Por Pedro Abad-Schuster.
Sebastián Castella (de lila y oro) abrió la primera Puerta Grande del ciclo. Su primero fue un ejemplar de Garcigrande que tomaba la muleta con gran transmisión y franqueza pero, tras la primera tanda, buscó las tablas con descaro y parecía que la faena se iba a venir abajo. Allí le plantó batalla para torear con gran profundidad y aprovechando siempre las embestidas hacia los adentros. Espadazo y la concesión de la primera oreja. Otra cortó del quinto, al que realizó un inicio de faena espectacular, ligando cinco estatuarios rematados con tres pases del desprecio. Tras esto, dos tandas en redondo, donde el toro embistió con codicia y transmisión. La faena bajó de tono en las siguientes series, para volver a coger altura con unas manoletinas finales. Nueva estocada y nueva oreja, que le abría la Puerta Grande y le convierte en el primer triunfador de San Isidro.
Morante de la Puebla (de café y oro) se enfrentó a un lote que no le dio demasiada posibilidades; lo intentó sin suerte, aunque dejando varios muletazos abandonando su cuerpo, con ese gusto especial del torero de La Puebla. Silenciado. Completó el cartel Alejandro Talavante (de verde y oro), con el que la plaza fue excesivamente dura, pues se encontró a dos animales parados. Silenciado. La nota negativa del festejo llegó en el cuarto, cuando el astado de Garcigrande corneó de gravedad al banderillero Rafael Cuesta.
Ganadería. Se jugaron seis toros de Garcigrande, bien presentados y de juego desigual, muy mansos y descastados, destacando el segundo, que se rajó pronto, y el quinto, encastado. (Fuente: el mundo.es )
http://www.elmundo.es/elmundo/2009/05/14/toros/1242328630.html
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Sebastián Castella (de lila y oro) abrió la primera Puerta Grande del ciclo. Su primero fue un ejemplar de Garcigrande que tomaba la muleta con gran transmisión y franqueza pero, tras la primera tanda, buscó las tablas con descaro y parecía que la faena se iba a venir abajo. Allí le plantó batalla para torear con gran profundidad y aprovechando siempre las embestidas hacia los adentros. Espadazo y la concesión de la primera oreja. Otra cortó del quinto, al que realizó un inicio de faena espectacular, ligando cinco estatuarios rematados con tres pases del desprecio. Tras esto, dos tandas en redondo, donde el toro embistió con codicia y transmisión. La faena bajó de tono en las siguientes series, para volver a coger altura con unas manoletinas finales. Nueva estocada y nueva oreja, que le abría la Puerta Grande y le convierte en el primer triunfador de San Isidro.
Morante de la Puebla (de café y oro) se enfrentó a un lote que no le dio demasiada posibilidades; lo intentó sin suerte, aunque dejando varios muletazos abandonando su cuerpo, con ese gusto especial del torero de La Puebla. Silenciado. Completó el cartel Alejandro Talavante (de verde y oro), con el que la plaza fue excesivamente dura, pues se encontró a dos animales parados. Silenciado. La nota negativa del festejo llegó en el cuarto, cuando el astado de Garcigrande corneó de gravedad al banderillero Rafael Cuesta.
Ganadería. Se jugaron seis toros de Garcigrande, bien presentados y de juego desigual, muy mansos y descastados, destacando el segundo, que se rajó pronto, y el quinto, encastado. (Fuente: el mundo.es )
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