Cinco silencios y una ovación ha sido el balance de la tarde de hoy. Se ha lidiado una corrida Conde de la Maza que no ha respondido a las expectativas creadas tras el juego interesante de la lidiada el pasado año.
Aun así hemos vivido momentos de intensidad en una corta faena de Oliva Soto al primero de su lote. Destellos de arte y sabor de este joven camero que, de no fallar con la espada, hubiera paseado una oreja. Una faena de no más de doce muletazos. Chispazos de arte que alcanzaron su cima en una serie por el izquierdo excelsa. Naturales cincelados en armonía, de esos que provocan lo que en el sur llaman el pellizco.
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Oliva Soto tuvo suerte: se llevó el mejor toro, su primero, un animal sin demasiada fuerza pero bien plantado y con ganas. El diestro le dio los mejores pases de la tarde pero falló al entrar a matar. Y eso se paga. Con el astado que cerraba la corrida, también estética en los pases pero nula emoción y trasmisión. LA OPINION DE MALAGA
Acarició el toreo... Tiene una cosa Oliva en su toreo que es la divina inocencia. En el centro de la faena aquella serie, y antes la muñeca derecha volando y volando Soto en una voltereta. Detalles, pinceladas, un cambio de mano como un cartel de toros de Ruano y la puta espada. No hace la suerte. Precipita la llegada de la espada con el brazo encogido. Se esfumó la oreja. EL MUNDO.ES