sábado, 15 de mayo de 2010

Video: 10ª de Madrid. Juli y Castella ovacionados en sus primeros.

Por Pedro Abad-Schuster

El video está en el link:
http://feriastaurinas.plus.es/player_video.html?xref=20100515pluutmtor_2.Ves

Madrid, sábado 15 de mayo 2010. No cabía un alfiler en Las Ventas. Toros de Garcigrande, desiguales en hechuras, bajos de raza en conjunto, de poco juego a partir del 3°. Destacó por su transmisión y casta el 1º y con genio el 2°. A partir de allí mansos, descastados, sin clase el 3º y 6° y los dos de Domingo Hernández (4° y 5°). Hoy tocaba cartel de figuras… y han llegado nuevos cabestros al coso madrileño; de la mano de los que pueden imponerlos, bajo el patrocinio del santo Isidro. Y, para no perder la costumbre, los isidros, espectadores ocasionales del festejo, se han unido al espectáculo, llenando por primera vez el aforo venteño. Sumen y sigan discurriendo: bueyes, figuras, isidros.

El Juli: Ovación tras aviso y silencio. Sebastián Castella: Ovación tras aviso y silencio tras aviso; Daniel Luque: Silencio en su lote.

Todo quedó en un duelo emocionante en los dos primeros toros de la corrida a cargo de Juli y Castella, toreros en plenitud protagonistas del primer tramo de la temporada junto a Morante y Manzanares. Ambos fallaron en la suerte suprema y sólo fueron ovacionados.

El Juli debió desorejar al primero, Listo de mote, que pesó 520 kilos, castaño listón, corto pero con cuajo, manso en varas y noble por el derecho, aunque más complicado por el zurdo. Julián lo paró con unas verónicas aceptables, a los medios y quitó por chicuelinas vulgares, pero con buena media de remate, algo despegada. Con la muleta nunca terminó de colocarse más que en el primer pase –y eso tras las recriminaciones de turno-, ni siquiera al hilo, sino más fuera, para sacar algunos lances o series por la derecha, ligadas y a veces bien mandadas. Tardó algo en meterse el toro en redondo, en someter sus embestidas con pleno dominio, pero siempre desde fuera, y en la siguiente tanda ligó echando descaradamente la pierna para atrás. Eso, en Madrid, no vale lo mismo, por más que los isidros aplaudiesen. Con la izquierda nada sacó en limpio; siguió fuera, sucio, con un toro que no terminaba de pasar y se ceñía en ocasiones; ahí pudo demostrar su capacidad lidiadora, y no vimos sino ímprobos intentos sin resultado eficaz alguno. Hasta los isidros fueron conscientes de ello, y el nivel de aquellos aplausos se apagó en buena manera; la afición, silenciosa. Y con la espada tampoco vimos al seguro Julián de otras tardes: dos pinchazos, uno trasero y otro con pérdida del trapo, un aviso y una estocada baja y trasera. ¡Este no es el Juli de Valencia o Sevilla, que me lo han cambiado! Su segundo fue un toro muy deslucido, que hizo pasar un mal rato a las cuadrillas pero que en la sabia muleta de Juli pareció hasta bueno. Sin embargo, acabó por embestir sin emoción.

Sebastián Castella, el arrimón en el segundo de la tarde le granjeó ovaciones isidriles. Bailaor, 540 kilos, negro listón, tocado, manso, complicado y a menos, necesitaba que lo pudieran y lo torearan. Y, sin embargo, acabó el espada haciendo alardes entre los pitones pero sin pegar más que cuartos de pases efectistas. El toro entraba algo brusco, sin clase, pero se desplazaba en los iniciaos de cada tanda. Como, desde fuera, hubo poco mando y sometimiento, terminaba por pararse en el tercer o cuarto muletazo, cuando había que arrastrarle de veras. Es cierto que pocos habrían sido capaces de hacerlo, pero precisamente es lo que se espera de alguien que está tan arriba en el escalafón. El toro se acabó rajando, reculando y parándose, y entonces vino el encimismo ante un bicho inmóvil… que gusta tanto a los isidros. Saldrían esos medios pases –cuando lo fueron- sucios y sin sal, pero la gente se cree lo que quiere, y concedieron un mérito especial a lo realizado por el francés. Media caída y trasera, un aviso y otra media, más baja aun, dejaron aquello en unas palmas, sin que saludase el galo. A partir de ahí, la corrida se desinfló por completo y la tarde quedó en un "lo que pudo haber sido". No pudo hacer nada con su segundo, manso de libro.

Daniel Luque tampoco ha demostrado esta tarde sus virtudes apuntadas en 2009 y ya llevamos varias así. Su primer buey, Acompasado de apodo, pesó 517 kilos, era castaño, estrecho de pitones pero tocados, manso, brusco y descastado. La presidencia se lo dejó crudo en varas –quizá con la aquiescencia del matador-, y llegó el toro complicado al último tercio, frenándose, cabeceando y a media altura. Luque, desde el más allá, despegado, lo pasó en paralelo sin transmisión alguna –algo que esta tarde ha faltado salvo en el primero-. El bicho se le rajó en la cuarta tanda definitivamente, para pararse a continuación y buscar a tiro hecho al espada, reservón y enganchando la muleta. Lo mató de media trasera y caída para silenciarse su labor. En el sexto, un irónico Buenas-Tardes, se encontró con un nuevo buey de 592 kilos, negro, feo y bizco del pitón zurdo, manso, bronco y descastado, para ir haciéndose sosote al final. Poco le vimos al de Gerena, con algunos lances destemplados, sucios, con abuso del pico, desde fuera, y con la muleta por detrás casi siempre, cuando lo que necesitaba era taparse más. Muy poca cosa. Una estocada al aire precedió a otra media, trasera y un descabello, y éstos al silencio que resumía la tarde.

Fuente: cope

Fotos (copiar y pegar):
http://www.burladero.com/sanisidro/fotogalerias/011472/avance/fotografico/san/isidro