Por Magaly Zapata
Estamos a punto de terminar el mes de octubre, el que los limeños llamamos mes morado por ser el distintivo color de nuestro Santo Patrón, Señor de los Milagros, que solía ser sacado en andas en multitudinaria procesión (hoy la pandemia y autoridades lo impiden) por las calles de nuestra ciudad y por quien la feria taurina limeña se realiza en su honor desde el año 1946 cuando un 12 de octubre hicieron el paseíllo en la plaza de toros del Acho el califa cordobés Manuel Rodríguez "Manolete", el mexicano don Luis Procuna y el peruano Alejandro Montani ante astados mexicanos de La Punta.
De no mediar la pandemia y la desidia empresarial ante la campaña antitaurina política tanto Metropolitana como distrital con la complicidad de la propietaria del Acho que es la Beneficencia de Lima, nuestra tradicional Feria Taurina en honor al Señor de los Milagros cumpliría 75 años que hoy se ven interrumpidos entre el 2020 y 2021, este último con un cuento contado de difícil digestión porque curiosamente, otros distritos capitalinos sí han podido con tesón, razón, porfía y tremenda cuota de ambición y sobretodo afición echar palante trámites, protocolos, permisos, licencias hasta conseguir abrir sus puertas para reactivar el sector a costo de pérdidas y convocando a lo mejor de la vitrina de diestros peruanos y no, para protagonizar los festejos que desde el 17 de octubre hasta finales de noviembre, habrán entre Lurín al Sur y su plaza de toros la Esperanza, hermosa palabra que resumen la confianza en realizar algo que se desea con fervor. Añadiría con ilusión por afición. Y la otra plaza desmontable que inauguró nuevo destino al Este en Cieneguilla.
Juntos por un Perú taurino reza el lema o nombre de la feria que protagonizarán los peruanos 'extranjeros' como les llamo a Roca Rey y Galdós por razones de todos conocidas. Porque también son profetas allende fronteras pero llegan a sumarse al esfuerzo por no dejar a los limeños sin el sabor de la tradición de ver a los mejores toreros en nuestra ciudad, como solía ser desde el Acho de Landaburu.
Cierto que el catedralicio marco de hermosa arquitectura rosa, bella como la Rosa de Lima, con sus 255 años a cuestas, con sus machones octogonales que trasuntan su historia cuando por bajo los observas, no será el escenario que ansiosos esperábamos volver a pisar, como cada año, y contemplar y contemplar, embelesados entre sus sueños y nuestros recuerdos, porque esa es nuestra plaza de toros, hermoso tiesto de arena tendido al sol.
Pero Dios, nuestros Señor de los Milagros, nuestros santos limeños, Rosa y Martín de Porres, no han querido dejarnos desamparados.
Fue Manolete quien declaró en Lima tras cargar el anda nazarena que si lo mataba un toro, estaba seguro que nuestro Santo nos daría otro Manolete. Pues si. También nos dio otra plaza, otro escenario para calmar nuestras ansias de tradición que nos bulle en la afición y esa es La Esperanza que empieza a escribir su historia en quilates con su feria en noviembre ante la ausencia de la tradicional en el Acho de abajo el puente en el barrio del Rímac. Esta no es parangonable con la de Chacra Ríos del 1948 de cemento esaborío; tampoco con la de Las Arenas en La Victoria que competir no pudo; y con esperanza iremos por volver a vivir lo que la pandemia nos arrebató, con su sabor, color, calor y torería.
Y es que hoy más que ayer, bien nos vale sujetarnos del recuerdo y del acervo criollo de Doña Alicia Maguiña que nos dejó bien contado y cantado su relato fiel de la tradición cultural, gastronómica, taurina y religiosa de nuestra ciudad en octubre que se extiende a noviembre en sus 'estampas limeñas' cuando abrocha así su decir con el rigor del rito: "Con un traje de luces se engalana la tarde... Un capote, un estoque y un coro de voces, que gritan… Olé"!!!
Porque sí señor. Mi Perú se apellida TRADICIÓN