lunes, 16 de junio de 2008

Epico José Tomás, cornadas y orejas, 7ª puerta grande pero se fue a la enfermería


Lleno de “no hay billetes”, reventa por las nubes, gran ambiente ayer en Las Ventas (Madrid), angustia y emoción, orejas y cornada se llevó el divo de Galapagar. Tres toros de Puerto de San Lorenzo, dos de Toros de Cortés (4º) y uno de El Torero (5º bis). correctos de presentación, el 3º terciado. 1º manso y descastado. 2º manso. 3º manso y a menos. Los tres primeros pitados en el arrastre. 'El Fundi', silencio tras aviso y silencio; José Tomás, oreja y dos orejas tras aviso; y Juan Bautista, silencio y silencio. Parte médico: Ttres heridas por asta de toro, una de cara anterior en el tercio superior del muslo derecho con una trayectoria de 20 centímetros que causa destrozos en el músculo adductor; la segunda en cara interna de rodilla derecha de 5 centímetros de extensión y la tercera en la cara anterior del tercio inferior de la pierna derecha. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia. Fue operado en la enfermería de la plaza.

Se preguntan: ¿Un héroe moderno? O ¿Torero o gladiador? El caso es que José Tomás salió dispuesto a dejarse matar por “ser fiel a sí mismo”. Toros a contraestilo, es decir, toros que no embistieron y por quedarse en el sitio donde sería arrollado, cogido, faenó y cortó orejas. Antel tal situación, surgen luego las crónicas. ¿Inmolación? Juzgue usted. ¿dominador? Juzgue usted.

Andrés Sánchez Magro. José Tomás: Un héroe moderno.
Cuentan que El Guerra, en la vieja Plaza de Toros de Madrid, espetó a uno de los eternos chuflas de la cátedra de la capital una tarde al romper el paseíllo que «pasaría lo que a él le diera la gana». José Tomás ha venido el día 15 de junio a que pasara lo que a él le diera la gana. Podrán largar los que no pueden comprender la feroz belleza de un torero olímpico y fáustico. Mientras tanto, en el horizonte, se alzan las nuevas citas con la historia de Alicante, Badajoz, Algeciras... para gozar de la épica callada del toreo.

Antonio Lorca: "Una buena tarde para morir".
¿Por qué lo cogen tanto los toros? Quizá, por eso, porque se arrima más que ninguno, y te pone la carne de gallina, el condenado José Tomás... La imagen de José Tomás, el cuerpo magullado, el traje ensangrentado, dolorido por la herida que llevaba en el muslo derecho, pero con las dos orejas en las manos, cruzando de punta a punta el diámetro de la plaza camino de la enfermería, y los tendidos, sobrecogidos, puestos en pie, al grito unánime de "torero, torero", es de esas que permanecerán para siempre en la memoria de las 24.000 almas que asistieron ayer a una corrida épica que tuvo como protagonista a un héroe de película, revivido en torero de hoy, un mago del valor, capaz de hacer emerger las emociones más apasionantes del ser humano.

Ramón Muñoz: ¿héroe o gladiador?
José Tomás iba vestido de torero, y el público, su público, no paraba de usar el término para piropearle, pero, en realidad, Tomás no ejerció en Las Ventas de torero, sino de gladiador. Entre el toro y el torero, debe haber siempre una tela. En el caso del de Galapagar, la muleta es accesoria. Aparece cuando ya no queda más remedio, justo antes de que los pitones pasen a su lado por un hueco imprevisible. Y ese espectáculo circense, de circo romano, entiéndaseme, de hombre contra bestia sin más intermediarios, se hizo palpable en el primer toro.

Barquerito: "Sangre, sangre, sangre y arena".
Batalla campal, cuatro palizas terribles en tres toros distintos, una cornada grave, tres orejas, una impresión a veces heroica pero a veces excesivamente patética.

Del Moral: "Tres orejas de histérico regalo al más patético y duro tremendismo".
Por cometer errores garrafales e impropios de una gran figura del toreo en el quite al toro de El Fundi, y, sobre todo, con el quinto en el que pareció buscar voluntaria y repetidamente los percances aún después de haber visitado ya la enfermería, en gesto de indudable dignidad, calmoso ir a por todas costara lo que costase, hasta de subir al mismísimo borde de la guillotina del patíbulo, como asimismo esa manera tan suya de aquietarse con la suicida impavidez de los predestinados hasta no sé sabe qué final tendría aquella pretendida inmolación - siguió en la cara del toro sin ni siquiera mirarse hasta matarlo a costa del último y dramático, terrible revolcón… cortó la oreja sin petición mayoritaria del primero y único que mató del Puerto, se encargó de demostrar en varios y encomiables redondos que a mi me reconciliaron por segundos con el torero que fue y que uno quisiera ver siempre… ¿A dónde vamos a parar con este fenómeno?. A la sin razón y a la locura como ayer en tan terrible nueva apoteosis que, seguro, volverá a ser aprovechada para mitificarle más en busca de lo único que quieren los que están a su alrededor y la mayoría de los que tanto le admiran y reverencian en la prensa, ganar dinero a su costa. Nada más. A la sangre por la sangre. A la lucha grecorromana como dijo alguien al salir de la laza. Y al desprestigio o al menos a la absoluta desvirtuación del toreo como arte… Ayer anduvo el de Galapagar sucio hasta decir basta con el capote en sus dos toros salvo tal o cual lance; y planteándolo casi todo mal con la muleta con la que pareció un valentísimo principiante. No como corresponde a quien dicen es el sumun de la tauromaquia. Lo que sí es capaz de hacer José Tomás, es dejarse matar cuando le hace falta reventarlo todo y acallar con su sacrificio las protestas que, por cierto y en honor a la verdad, ayer empezaron a surgir desde el tendido del 7 que todo hay que decirlo. ¿O no?

Zabala de la Serna: "Descarnada gloria de José Tomás".
José Tomás se entregó a vida o muerte, de principio a fin. Y el fin fue trágico como la tarde, dramática, dura de sangre y arena. El valor de José Tomás no conoce límites, transgrede la razón, la atropella, supera y destroza. Rotos los esquemas, rota la taleguilla, desgajadas las carnes. Ni un resquicio a la tranquilidad. Ni un paso atrás. Todo hacia delante. Ni siquiera cuando el sobrero de El Torero se lo pasó de pitón a pitón en el remate de una serie zurda. Patetismo trágico belmontista.

Mario Juarez: José Tomás, angustiosa épica del toreo.
Sin un renuncio, sin taparse nunca, puso el corazón en un puño. Era lo que tocaba. Porque el otro día medio embistieron los dos toros de Victoriano del Río y hoy no lo hicieron. Aquello fue la lírica del toreo, hoy la épica. Con todo el valor por delante. Pudo taparse pero no lo hizo. Pudo abreviar y no quiso. Pudo estar por encima sin apostar y no supo. Tiró la moneda al aire. Por no defraudar a sus seguidores, se entiende. Ni a él mismo, que es con quien más compromiso tiene el torero. Hubo enganchones en la faena, cierto. Más por la renuencia del de El Puerto a pasar sin defenderse que por dejar la tela muerta. El quinto, el de más justo trapío de la corrida, muy feo, volvió con buen criterio a los corrales. El sobrero de El Torero, cuajado y fuerte, no fue material de fácil moldeo. Porque el toro se fue orientando en cada uno de los viajes. Y pese a ello, pese a todo, Tomás lo citó de frente, dando el pecho por delante, abriendo el compás. Se sentía a gusto el torero, pese a la consciencia propia de que había que jugársela. Antes de la faena al quinto, el de Galapagar pasó otro momento de apuro. De intenso dramatismo. Tras el segundo puyazo al cuarto, un toro serio de Cortés, se echó el capote a la espalda para quitar por gaoneras. La mirada y el gesto de El Fundi fueron heladores. De uno de los viajes salió tropezado el torero e hizo presa el toro. El de Fuenlabrada llegó antes que nadie con un capote milagroso, cuando el toro buscaba con ahínco a Tomás en el suelo.



Foto. El País + Burladero