Dos puntos a destacar tuvo la tarde de ayer en Acho, por una
lado la efectividad y contundencia con
la espada de los diestros y por otro el bajo nivel de casta de los toros
colombianos de Achury Viejo que estando bien presentados por trapío y cuajo,
salvo el 6º, no tuvieron el correlato del contenido, ofreciendo a más de complicaciones que un toreo claro de ideas puede resolver, el
comportamiento deslucido y poco agradecido que de desairados a los toreros.
Fue el caso del segundo de Fernando Roca Rey en el que de
muleta, tomaba uno y al siguiente se quedaba descolocado porque el burel salía
deslucido, distraído, de la suerte, con la cabeza por encima del estaquillador.
Suerte que no tuvo en su primero, que no
le dio si quiera opción. Destacar al
peruano el buen manejo del percal, gustándose a la verónica y ganando los
terrenos. Bien además con los
palitroques en sus dos toros y también con la espada. Se resume su labor en palmas y silencio.
Silencio que cerró la tarde de presentación en Acho de
Javier Castaño. Cuarto con el que se
esforzó por derecha ante un toro poco agradecido que al hilo de tablas empezaba
bien el trazo con profundidad pero que luego le costaba repetir. Con su primero, dejó ver algo de su concepto
pero debió Castaño meterse en terrenos del toro que no bajó nunca la cabeza fue
probón y morón. Palmas en su primero.
El que se llevó el cántaro al agua a fuerza de porfiar y de
poner el toreo verdad por delante fue Iván Fandiño. Con la femoral y el corazón se mantuvo toda la tarde en terrenos
comprometidos, porfiando, en un palmo y atacando siempre, para ligar, sea en
mediana distancia que en corta, cortísima.
Lidió y le pudo, porfió y robó, se inventó faena en el
quinto tocando al pitón contrario, muleta retrasada, siempre con
temple que permitió con valor espartano estructurar una obra que
finalmente, tras estoconazo, tuvo premio.
Fue la única oreja de la tarde.
Otro pudo haber cortado en su primero de no ser por la
frialdad del público. El trasteo tuvo
similar característica, lucimiento en cercanías por la condición del
morlaco. Importante dimensión ratificada
de Fandiño, tras la estupenda temporada
que se echó a espuertas en Europa.