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José Tomás recibió el VI Premio Paquiro que concede El Cultural de el periódico El Mundo. El matador de toros madrileño sorprendió a todos con la lectura de un texto en el que evocaba un diálogo ficticio con Navegante, el toro que le infirió la tremenda cornada de Aguascalientes. El diestro de Galapagar despliega unos folios. Pero sólo los mira un instante al comenzar a hilar su faena, esta vez puede decirse que literaria. Luego alza la cabeza y mira a las caras, seguro y tranquilo, como en la plaza.
“Unos días después de despertar de la cornada de Aguascalientes, empecé a recibir la visita de 'Navegante', el toro que me la lió. Al principio, la verdad, no me hizo mucha gracia. Pero con el paso de los días, olvidé el rencor, agarré confianza con él, empezamos a conversar y nos llegamos a hacer colegas; al fin y al cabo, me di cuenta de que aquella cornada, más allá de enemistarnos, me unió con él para siempre”.
Así empezaba José Tomás su intervención. Una vez más, volvía a esquivar los caminos trillados, los discursos prefabricados y sacaba a relucir su personalidad, única e intransferible, y una voz propia.
Hablaban y hablaban el toro y él. Navegante era el animal que casi le manda al otro barrio en Aguascalientes. Lo dejó varios meses en el dique seco, con muchas dudas sobre su vuelta a los ruedos por la gravedad del cornalón que le infligió el 25 de abril de 2010. El 23 de julio del año pasado reaparecía en Valencia, “como si viniera del más allá”. Esa es la metáfora (o no tan metáfora) empleada por Vicente Zabala de la Serna, responsable de la sección taurina de El Mundo, que ha sido el encargado de explicar las razones que han llevado a concederle por tercera vez el Premio Paquiro. Lo sucedido aquella tarde fue a juicio -unánime- del jurado “el acontecimiento taurino del año 2011”.
-¿Por qué te volviste de aquella manera tan inesperada?- pregunta José Tomás.
- Te tocaba pagar por todo lo que te hemos dado los toros. Estando ahí frente a nosotros, en el ruedo, te sientes más vivo; te puedes expresar toreando y juntos llegar al arte. Generas ilusión en la gente que acude a verte a la plaza.
Era la respuesta de un atribulado Navegante, que, no obstante, dudaba de su misión:
- Me tocó a mí el marrón de cobrarte el precio que nos debes.
El toro no quería hacerle daño pero era su deber. Un deber quizá impuesto por el Dios de los astados, si es que lo tienen. El caso es que era él que tenía que poner al torero triunfador en la mesa del quirófano. Y lo hizo, vaya si lo hizo. Pero José Tomás, en otro alarde de su grandeza y comprensión, no se lo tiene en cuenta. Ya no le guarda rencor. Conoce y asume los peajes de su oficio, de su arte:
- Tienes razón, Navegante, tengo que pagar un tributo y lo hago con naturalidad.
El torero abonó el importe de su deuda, sufrió la incertidumbre de si su pierna volvería a recobrar plena movilidad, y se entrenó duro para disfrutar de lo que para él es la libertad más auténtica: torear. El trauma le ayudó además a reafirmarse en su pasión:
- Fue más hermoso que nunca reencontrarme con las sensaciones de siempre, coger una muleta, torear de salón, hacer un tentadero, y llegar a una plaza de toros, ponerme el traje de luces y liarme el capote de paseo para volver a pisar el terreno de la libertad. La libertad que se siente en el ruedo poniendo la vida en juego pero eso sí, a cambio de más vida todavía, la que nos regaláis con la posibilidad de templar vuestras embestidas despacito, muy despacito.
Fue el cierre de su charla con el mundo animal. Una sorpresa que tenía preparada el matador. Luego pidió disculpas por el atrevimiento, pero también se justifico: “Con esto que trajo Walt Disney de ponerle voz a los animalitos, se me ocurrió esta manera de agradecer y compartir este premio con ese animal llamado toro bravo. Ese animal que me quiso quitar la vida en Aguascalientes, ése que me ayuda a vivir la vida más plena que conozco. Desde ese percance lo tengo más claro todavía: vivir sin torear no es vivir”.
Por último, informó que el dinero que recibía, como ya es tradición en él, irá a uno de lo fines benéficos que desarrolla su fundación. Esta vez, a dos comedores sociales.
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