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jueves, 30 de marzo de 2023

EL SOMBRERO DE BELMONTE es un TBT

EL SOMBRERO DE BELMONTE
Fue un día cercano a Navidad del año 2016 cuando tuve en mis manos aquel sombrero del grande, pasmo trianero del toreo, Don Juan Belmonte. He de decirlo y espero que me comprendas que tener entre mis manos aquella reliquia taurina supuso una tremenda emoción de aficionada. Y hoy que rebusco entre fotos revivo aquel ayer…

Y fue así que al entrevistar aquella Navidad al arquitecto Javier Luna Elias para dar a conocer en el programa Pasión, Fiesta y Tradición de Panamericana Tv, los nacimientos con motivos taurinos de su extensa colección, me contó y me mostró aquel sombrero que atesora como gran reliquia sí pero más quizás como un entrañable recuerdo que entre muchos le legó su amiga y admirada doña Mocha Graña Garland. Sombrero me dijo que Mocha recibió como obsequio en Sevilla, de manos del propio Belmonte.

Así como se cruzan los caminos se entrecruzan las historias ¡ay causalidades de la vida! Doña Mocha… la vida y mi amiga Marivi Aramburu me dieron la oportunidad de conocerla. Fue en aquella casona de la avenida Salaverry a donde me llevó para presentarme a 'su tia'. Había oído hablar siempre de la famosa Mocha Graña y mucho de su afición a los toros. Y quería entrevistarla. Sentadas a los pies de aquella imponente escalinata de madera y con la constante aparición en el gran salón de su perrito salchicha, presentado por ella misma como Martín Graña Garland, hijo de madre soltera, más que entrevista fue un dejar hablar, dejar contar, dejarme encantar por sus historias y recuerdos de vida vivida entre personajes del toreo que habían pisado Lima por estar entronizada en una de las familias de mayor tronío taurino.

Y es que volver a ver 'el sombrero de Belmonte' me hizo recordar lo que Mocha contó, amigo de su padre don Pancho Graña, aquel de las 'aladas manos torcazas' que cantó Chabuca Granda, fue uno de los buenos amigos que hizo El Pasmo en Lima. Y con tal razón Mocha fue enviada a la finca sevillana del maestro donde vivió algún tiempo siendo muy joven, historia de vida que pocos tienen el lujo de vivir y contar; era Don Juan quien la quería hacer montar a caballo, de lado y no a horcajadas, 'así pareces una despernancá' contó que le decía. Le hizo confeccionar un traje para llevarla a la feria del Real en Sevilla y pasear con ella; y hasta le brindó un toro en Acho, me contó. Cuando era aquel Acho de los cuartitos bajo tendido, donde recibió el brindis, y los enormes templadores en los medios del inmenso ruedo de más de 90 metros.

Pues no hay buen torero que a mi ciudad no vino, reza un valse del repertorio criollo de la guardia vieja, y añado que si dejó algún recuerdo más allá del tiesto de arena del Rímac es porque trascendió entre sus gentes y en eso Belmonte fue más que ninguno. Tanto en sus sentencias recogidas en los escritos como en su vida personal.

"Un revistero de Lima escribió que yo salía a torear como si fuese a conquistar a una mujer. Y, efectivamente, conquisté una: la mía". Esa dama de gracia limeña que desposó por poderes gestionados en Panamá se llamó doña Julia Cossio y Pomar. Y es aquí que el nodo se revuelve, otra vez, cuando hace pocos años una tía por el lado de mi abuelo paterno me cuenta la historia que doña Julia era parte de nuestro árbol genealógico, me crea usted o no… que yo, no me lo creía.
¡Ay casualidades de la vida!

Con la mano derecha calcada en cemento del Califa del Toreo y el sombrero de El Pasmo como anclas de esa belle époque del toreo en mi ciudad, entre algunas otras, me dirán ustedes si es que Lima no tiene flamencura, vitola que encajó el diestro Javier Conde al vivir el ambiente limeño en tiempo de toros cuando pasó por aquí para torear en Acho.

Y es que ya lo dijo Don Juan Belmonte que "Lima era como Sevilla… deseaba venir a Lima para verla y quererla". Sentencia que bien podrían utilizar hoy para vender a foráneos los encantos de mi ciudad.

Soy Magaly Zapata y te cuento mi TBTtaurino porque Ay, casualidades de la vida que me he dado a entrelazar y recordar porque recordar es alimentar el alma, buscando la esencia, a 20 años de la partida de Mocha y 60 que El Pasmo de Triana cargó su muerte.