayo desde la primera vez que puso pie en arena rimense. Entregado y valiente pero por momentos sin claridad de ideas, aveces más pendiente de la esquina que del toro. Extraño para quien se mueve en la primera fila del toreo. El caso es que en su primero mostró sus armas al irse a toriles aunque el toro desairada el intento. Los estatuarios que iniciaron faena parecía que tendría premio pero el desordenado animal le complicó la papeleta. Si lo traía de largo generosamente, tapaba la cortedad de la embestida en el terreno del torero, se descolocaba, perdía pasos y el toreo ligado –o la posibilidad- se diluía. Optó por acercar terrenos y empujarlo a embestir pero la falta de rítmo del toro hacían vano el intento. Ese fue brutote y el 6º peligroso, desde capote apretaba mucho para adentro. El torero tragó en un par de series quieto y firme pero no fue suficiente para mostrar acople en el resto del trasteo. Destacar las seis gaoneras con que recibió en los medios y el quite por tafalleras y ceñidas chicuelinas que levantaron al público de sus asientos.
El valor es importante, sustantivo y continente de la técnica como contenido insustituible para
resolver planteamientos por difíciles que sean y hacer que surja el toreo como arte de birlibirloque, a pie o a caballo. Aveces no sólo un buen toro descubre ciertas carencias, los malos también.
FICHA. Plaza de toros de Acho, Lima. Domingo 8 de diciembre 2013. Última de feria del Señor de los Milagros. Tres cuartos de entrada en los tendidos. Tarde con sol en la que se lidió ganado de los hierros colombianos Vistahermosa 1º , San Esteban de Ovejas 2º 4º 5º y San Sebastián de Las Palmas 3º y 6º descastados en general y mejor presentados que anteriores tardes. Pablo Hermoso de Mendoza, silencio y oreja. Enrique Ponce, silencio y clamorosa vuelta al ruedo. Iván Fandiño, saludos y palmas. Incidencias. Destacó en banderillas Dennis Castillo y Fernando "El Pato" Gonzáles. El picador César Caro señaló que era su ultima tarde en Acho. El diestro español Jesús de Fariña recibio un homenaje del Síndicato de Toreros del Perú por su trayectoria en ruedos nacionales.