miércoles, 6 de febrero de 2019

Pardo a hombros en Paiján, se curró la tarde



Expectativa despertó el estreno de la ganadería Puerto San Luis en Paiján ayer y hasta allá fuimos.  Siempre es importante destacar la ilusión y esfuerzo de quien algo hace por construir en la fiesta de toros en el Perú.  Y ese es el germen de la intención de Henry Caballero propietario de ese nuevo hierro liberteño y empresario de esa plaza. 


Pero sucede que uno dispone y sale el toro y lo descompone. Con todo servido para el mantel largo con una corrida de expectación, que no resultó triunfal total aunque cabe destacar sin duda la salida triunfal del colombiano Cristóbal Pardo quien entró de últimas al cartel por la baja de Michelito.  


Y lo destaco porque aunque se pudiera pensar en generoso premio de dos apéndices  tras su labor, por aquello del pinchazo, su torería asentada fue lo mejor de la tarde, su oficio, la impresión del temple en cada muletazo desde su torero inicio, y que visto el transcurrir de la tarde, ese echársela a los hombros y ponerse a dirigir la lidia en un herradero de intenciones e inhibiciones por el avieso peligro del tercero, me inclino y acato el premio de su salida aupado. Héroe fue de una dura corrida.  


Me explico.  Fue de menos a más en complejidad. El primero en manos del peruano Freddy Villafuerte que se le vencía por el izquierdo apretando a los adentros, lo trasteó pronto con muleta atrás y a media altura.  Rápido despachó.  El segundo para Pardo, también tuvo complicaciones de salida pero lo metió en muleta con temple y mucho oficio para construir faena importante y aunque marró con él acero a la primera, cobró. Poca presión de un público que no saca pañuelos pero sí con la del ruedo. Cosas de América.  


Y salió el tercero... hasta ahí todo iba con los matices e incógnitas desvelándose de un hierro novel.  Y salió el tercero.  No se si tocado pero sus 'cositas feas' (como me dijo Morante en Acho) hacía.  Feas y con aroma de hule.  Lo sintió su diestro el venezolano Fabio Castañeda y pasó pronto el mal trago pero hasta eso -tres avisos- el susto estuvo en la lidia y brega, de los primeros tercios en los que más de un percance hubo, a tres de Plata tuvo a merced sin pasar a consecuencias de lamentar. Pardo firme en la brega dando la cara e imponiendo orden.  Otros tapados.  Tuvo sí el apoyo del 'mozo' de copas que luego me entero era torero cómico, otro de esta tierra, y dio la cara, cogió capote y atento, hizo el quite de la tarde que salvó de heridas a un subalterno. 'Chochera' coreaban.   Chapó por los buenos toreros.  


Llegó el turno del más cuajado, serio y de mayor trapío de la tarde. Bonitas hechuras del jabonero que nos dejó, no solo con la miel en labios  por esa estampa sino por su comportamiento en el ruedo. Desatendió capotes. Olisqueó la arena.  Picarlo fue de mérito porque se escupía del jamelgo y el buen torero Joseph Rojas le cerró la salida contra tablas y le dió al mansito.  En banderillas otro lío,  de pronto un arreón al que seguía un frenazo y miraba desorientado. Pero ahí seguían Pardo y Chochera dando la cara.  Pareció reparado de la vista lo que obviamente condicionó la intención y quebró al español David Fernández que tras brindar a la empresa despachó al morlaco.  


No fue una tarde de toros más. Fue el estreno de un hierro que tendrá que repasar y replantear pero vale el empeño de hacer y estar.  


Todo suma en una fiesta tradicional que está a un tris de seguir o no, de abolirse o de mutilarse en el intento de cinco tribunos, magistrados del Tribunal Constitucional,  de legislar cultura y ser dictadores o aniquiladores de nuestra identidad.  Un tribunal es una entidad 'pluripersonal del estado encargado de administrar justicia'. El Estado somos todos y justicia es que no nos roben nuestra identidad. 


Pasión, fiesta y tradición se vivió ayer en Paiján. Yo estuve ahí. Espero y confío en Dios que no haya sido 'la última corrida' -mi última corrida- y que quede en eso, en el recuerdo del titular de algún artículo premiado de nuestro nobel literario.