domingo, 21 de noviembre de 2021

La Esperanza: Roca Rey triunfa, Fino lo borda

La Esperanza: Roca Rey triunfa, Fino lo borda


Por Magaly Zapata 
Como dice aquella canción… en mi alma llevo La Esperanza.

Y no fui sólo yo, fue la gente que acudió y los toreros del mano a mano y los ganaderos, por qué no. La Esperanza en vivir la ilusión de aquella música callada del toreo; o de aquella efervescencia del ciclón limeño. Esperanza en ver un toro bueno embestir y ser materia prima de un 'capolavoro', de aquella obra que se siente en cada golpe de cincel, o en cada ¡ay! de entrega. Hubo de todo y lo más importante, la gente de los de pellizco y los partidarios de la entrega valiente y descomunal, todos salimos con la íntima alegria de haber vivido, disfrutado y sentido hervir sangre por nuestras venas, pensamientos en conmoción que dijo Bergamin que era el toreo cuando nace desde el alma rota.

Si la plaza de toros La Esperanza, que a partir de hoy así la llamaré 'de la Esperanza', había empezado a vestir de largo desde esta reactivación 2021 en agosto último, con los fundamentos requeridos y que con empeño su propietario Tito Fernández nos regaló a los aficionados esa bocanada de aire fresco para revivirnos cuál ave fénix del fuego pandémico que nos consume, hoy (o ayer por motivo de horario del escrito publicado), cogió ese poso del sedimento de los caldos con añada que valen en un buen vino. Y fue por la presencia del peruano, figura mundial del toreo en sazón que hizo el paseíllo y porque tuvo en compañía a quien hoy mejor que nadie ostenta vitola de artista único del toreo clásico, en formas y en fondo, y que lo coloca en la cima de la pureza y ortodoxia del toreo cuando transita sus 30. Y que afortunada ha sido Lima, aunque sin ser en el Acho, lo hayamos podido ver, sentir y disfrutar.

Finito de Córdoba fue desgajando su arte en cada uno de su lote del mano a mano con Andrés Roca Rey, y lo conjuntó en el gran toro de Paiján que hizo quinto, noble que se entregó por abajo y con ritmo, fue esa faena el compendio de artes que tiene el toreo, de danza, de pintura, de música callada pero sobretodo de escultura. Y es que cada trazo, cada movimiento, por la composición y la reunión entre toro y torero, era como estar observando extasiados una marmórea creación impresionista de Rodin, al reflejar con naturaleza la natural esencia del toreo eterno. Tanto como las pétreas pero vivas fuerzas dramáticas por desgarradas que Benlliure imprimió en su creación del arte de lidiar. Cuando el arte se sublima los despojos auriculares salen sobrando. Aunque bien pudo El Fino haberse llevado hasta 4 de no fallar con el acero y la cruceta.

Por contar, fueron las que si cargó en espuertas Roca Rey, avasallador en su repertorio y a quien sus fieles y devotos esperaban con ansias volver a verlo en alguna arena de nuestra tierra y quiso que sea en la de la Esperanza. Hizo y deshizo como quiso. Poderío y valor descomunal para someter y arrimarse y para con ello encender la flama de la pasión por quien enhebra pasamaneria de lujo. Variados en quites y en trazos de muleta, hincado o en pie, cambiando por detrás el viaje de bureles o pasmándoselos por la faja o bien poniendo sus muslos por muleta hasta el mismo hocico del Bravo para domeñar, para someter y luego crear y encender pasiones.

En el toreo todo vale porque válido es lo que se siente y ello es porque quien ejecuta lo vive y trasciende. Y así la tarde nos condujo con sus matices entre la orfebrería y pasamanería. Entre quien triunfó a golpe cantado y quien en su trayectoria de 30 se ha mantenido por su esencia. Ya lo dije. Todo vale. Mejor aficionado es a quien más toreros le caben en la cabeza. Pero en suma fue el duende en estado de gracia tanto como la precocidad genial, lo que el público de la plaza de la Esperanza disfrutó, que llegó filtrado en sus esencias desde los habituales del Rímac hasta Lurín.

La corrida se dejó en los tres hierros que se lidiaron, la española Vellosino con poco fondo de casta; y las peruanas Santa Rosa de Lima y Paiján que una vez más salió triunfadora.

Toro a Toro…
Carmelo de El Vellosino para Finito, verónicas desgranadas porque sale suelto el Carmelo. Vara breve de Cárdenas. Tardo y soso lo hizo todo el diestro que dejó detalles de brillo y sabores de vino de añada en su estar en su andar en la colocación y el embarcar aunque le costaba salir de la muleta al Vellosino. Saludó una gran ovación por pinchar.

Señorial fue el segundo de Paiján para Roca Rey. Nada en el recibo de capa que cierra a una mano. Buena vara de Yaco. Inicio de rodillas y con cambiado por la espalda y al abrochar con la zurda es arrollado sin consecuencias . Viene largo pero no sale de la muleta series cortas en los medios. Con la zurda lo busca por abajo. Explotan los tendidos en los circulates invertidos enroscados al fajín. Entera caída. Dos orejas.

Presumido de Santa Rosa de Lima para Fino. Sale suelto en dos verónicas robadas y se le cuela. Vara potente de Cárdenas. El astado galopa y es pronto. Pero va distraído y topando sin ritmo. Iba descompuesto. Quería pelea y le puso temple y mando por abajo y estructura faena de gusto y finura pero firme a la vez valiéndose de la inercia del burel, la faena en un palmo. Dos entradas al despacho y descabellos con dos avisos.

Botijero de la Santa limeña para Roca Rey. Se lo piensa. Espera en banderillas. No regalaba nada el toro. Lo metió en canasto con los vuelos y esfuerzo poca ligazón y se iba a tablas. Mediada faena optó por dejársela puesta y ligó y encendió los tendidos. Sale desentendido y se va a tablas ahí la tanda es sin ayuda del estoque simulado. El público en pie. Espada caída de rápido efecto. Oreja.

De Paiján es el quinto de nombre Republicano. Fino tiene un gran toro que entendió y tuvo el arte en el corazón y las yemas para esculpir obras maestras en cada muletazo. Componiendo. Reuniendo. Embarcando. Vaciando. Echando siempre los vuelos de su muleta y mucho saber y sabor torero. Marra con la espada pero ahí quedó eso. Obra de arte y orfebrería cordobesa en La Esperanza. Clamorosa vuelta al ruedo. Y también al toro. Brindó a su compañero Roca Rey.

Joyero de Vellosino al cierre para Roca Rey. Gran tercio de Dennis Castillo que saluda. Se dejó y lo toreo acompasado y por abajo tras la espada cortó otra oreja. Y salió a hombros.


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