jueves, 17 de octubre de 2024
Acho 2024, paneles de calle
Acho se mueve. Paneles de calle
martes, 15 de octubre de 2024
San Marcos. Nicolás Vásquez corta dos en la de cierre
lunes, 14 de octubre de 2024
Ancash: Juan del Álamo se llevó el trofeo en San Marcos
Tarde triunfal en la que se cortaron hasta siete apéndices.
Por Magaly Zapata desde Ancash
Hoy lunes 14 de octubre se cumplió la primera de dos tardes de toros en la localidad de San Marcos en Ancash. Pueblo minero con ansias de ver toros en honor de su Virgen Peregrina Mamá Pillicha. Tarde que en el marco de una corrida mixta se lidiaron cinco astados de Roberto Puga, destacando los lidiados en 1o noble, 3o encastado novillo y 5o el de más cuajo y mejores hechuras que humilló por abajo. Todos recargaron en el peto aunque en algunos casos decidieron señalarlos.
La terna estuvo conformada por los matadores españoles Juan del Álamo (oreja y dos orejas) y Lama de Góngora (oreja y oreja)y el novillero nacional Julio Alguiar (dos orejas en el único que despachó). Juan del Álamo se llevó el trofeo al triunfador.
Sin exquisiteces que no estamos en Madrid es menester decir que el palco inició acciones con rigurosidad pero luego soltó la mano a mitad del festejo. Y fue así que finalmente se repartieron siete apéndices. A juzgar por los comentarios del los asistentes al salir del festejo, lo visto cumplió sus expectativas.
Juan del Álamo con el toreo de fino corte que le caracteriza no mezquinó esfuerzo, especialmente en su segundo, para cuajar tandas aún cuando se iba apagando su toro, buscando las vueltas lo hizo pasar y en ligados muletazos por derecha que fue el pitón menos cómodo, para sacarse la espinita del primer tramo de faena; habiendo dejado con la zocata algunos naturales de buena factura ante la nobleza algo sosita del toro. Acertado con el acero y haciéndolo todo porque no pegó el tranquillo adelante el toro la espada la dejó en la peña. En su primero lanceó a gusto con el capote y aprovechó en muleta la virtud del toro, desplazarse con nobleza y buscar las telas por abajo, si acaso algo apagado mediada faena pero la calidad de su toreo se impuso.
Lama de Góngora venía espoleado por su triunfo en Cajabamba y nos dejó paladear ese gustito sevillano en su trasteo. Más cómodo con el capote en su primero que en el otro, se le vio mecerlo a compás. Ese primero no tuvo clase, salía con la cara arriba, no estaba sobrado de fuerza y le costaba salir de la tela de ahí que con la muleta acortó distancia pero entendió lo que pedía el toro y logró series con buenos derechazos, templados siempre, aunque fueran de uno en uno. Pincha y casi entera le pidieron dos con fuerza. Pero la otra llegaría en su segundo, el que cerró tarde, bonito de tipo y con cuajo, una pena que se viniera a menos. No se acopló con el capote y en muleta aprovechó su mejor pitón que fue el derecho, humillaba aunque condicionado por la fuerza, así logró derechazos templados y echando la tela al hocico. Debía tocarlo firme sino se la pensaba para tomar la tela. Con la izquierda no se acopló, iba incierto y midiendo. Recibió otro apéndice que le abrió la puerta grande.
Misma que cruzó el novillero Julio Alguiar tuvo una sola bala y pudo conseguir el triunfo. Lanceó en su estilo, arrebujandose, y en muleta lo toreó más por derecha aunque sin someter sino muy a su aire. El algunos pasajes si que se quedaba en el sitio para ligar y era ahí cuando surgía su mejor toreo. Esta vez si lo despachó a la primera algo trasera y efectiva. Bandera peruana y aclamado en la vuelta al ruedo se le vio disfrutar. Lo acicateará de cara a su comparecencia en Acho.
Conviviendo con la constante amenaza de lluvia que quedó en chubascos intermitentes con momentos de sol, el pueblo y el de Chavin también y quizás de Huari se dieron cita. Lo penoso fue la mala condición del ruedo, piedras e irregular terreno, y la estructura de la portátil con exagerada fragilidad en sus metales, palos de seguridad de anclaje y más aún en los burladeros. Peor imagen hubo en las graderías y el peligro era latente de algún percacnce que gracias al manto protector de Mamá Pillicha no sucedió. Me decían que ese es el terreno adquirido por hacer una plaza de toros que aún cuando existen proyectos presentados por la autoridad edil la OCE esta no aprueba 'plazas de toros'. Eso tiene nombre señores funcionarios públicos y se llama DISCRIMINACIÓN hacia un espectáculo de arraigada costumbre y que está amparado por el derecho constitucional y humano a disfrutar de la cultura.
Y como estamos en las temporadas de la primera vez, hoy fue la primera vez que vi los toros desde un singular palco. Explico. Entre las graderías y las 'tablas' de metal del ruedo había un buen espacio que fue ocupado por un gentío que fácilmente albergaban hasta 6 filas concéntricas al ruedo y se extendían hasta antes de empezar las gradas. El gentío ocupaba peligrosamente la entrada y salida de los caballos ante la fragilidad del sistema de apertura. No quedó otra opción que buscar a don Vilchez, que transportó los toros y nos permitió ver (y grabar) la corrida trepados al lado de los cajones de los toros; y por primera vez también, he podido sentir de cerca el movimiento del trajinar de los toros hasta salir por la manga al ruedo. Toda una experiencia sin duda.
En fin, que el pueblo quiere ver sus toros, no pagan entradas, disfrutan y se divierten pero de parte de los encargados de organizar sus corridas merecen un poco de respeto, por su integridad, la de cada asistente, y por la seguridad del espectáculo. Que como va la política anti es mejor no correr riesgos que pueden sino evitarse si que minizarse, con un tantito de apego a la razón y a lo correctamente taurino.
Cajabamba tarde triunfal la segunda
domingo, 13 de octubre de 2024
COLOMBO ATERRIZÓ HACE MINUTOS PARA TOREAR EN CAJABAMBA.
ACHO. EFEMERIDES DE FERIA, Manolete cortó el primer rabo, Ponce el último
Desde el siglo pasado que no se corta un rabo en Acho. El último en hacerlo fue el maestro Enrique Ponce Martínez y el primero fue Manuel Rodríguez “Manolete”. Estos serán entonces los parámetros históricos que limitarán esta historia de feria nazarena de un día como hoy, Domingo 13 de octubre.
Y se trata de un apunte que empezó precisamente un domingo 13 de octubre de 1946, así es, un día como hoy, Domingo y 13, cuando el llamado “monstruo cordobés” Manolete cortó el primer rabo en la historia de la Feria del Señor de los Milagros.
Foto de Manolete del libro autoría Juan Elias Miletich/Foto Ponce de Agustín Carbone |
Había llegado por segunda vez en la temporada del 1946 para ser protagonista importante del cartel inaugural de la primera feria nazarena y como ningún otro, quizás incluso a día de hoy, se había presentado, es decir a torear por primera vez en nuestra Plaza del Acho, en marzo de ese año en calidad de mandón del toreo, no sólo de primera figura, mandón implica mucho más que eso.
Y esa tarde, segunda del primer abono ferial, confirmó el
cartel que le precedía y que hizo que otra vez se viera la Plaza del Acho con
un segundo lleno de bandera consecutivo y gente en estado expectante por ver
que el mandón de la fiesta no sólo se
justifique sino que triunfe, porque en el triunfo del torero está el disfrute
del aficionado, y Manolete no
defraudó.
Esta vez vistió de morado y oro y no le correspondió ser
director de lidia, por delante iría el mexicano Manuel Espinoza “Armillita” que
dio vuelta al ruedo en cada uno de su lote y abrochaba terna el también
mexicano Luis Procuna que había ya inaugurado la víspera la puerta grande
ferial nazarena en el Acho.
Dicen los acuciosos investigadores que esta ha sido la mejor
faena de Manolete en Acho. El toro que
pasó a la historia gracias a la poderosa muleta de Manolete se llamó “Chavo No.
103” del hierro mexicano Matancillas y reseñan que fue bravo y noble,
condiciones que permitieron al Califa del Toreo expresarse en el ruedo como
artista poderoso.
No ha sido el cordobés de lo más graneado en el uso del capote sin embargo Lima en esa faena pudo verlo y disfrutar su toreo a la verónica, erguido y seco, y en especial disfrutar del aroma de aquella “solitaria rosa púrpura que posa en el aire, su media verónica corta y tajante”.
Zeñó Manué, que no era dado al halago fácil, sentenció también que Manolete era un artista colosal y lidiador de admirable vergüenza torera porque siempre hizo cuanto pudo para halagar al respetable y como ninguno toreó erguido y quieto, lenta y parsimoniosamente, al borde mismo de las astas…
El inicio fue con ayudados por alto sin quebrar la figura, los naturales fueron un portento, los derechazos ceñidísimos, imposible torear más cerca, molinetes valentísimos, un cierre con pase cambiado por la espalda y cuatro manoletinas estatuarias (observe usted la foto, mentón hunido en el pecho y la figura cual escultura marmórea) hicieron que el público aclamara delirante. Era imposible torear más cerca. Mató sin puntilla y llegó la apoteosis. Dos orejas y rabo que paseó trajeado de morado y oro como premio a una faena “en Acho cuyo clasicismo, cuyo temple y lentitud, cuya verdad, cuyo arte inimitable quedan allí en la arena limeña, la serenidad de su ritmo y el ritmo de su serenidad…”
De Manolete
e Enrique Ponce… 46 rabos transcurridos en la feria limeña
El dato de los 46 rabos cortados en la feria limeña nos lo dejó don Moisés Espinoza Zárate en una publicación realizada en la Revista Taurina Alamares, precisamente el concluir la temporada del año 2000. El decano de los corresponsales taurinos nacionales fue en vida un meticuloso registrador de los hitos y la historia de nuestra feria. Esta es una muestra algo que a día de hoy no ha perdido vigencia.
Ad portas del nuevo siglo que entraría el 1 de enero del
2001 y cuando discurríamos los
estertores del Siglo XX , fue el maestro
valenciano Enrique Ponce quien nos regaló una faena que sin duda se encuentra
en la colección antológica del buen aficionado, aquella de ensoñación, de la
sublimación de la maestría en el arte de lidiar toros que es el torear, de
poder sutil y majestuoso, de aromas a
jazmín que emanan de su difícil facilidad al ejecutar un toreo pleno de
plasticidad estética y no exento de
poderío, de ese toreo perfecto como lo
calificó Antonio Caballero en su libro Siete Pilares del Toreo.
Era la octava de feria, era
domingo, era 26 de noviembre del
año 2000. Ponce había estado ausente
tres ediciones, desde 1997. Se sentía entre los aficionados las ganas de verlo
otra vez en Acho. Pues Enrique Ponce llegó y navegó entre mar de gente del patio de Sol
enfundado en un hermoso traje grana y oro.
Dicen que es el color que usan los valientes y yo añadiría que también
los estetas. Porque el arte en Ponce, es
sin duda su valor esencial.
Aquella tarde alternó con Luguillano que hizo el paseíllo
desmonterado por ser nuevo en plaza (saludos y palmas) y Manuel Caballero (saludos y ovación). Y la
gran atracción, no sólo de esa tarde, era ver ganado español del prestigioso
hierro de Juan Pedro Domecq, 1º 2º y 3º y tres del otro hierro de la casa, el de
Parladé. Correspondió uno de cada
hierros a los coletas. Ponce en su
primero, el mansito de la corrida, fue silenciado. Pero salió el cuarto de la tarde, “Halcón No. 9” al
que le cortó orejas y rabo, el último hasta hoy que se ha cortado en el Acho en los 78
años de historia de su feria nazarena. Y, a confesión de parte referida en la revista taurina Alamares que editaba por
aquellos años, fue el día que más torero se sintió: “conseguí quitarme una
espinita clavada” me dijo.
Aquel año transitaba el décimo de alternativa. Y cuando parecía que la faena de Finito de
Córdoba al toro “Bodeguero” un sobrero de Roberto Puga al que le cortó las dos
iba a ser la faena premiada de la feria, saltó al ruedo “Halcón” y Ponce revolucionó aquello y se
llevó el codiciado trofeo Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, el
segundo de su historia en Acho.
La faena la inició doblándose con el repetidor sin afligirlo hasta los medios donde construyó su obra maestra, llena de plasticidad, de temple, de dominio, porque hubo de ayudarlo a centrarse en su muleta y con la altura y distancia adecuada, surgió el toreo despacioso y desmayado, al estilo Ponce, donde los naturales resultaron de ensueño, relajado, toreando para él y muy a gusto. Una estocada entera hizo que el parladeño rodara por la arena y la apoteosis en los tendidos ¡cómo se le quiere a Ponce en Acho!
Quedará en la historia también, la anécdota que oí contar al ganadero y a la sazón Empresario de Acho Roberto Puga, contó que el nombre que correspondía para ese toro era el de “sanguinario”, esto según la costumbre española de poner a los toros el nombre de la línea materna, pues era hijo de la vaca “sanguinaria”. Sin embargo, tras el sorteo, su apoderado don Victoriano Valencia se negó a que saliera con ese nombre en la tablilla por lo que revisando la reata con la gente de la ganadería decidieron llamarlo como su padre, Halcón. Nombre de buen bajío, habría pensado don Victoriano, pues sin duda recordaría que su poderdante había indultado un Halcón en Murcia el año 1997. Récord de indultos que alcanzan 51 en toda su trayectoria (datos al 2021).
Y como estamos a punto de despedirlo en Acho, conviene
recordar la jornada de su presentación, cuando llego nuevo al año de
alternativa. Ponce se presentó en Acho
en la Feria del Señor de los Milagros del año 1991, entró por sustitución del
mexicano David Silveti, a dos tardes, primera y última, pero solo compareció en
la de cierre ferial. La empresa de Julio
Vera y Mario Paredes no se destacó por el compromiso de cumplir los carteles
que frecuentemente eran cambiados a últimas.
El 1 de diciembre, sexta de abono, hizo su primer paseíllo y fue el toro
“Canuto” del hierro colombiano Capiro del Sonsón el que se fue desorejado. Con su toreo de plasticidad estética,
preciosista, siempre templado y de mucha cabeza, empezó a desgajar en Acho las
claves de su toreo, de su concepto, de su torería, que lo llevaría a ser un
engreído de nuestra afición y a ostentar la vitola, exclusiva de pocos, de ser
“Torero de Lima”, honor que recayó antes en los maestros Procuna, Antonio
Bienvenida, Antonio Ordoñez, Angel Teruel y José María Manzanares.
sábado, 12 de octubre de 2024
ACHO. EFEMERIDES DE FERIA, un día como hoy fue la corrida inaugural
Por ser el toreo tan hondamente tradicional, me ha hecho pensar la posibilidad de crear en Lima, en esta devota y castiza Ciudad de los Reyes,
las
corridas del Señor de los Milagros…
en fechas que coinciden con la Primavera limeña, de días templados y muchas veces soleados, en los que el último domingo de octubre y los siguientes de noviembre,podrían realizarse corridas de postín…
Y los diestros lucirían al presentarse
un traje morado y oro
Esencia. Identidad. Un traje morado y oro, una feria de
postín, las corridas del Señor de los Milagros.
Fue así como pensó, meditó y soñó
nuestra feria limeña el Zeñó Manué, así,
a su manera, y gracias a la ambición taurina mostrada por don Fernando Graña, a
la sazón empresario del Acho, es que el sueño se hizo realidad, un día como hoy hace 78 años, en el día de la
raza, o en el día de la Hispanidad. Fue un
sábado 12 de octubre del año 1946 que se
dio la corrida inaugural de la primera feria limeña, y aunque el cartel oficial
decía Feria de Octubre, la idea de su
creación fue en honor a la festividad del
Señor de los Milagros como homenaje a los cientos de miles de fieles devotos que van en místico peregrinar
de fervor popular como muestra de tradición limeña.
Esencia e identidad.
Identidad y esencia. Eso es lo que resumen nuestras tradiciones, por eso
caló la idea de unir las dos muestras de identidad popular más importantes de
nuestro país, la del Señor de los Milagros y la de los toros, la de ver toros en Lima en el
mes de la festivad del Nazareno, y porque
ésta ya era una costumbre de mucho antes
–y no sólo en Lima- permítaseme una digresión
oportuna, aun cuando el tema de estas
crónicas trate de las efemérides de nuestra feria limeña en tiempo que
discurrimos por el mes grande de nuestras
tradiciones, el morado mes de octubre.
Y es que nuestra Lima, Ciudad de los Reyes, vio toros
desde 1538-1540 a decir de los historiadores y tradicionistas, sea por
la celebración en torno a la consagración de los óleos por el obispo fray Vicente de Valverde, primer
colonizador evangélico, o sea que las
huestes pizarristas celebraban la derrota de los alamgristas, o sea que el
propio Francisco Pizarro alanceó un torete en alguna de esas fechas, y como era
en esos tiempos, tan magnas celebraciones se hacían en la Plaza Mayor de la
ciudad.
Nótese que al hablar de toros hablamos de Lima. De su Identidad, misma que nació y transcurrió los 300
años del Virreinato hasta nuestros días y que con la fuerza de la costumbre y del
arraigo popular devino en su esencia, en parte importante de su acervo cultural, su tradición.
Y nótese también que hablamos de marzo, porque es posible que ahí se entronque la tradición
de ver los toros en las épocas del
verano limeño, y de sus hitos: La fecha
inaugural de la plaza de toros del Acho un 30 de enero del 1766 y la de su reinauguración por la ampliación
de su capacidad, un 7 de enero de 1945, para
ponerla a tono con los tiempos “modernos” del toreo que exigían contar con
mayor capacidad para poder afrontar el caché de las figuras españolas. Y ese no era otro que Manolete. Y aunque el monstruo cordobés se presentara en la Plaza del Acho en marzo de 1946 volvió
para inaugurar la Feria del Señor de los Milagros en el mes de octubre.
Sonó el clarín a las 3.30 de la tarde, en punto, y
aparecieron por el patio de cuadrillas los toreros, el andaluz Manolete -vestido
de malva y oro con un capote de paseo nazareno-, el mexicano Luis Procuna -de
morado y oro- y el peruano Alejandro Montani -de morado y plata-, lidiaron
toros mexicanos de La Punta y desde
entonces observar se pudo el cartel anunciando hierro y ganadería en una parte
frontal de Sol y de Sombra.
El primer toro que salió de toriles en esa primera feria limeña fue un negro azabache que
se llamó “Buñuelero No. 116”, terciado como toda la corrida que se comportó sosa
y mansurrona.
Procuna inauguró la puerta grande de la historia de nuestra feria, fue el único que tocó pelo ese día (dos orejas y vuelta) porque en su faena de
triunfo formó un alboroto en las graderías por su valor y arrebato; el peruano Alejandro Montani (vuelta y palmas)
destacó en los naturales de su primero; y el esperado Manolete oyó palmas y
pitos en su primero, tuvo menos opciones
con su lote (división y ovación), a ese “Buñuelero”
lo sujetó en su huida con buenos derechazos y mató de dos pinchazos y descabello;
con el otro, casi pasó inédito, media estocada y descabello, declaró que tuvo
un lote muy soso, desesperante y que no se pudo acoplar ni torear a gusto.
En aquella primera feria limeña que se dio entre el 12 de
octubre y 3 de noviembre, cuenta la historia que se cortaron orejas, rabos (sí, en plural) y pata… muchos sucesos que merecen recordarse
porque hacen que nuestra Acho del alma siga viva en la memoria colectiva de los
buenos aficionados.
Pienso, medito y sueño y me emociona, como a usted, saber que voy a vivir ese primer domingo de
feria, volver a oír el bordón de una guitarra retumbar en los machones del Patio de Sol; pienso en su historia, leo, releo y me detengo en sus detalles, y sueño con
faenas de arte y valor; pienso, medito y
sueño y me ilusiona ver a los toreros en
sus oros
nazarenos como soñó don Manuel, y es que no existe
más sentido homenaje a nuestra tradición taurina y
especial respeto a la devoción de nuestra Lima y a su Cristo de
Pachacamilla.
Pienso, medito y sueño,
a mi manera, y a mi manera divago entre palabras de Zeñó Manué y Chabuca, me estremecen sus alegatos por la identidad de Lima, que aquella
cruz del cerro que en su alta soledad columbra la historia, alce su voz hasta el mar para que
vuelva cargada de verdad, la verdad del
toreo, que subsista el toro para que no se quiebre el drama, para que no se
hiera su esencia.
Detorosymas en San Marcos Ancash
viernes, 11 de octubre de 2024
El Juli sigue de protagonista
lunes, 7 de octubre de 2024
ACHO. Historias de su feria ante mes grande
Efemérides de Acho y su feria: Y fue un 7 de octubre, en Lunes
Por Magaly Zapata
Y fue un Lunes 7 de octubre que Manuel Laureano Rodríguez Sánchez 'Manolete' pisó suelo limeño por segunda vez en su historia y la de nuestra ciudad. Venía para torear en la corrida inaugural de la primera Feria del Señor de los Milagros.
Corría el año 1946 y aquel día el califa cordobés llegó con los 30 años cumplidos el 7 de julio. Cuando pisó por vez primera suelo de Lima fue al descender de un avión Panagra en el aeropuerto de Limatambo y contaba con 29 años, fue también un día 7 pero de un jueves en el mes de marzo, y dos días después de lo anunciado.
Y como aquella primera vez, para Lima y los aficionados limeños su presencia revestía un aura de misterio y de mucha ilusión, por ver nuevamente al rey de los toreros y porque, el tiempo así lo demostró, su presencia en el cartel inaugural de nuestra feria nazarena marcaría el nivel y categoría que desde ese día y para la historia debía ostentar.
Esta fue su segunda visita a Lima en un solo año y no vino procedente de México sino que aterrizó en Limatambo en vuelo que lo trajo de Miami, Florida. Había llegado a ese país norteamericano directo de Barajas a New York a primero de octubre en viaje con su novia. "Manolete sale para América con la señorita Antonia Bronchano, Lupe Sino en el cine" decía la revista El Ruedo. Y con ella vino también a nuestra ciudad, llegaron en un Panamerican Airways que aterrizó a las 4.50 pm y al diestro también lo acompañaron de su apoderado 'Camará' y su mozo de espadas 'El Chimo'.
En el mismo semanario taurino español publicaron "Manolete salió el martes, 1 de octubre, para América, donde debe cumplir sus compromisos taurinos adquiridos el año anterior. La marcha del gran torero cordobés era lógico que despertase la expectación que siempre acompaña a las figuras populares. Pero, en este caso, la expectación aumentó porque durante la semana se ha discutido si Manolete se ha casado o no con la artista de cine Lupe Sino. ¿Si? ¿No? Lo cierto es que ella -señorita Antonia Bronchano- le acompaña en el viaje".
Manolete fue recibido en el aeropuerto por aficionados y amigos que ya tenía en la ciudad, y fue llevado al hotel Country de San Isidro. "Fue notorio que el largo viaje lo había fatigado y dejado huella, asimismo era evidente su encanecimiento y se le apreciaba avejentado" escribió Juan Elías Miletich en su libro Manolete en la Plaza de Toros de Lima.
En la noche improvisaría una conferencia de prensa y entre lo declarado por el monstruo del toreo, destacaría lo que dijo de esa temporada del 46 que fue una especie de año sabático español pues en su tierra solo toreó una corrida el 19 de setiembre y el resto se dedicó a vivir; en tanto que su temporada se sustentó en plazas de América taurina, contratos en México, Lima, Bogotá y Venezuela. "La única corrida que he toreado este año en España, la de Beneficencia donde corté dos orejas, no ha sido la mejor de mi vida, estuve bien, pero una faena igual el año anterior no me hubieran dado orejas, porque en esa época me exigían mucho, sobretodo en Madrid. Lo que pasó fue que hace tiempo no me veían".
Sin embargo Lima no fue ajena a la comidilla en España y también era la vida privada de la figura y su relación con la artista lo que despertaba curiosidad y ante alguna pregunta indiscreta, con la retranca y buen humor que dicen caracterizaba al gran torero comentó a los medios: "de casamiento por este momento no sé nada pero bien podría haberlo porque nadie está libre que le ocurra eso".
Esta es la forma en que empezamos a vivir desde aquí una larga 'Semana Grande' de nuestra feria limeña, con historias de su historia porque estamos ad portas de conmemorar-el próximo 12 de octubre- sus 78 años de vida, y si usted quiere le resta los interrumpidos por pandemia (2020-2021).