miércoles, 14 de agosto de 2013

Andrés Roca Rey asombra a Del Moral

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José Antonio Del Moral, cronista y periodista taurino de reconocida trayectoria ha escrito estas interesantes líneas sobre el novillero peruano Andrés Roca Rey.

A Del Moral tuve ocasión de conocerlo en Lima hace muchos años, por el 2001, época del Consorcio Taurino de Acho,  cuando hacíamos las Tertulias Taurinas radiales en el hotel Miraflores Park.

Tuve la fortuna de contar con sus enterados y expertos comentarios durante varios años en la radio.

El pásado domingo 11 de agosto que estuve en Bayona, Francia, nos encontramos al caminar por la calle, él con rumbo al coso, yo con rumbo al patio de cuadrillas a esperar la llegada de los peruanos, Andrés y Joaquín Galdós.

Me lo topé también en el callejón de la plaza de toros y al repetirle la historia de mi concurrencia a esa matinal taurina, tras mostrarse sorprendido que fuera Andrés aquel niño que conoció, me dijo: Lo veré, si me gusta lo que veo, y vale, escribiré de él. Y así lo ha hecho.  Aquí lo dejo.


12.08.2013
Desde Bayona (Francia). Asombró el novillero peruano Andrés Roca Rey...



En las ferias de las plazas francesas de sur oeste se suelen celebrar dos festejos diarios. Novilladas matinales de prueba y cata para novísimos valores, y corridas de toros vespertinas. Los aficionados galos acuden ilusionados, hasta diría que religiosamente en busca de los que puedan anunciar porvenir cuando el sol aún no es cenital, y para celebrar los posibles triunfos de los mayores cuando el astro decae. Anteayer tuvieron mucha suerte. Por la mañana tuvimos ocasión de ver por primera vez al novillero nacido en Lima, Andrés Roca Rey.

De familia muy taurina y muy querida en los ambientes taurinos peruanos, este chaval ha pegado un asombroso estirón, física y profesionalmente. Ya espigado aunque todavía no tanto como de seguro lo será en un par de años y totalmente cuajado dentro del escalafón menor con completísimas y excepcionales condiciones toreras. Uno de esos niños que, muy de vez en cuando y, nada más verles actuar, parecen que estamos viendo a una gran figura consagrada. Mucho había oído y leído sobre este hermano menor de los Roca Rey pero, como con tantos otros, nunca creo hasta meter mis dedos en la yaga de su realidad.

Pues bien, me atrevo a afirmar que, si no padece algún grave inconveniente y el niño persiste en su ahora mismo incuestionable propósito, nos hallamos ante un fuera de serie de calado mundial. No solo El Perú podrá contar con quien parece estar llamado a ser el mejor torero nacido en tan lejanas tierras a lo largo de la historia, además podrá codearse de tú a tú con los más grandes toreros que se vaya a enfrentar en un próximo futuro.

Y que conste que no exagero nada en lo que digo. Sostenidas por un valor sobradamente natural, Andrés Roca Rey posee todas las cualidades que distinguen a las más grandes estrellas del toreo: elegancia, templanza, inteligencia, frescura, donosura y un variadísimo sentido de la creatividad, tanto en su soberbia interpretación de las suertes fundamentales con el capote, con la muleta y con la espada, como en su especial don de improvisar toda clase de hallazgos con los que adorna sus faenas. Los que nunca le habíamos visto, quedamos boquiabiertos al verle en acción frente a un novillo ciertamente noble y encastado aunque de esos que piden el carnet y pasan factura a los que no tienen clase. Por supuesto que los aficionados galos de Bayona conectaron enseguida con este portentoso joven desde que se abrió de capote en el recibo del animal hasta que lo mató de una sensacional estocada. Andrés cortó las dos orejas de su novillo y fue sacado a hombros.

Apoderado por José Antonio Campuzano, seguro que progresará hasta que tome la alternativa. Acontecimiento que debería acontecer en su Lima natal y en una de las mejores corridas que se celebren en la más importante feria de América, la del Señor de los Milagros en la histórica plaza de Acho. No quisiera perderme el que, sin duda, será suceso estelar. Como también lo serán cuantos festejos participe en todas las plazas del mundo y, no digamos, en las españolas. Que así sea.