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Premiazo para el Perú fue el triunfo del novillero limeño Andrés Roca Rey en la plaza de toros de Las Ventas el domingo 19 de abril en una novillada de temporada.
Valiente, entregado, algo arrebatado como corresponde a un novillero, pagó con sangre y 3 cornadas limpias (escroto y piernas) las orejas cortadas a su lote que lo auparon a la puerta de la gloria del toreo. Madrid, da y quita. Roca Rey arrebató las dos peludas con tesón no excenta de algunos errores producto de sus ganas.
Primó la actitud, apostó y ganó. Su puerta grande puso el Perú y su historia en boca profesionales, cronistas y aficionados, misma que llevó consigo al cruzar el umbral neomudéjar con la bandera patria en el hombro. ¡Perú-Perú! Se oía en el túnel de salida. Emotivo.
La resaca se vio en las portadas de las revistas y en los titulares, algo que jamás había vivido un torero nacional y menos en la meca. Tanta ola trajo que el empresario francés Casas se apresuró a cerrarle la alternativa en Nimes, anfiteatro romano del 27 a.c. para su feria de la Vendimia de Setiembre. Puntazo para su carrera porque ahí se doctoró El Juli, Adame, Pinar entre los últimos.
Pero ‘la copa’ llega en poco menos de un mes cuando vuelva a Madrid para torear la Feria de San Isidro, ‘el mundial del toreo’. Importante examinación para el peruano sea por el público diferente, más en aficionados y más exigentes que suelen exigir al que viene de triunfar; sea por el ganado escriturado del Conde de Mayalde (líneas de El Ventorrillo-Juan Pedro Domecq y Contreras por separado y otra rama cruzada de ambas) fundada en 1940 con antigüedad en 1960 y que lidia mayormente en plazas de 2ª y 3ª.
El caso es que su nombre ya está en la historia del toreo: Primer peruano del Siglo XXI que sale a hombros en Madrid. En el siglo pasado fueron Adolfo Rojas “El Nene” de novillero en 1947 y Rovira (nacionalizado) en 1949.