En su segunda tarde como matador en la Plaza México, Diego Silveti ha hecho historia al cortar el rabo número 126 de la Monumental, tras una extraordinaria faena al toro "Charro Cantor", de la ganadería de Los Encinos, propiedad del ganadero Eduardo Martínez. Desde este ya histórico domingo 11 de diciembre de 2011, Diego Silveti ha pasado a formar parte de ese grupo de elegidos capaces de emocionar el alma de la plaza más grande del mundo. Además, con este impresionante triunfo conseguido en el sexto toro de la tarde, el apellido Silveti vuelve a estar en lo más alto de la torería mexicana.
Vestido de blanco y oro, y luciendo un capote de paseo verde pistacho con la imagen de la Virgen de Guadalupe que era propiedad de su padre, el gran David Silveti, Diego volvió a la Monumental después de su confirmación de alternativa el pasado 6 de noviembre. Con pocas opciones con su primer toro, animal sin clase y sin humillar con el que Diego se mostró por encima con capote y muleta, y al que no acertó con los aceros de muerte, todo quedó aplazo para el último de su lote.
"Charro Cantor" fue un gran toro, por su clase, boyantía y bravura, animal completo para el que se pedió el indulto, y que propició un gran espectáculo. Diego, que ya lo había toreado muy embraguetado a la verónica de salida, y también en un gran quite por cordobinas, compuso una de sus mejores y más redondas faenas. Pronto entendió al animal, en su ritmo y en su distancia, y desde el comienzo Silveti se acopló perfectamente a las grandes condiciones del toro. Lo hizo por los dos pitones, muy roto siempre, poniendo todo el sentimiento en cada uno de los muchos muletazos que instrumentó. Sensacionales las primeras tandas en redondo, para ligar después un toreo al natural extraordinario, por el encaje, la profundidad y lo despacio que toreó. Los tendidos se entregaron de la misma manera a la faena, y durante varios pasajes corearon el grito de ¡torero, torero!
El temple también estuvo acompañado de la inspiración y, sobre todo, del sentimiento. Silveti se dejó ir en todo momento, en el toreo fundamental, y también en los adornos, en los remates, en los circulares y en unas apretadísimas bernadinas que que terminaron de completar una faena redonda e histórica.
Con fuerte petición de indulto para el gran toro, Silveti siguió toreando, pero sin forzar nunca el perdón del toro. Una vez cuadrado se volcó tras la espada con la misma verdad con que lo había toreado, y las dos orejas y el rabo fueron unánimes. También el arrastre lento al toro. La plaza fue un volcán cuando el animal rodó y la emoción inundó los tendidos. La vuelta al ruedo con los máximos trofeos fue de las que no se olvidan, como lo fue el triunfo de Diego Silveti que se marchó a hombros entre los gritos de ¡torero, torero!
Diego Silveti estuvo acompañado de Guillermo Capetillo (ovación y pitos tras aviso) y Alejandro Talavante (ovación, palmas y silencio en el de regalo). Se lidiaron 7 toros de Los Encinos, de buen juego 1º y 2º, y extraordinario el 6º.