En tardes como la de los Palha, lo socorrido es decir que fue un aburrimiento. Pero, a decir verdad que hubo de todo, como en botica. Y estas fueron las claves.
La primera, la mala presentación de los toros. Sobre todo el terciado segundo, devuelto felizmente al corral por inválido, y el feo de hechuras tercero: estrecho, altote, sin rematar, sin armonía, sin trapío en dos palabras. De no ser de tan señero hierro, ni hubieran pasado el reconocimiento.
Lo cierto es que Bolívar dejó lucir sus dos toros en el caballo. Gracias. Pero, ambos resultaron ser más unos engañabobos que dignos de las palmas recibidas. Escarbaba; se colocaba el piquero, volvía a escarbar; avanzaba un tramo y en dos tiempo tomaba, la vara recibiendo el ¡Oooooh! por su bravura (es el caso del segundo) Y de bravura nada, sencillamente que era de Palha.
Ese segundo fue a mejor, y luego a peor, y luego, todo hay que decirlo, de nuevo a mejor. Esa sería su gran virtud, por la que sería recordado según iba avanzando la tarde.
El otro toro reconocido con palmas fue el quinto. Si Salvador Cortés no estuvo a la altura del sobrero de Carmen Segovia, tampoco lo estuvo con éste, al mostrarse desconfiado y hacerlo ver peor de lo que realmente fue.
Así la tarde, el mejor resultado se lo llevó David Mora ¿Las claves? El arrimón que se pegó en el tercero, con el que se mostró firme. Y lo digno que estuvo con el sexto, sobrero de Aurelio Hernández, que más pareció un limusín que un toro de lidia.
El festejo, mire usted por dónde, tuvo también los pares de Domínguez y Mariscal en el segundo. Y los quites, toda la tarde de Domingo Navarro, lo cual se debió un día más a su excelente colocación y sobre todo su afición. Quites de peligro a compañeros, picadores y matadores, como así ocurrió en el sexto.
Por todo lo cual, pese a que lo socorrido es decir que fue un aburrimiento, la verdad es que hubo de todo, como en botica.