Alfonso de Lima, estuvo muy bien con su primero, por decidido y firme, aunque a la postre pinchara un triunfo que le llegó en su segundo, oreja de mérito por una labor esforzada y firme para resolver las complicaciones del Aucallama. El español Ferrer, con otro del mismo hierro, no tuvo opción y fue silenciado.
Punto y aparte fue la participación de Andres Roca Rey El Andi, con un bravo pequeñajo de Roberto Puga, dijo su ya expresivo concepto con capa y pañosa de forma extraordinaria, dicen. Lamentablemente la espada le privó de un triunfo numérico. La plaza lució medio aforo.
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