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El pasado domingo, a punto de cumplir los trece años de edad, falleció en Sueca el famosísimo toro
"Ratón", uno de los más célebres en la historia de los festejos populares, capaz de llenar plazas con el sólo anuncio de su nombre y uno de los que más cobró por actuación. Ha sido, además, protagonista de un libro que narra su historia así como de un videojuego y varias canciones.
Sin lugar a dudas la ganadería de Gregorio de Jesús va irremediablemente ligada al nombre de este ejemplar. Las andanzas y correrías de este toro van pasando de boca en boca llegando sus historias a ojos y oídos de millones de personas, dada la repercusión de sus hazañas y la generosidad de espacio con que todos los medios de comunicación las han reflejado y recogido en sus noticias.
Pero no hay que olvidar que Ratón es un toro. Nada más. Y nada menos. Como animal bravo se defiende y ataca a aquellos que intentan recortarlo o quebrarlo en una plaza. Lo de asesino es un apelativo que se ha forjado a base de historias, exageraciones y leyendas urbanas que corren como la pólvora.
Nacido el 12 de abril de 2000, hijo de "Caracol" y de "Fusilera", a los pocos días estuvo a punto de morir cuando unos desaprensivos asaltaron la ganadería y abusaron de él, un becerro indefenso al que, además, dejaron encerrado en un establo. Sólo los cuidados y mimos de su criador lograron salvarle. Como sucedería años más tarde, cuando sufrió una grave cornada en el recto en una pelea con otro toros. Antes había sido destinado a una novillada sin picadores con alumnos de la Escuela de Tauromaquia de Valencia, siendo imposible darle un solo capotazo al acularse en tablas y renunciar a la pelea. Normalmente el matadero hubiese sido su destino, pero Gregorio de Jesús creía todavía en él y le reservó para probarle en festejos de calle. No le defraudó y en su primera salida, en Sueca, sorprende y admira a todos por su habilidad, destreza y agilidad, repitiéndolo en sus siguientes actuaciones. Había nacido una estrella.
Las dos víctimas mortales causadas por este astado han sido un hombre de más de 50 años en Puerto de Sagunto, en 2006, que entró en el recinto donde había toros sin saberlo, y un joven de 29 en estado de embriaguez que se lanzó al ruedo en la plaza de Játiva en 2011. Dos personas que, evidentemente, no estaban preparadas para ponerse delante no ya de Ratón, sino de ningún otro toro.
No fue un toro traicionero. No se escondía ni atacaba por la espalda. Principalmente Ratón era un toro listo, un toro inteligente, si esa palabra puede aplicarse a un animal, que acumulaba muchas horas de plaza, de trabajo y que sabía economizar sus fuerzas y cuándo era el momento adecuado para arrancarse y sorprender a quien se atreviese a desafiarle. Viene aquí a cuento el tema de la bravura. Ratón ataca cuando le provocan, luego es bravo.
Ratón ha logrado convertirse en una leyenda, en un mito, en una referencia obligada a la hora de hablar de toros y festejos populares. Y no por ser un toro asesino -ninguno lo es- ni por una especial agresividad, sino por una larguísima trayectoria, una inteligencia fuera de lo común y su honestidad.
Él no ha hecho otra cosa que cumplir con su papel.
Paco Delgado