sábado, 15 de mayo de 2010

Video: 9ª de Madrid. El Cid no terminó de cuajar al bravo quinto.

Por Pedro Abad-Schuster

El video está en el link: http://www.plus.es/feriastaurinas/player_video.html?xref=20100515pluutmtor_1.Ves

Madrid, viernes 14 de mayo de 2010. Lleno.5 toros de Alcurrucén, desiguales de presencia, mansos, y de desigual condición en el último tercio. Los tres últimos con posibilidades, aunque con más genio que casta. 1 toro de El Torreón (1º bis), manso, flojo, complicado. Uceda Leal, El Cid, Miguel Tendero. 6 silencios 6.

Nadie comentó los tres primeros lidiados. Ahí no hubo nada; nada referida a toros de lidia; nada, tampoco, en cuanto a toreros. Al igual que el buen toro, el aficionado se mantiene en pie por la casta, por la entrega ante el buen toreo y por su defensa y protesta ante la ausencia de este arte que nos embriaga las emociones y templa el entendimiento. Pero hubo interés en los tres postreros; interés por la movilidad, por sus embestidas más o menos geniudas o encastadas.


Uceda Leal, en su último compromiso en San Isidro, vio como su primer toro era devuelto a los corrales por su escasa fortaleza. El sobrero de El Torreón, serio, desarrolló un descompuesta embestida con la que poco pudo hacer el diestro de Usera. El cuarto tuvo poca clase en sus embestidas, pero repitió una y otra vez, pero a media altura, es cierto. Pudo haber algo de casta pero con ese matiz de la escasez de clase; de ahí que prefiera hablar de movilidad; hubo más de ésta que casta que supone entrega, acometividad y repetición. El trasteo de Uceda nunca levantó el vuelo de una tarde que comenzaba a disiparse en la nada.

La plaza de Madrid recibió a El Cid con una cálida ovación. El segundo se llamó Herrerito, un toro colorado ojo de perdiz de 547 kilos, manso, soso y descastado, con las fuerzas menos que justas. El Cid se lo sacó a los medios, con el capote, de forma aceptable, y volvería a hacerlo con la franela entre las manos. Pero no hubo nada en el último tercio: desde fuera con las dudas que le corroen en los últimos tiempos, sin continuidad –pasándolo de uno en uno-, con la muleta algo atrás –él que tantas veces la ha echado por delante para arrastrar a los toros-, mientras el bicho apenas respondía, soso y cortito en sus desplazamientos, aquello rondaba la tristeza existencialista. Dos pinchazos sin soltar, caídos, y una entera por aquel lugar, le verían doblar tras refugiarse en tablas.

El quinto para El Cid fue un toro con muchas posibilidades donde se descubrieron las actuales carencias del diestro de Salteras, magistral hace apenas temporada y media. Guitarra II se motejaba, soportaba 538 kilos a sus espaldas y era negro mulato, listón, chorreado, bragado corrido y girón; y aunque sin demasiado remate y manso en varas, con genio por el derecho y más clase en las embestidas por la zurda. Volvería a recibirlo con el capote de forma aceptable, ganado terreno a los medios tras unas dudas iniciales. Con la muleta, sin embargo, anduvo brusco, eléctrico, desde fuera, en pases cortos y acelerados, a media altura, metiendo algo el pico, sin esa mano mandona y baja que tantas buenas tardes nos ha hecho disfrutar. Hizo un verdadero esfuerzo para no verse desbordado por un toro que repetía y reponía. Con la zurda se relajó más, pero no terminó de cuajar la faena: siguió descolocado, embarcando con el pico, ahora sí bajó más la mano y tiró más del bicho, pero sin la limpieza necesaria, ya que el toro terminaba enganchando una buena parte de los naturales al rematar el lance. Me gustó un buen trincherazo casi al final, largo y templado, pero el toro ofrecía unas posibilidades que no se vieron correctamente aprovechadas. Una estocada baja y unos pitos de desagrado cerraron su primera actuación en Las Ventas.

Miguel Tendero firmó varios naturales de estimable trazo ante el tercero de la tarde, que se apagó demasiado pronto y ante el que no estuvo afortunado con los aceros. Y el sexto, también tuvo más genio que verdadera entrega; lo demostró con creces por el pitón izquierdo, brusco y algo descompuesto; con el derecho, a pesar de la repetición inicial, se fue quedando sin rematar los lances –el toro encastado puede quedarse para revolverse y buscar al diestro, pero aquello fue otra cosa- y las embestidas bruscas y no siempre humilladas también fueron evidentes en los comienzos. Tendero ligó un par de series por el pitón derecho que parecían dar paso a la esperanza. Pero no, fue de nuevo un espejismo.

Fuente:cope Fotos: http://www.burladero.com/sanisidro/fotogalerias/011449/avance/fotografico/san/isidro